Padre de uno de los 43 admite que su hijo fue militar, pero “desertó”
Una mujer sostiene un retrato de Julio César López Patolzin durante una protesta en la caseta de Palo Blanco. Foto: Germán Canseco |
López Patolzin estuvo dos años activo en un batallón adscrito a la 35 Zona Militar con sede en Chilpancingo, de donde se retiró tras sufrir un accidente en las labores que realizó el Ejército durante la contingencia generada por el paso de los huracanes Ingrid y Manuel, en septiembre de 2013, indica.
En entrevista, el padre del soldado normalista advierte que su hijo no es el único militar que ha estudiado en la Normal Rural de Ayotzinapa, por lo que reprochó que lo señalen como infiltrado y pretendan culparlo de la tragedia de Iguala.
También considera que la falta de transparencia en el manejo de recursos económicos destinados por organizaciones y activistas, además de la falta de respuesta de las autoridades, han generado un gran desgaste físico y moral entre algunos de los padres de los jóvenes, por lo que prefirieron mantenerse alejados del movimiento, aunque siguen firmes en la exigencia de justicia.
El pasado miércoles 16, Apro difundió una nota sobre las revelaciones que hizo la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), en el sentido de que un soldado en activo forma parte del grupo de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, pero decidió reservarse el nombre bajo el argumento de que se trata de información clasificada.
En la edición que circula esta semana, el semanario Proceso publica un texto titulado “El enigma del soldado normalista desaparecido”, donde se indica que desde octubre pasado funcionarios federales y estatales tenían conocimiento de que al menos dos de los 43 estudiantes matriculados en Ayotzinapa eran militares en activo.
De acuerdo con familiares de las víctimas, el normalista Julio César López Patolzin, de 25 años, perteneció al Ejército antes de ingresar a la Normal, y “no se vale que la estén agarrando contra mi hijo sólo porque fue militar y digan que es infiltrado, porque él ya había desertado”, dice Rafael López.
El padre del joven desaparecido relata que el pasado viernes 19 acudió a una reunión privada en la Normal de Ayotzinapa, convocada por líderes del movimiento, quienes le reprocharon el pasado castrense de Julio César y le exigieron un documento oficial que avale su baja del Ejército.
Como desertor, dice, no hay un oficio que acredite esa baja, y asegura que la madre de otro normalista desaparecido también dijo que su hijo había desertado de las filas castrenses y tampoco le habían dado una hoja para avalar su baja.
Luego de destacar que Julio César no era el único militar que estudiaba en la Normal de Ayotzinapa, suelta: “Hay hartos a quienes ya no les gusta (la milicia), se salen, estudian (en la Normal) y terminan su profesión, y ellos no son investigados a pesar de que han pasado otras cosas”.
De acuerdo con Rafael López, el resto de los padres acordaron exigir una respuesta a la Sedena para determinar quién es el soldado matriculado en la Normal de Ayotzinapa, y sostiene que él también pedirá información para conocer la situación de su hijo.
“Los padres van a investigar directamente ante la Sedena y nosotros también vamos a pedir una explicación para evitar que manchen la imagen de mi hijo que sigue desaparecido”, expresa López Catarino, y asegura que él y su familia se sienten mal por los señalamientos.
Asimismo, reprocha que hasta el momento no se haya esclarecido el tema del teléfono móvil de su hijo, que seguía activo después de la desaparición de los normalistas, y de acuerdo con el rastreo satelital se ubicó por última vez en las instalaciones del 27 Batallón de Infantería con sede en Iguala.
Ni los abogados del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, ni las autoridades ministeriales federales y estatales, han dado seguimiento a esta línea de investigación que podría determinar el paradero de los normalistas de Ayotzinapa, apunta.
Luego de señalar que se alejó del movimiento porque tiene que trabajar para mantener al resto de su familia, Rafael López resalta que en días recientes fue internado en el hospital general de Chilpancingo, pero nadie acudió a visitarlo para conocer su estado de salud, únicamente su familia estuvo con él.
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