Advierten en la isla a estadunidenses: “No crean que van a llenarnos de McDonald’s”

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Blanche Petrich
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 21 de julio de 2015, p. 5
La Habana.
En Cuba ya hay un sector privado, aunque por razones políticas no se le llame así, asegura en entrevista el joven empresario Luis Alberto Dueñas Casal, presidente de una de las novedosas cooperativas no agropecuarias que han entrado en operación en el año reciente. Somos negocios particulares que funcionamos de acuerdo con las reglas del socialismo, explica.
El joven emprendedor dirige Scenius, pequeña empresa que ofrece servicios contables y administrativos tanto a particulares como al sector estatal. Hace un año empezó con tres ejecutivos. Hoy son 80, con oficinas no sólo en La Habana, sino también en las provincias de Holguín, Villa Clara y Granma. Facturaron en su primer año de operaciones 2 millones de pesos cubanos.
Como muchos otros emprendedores que intentan abrirse paso en este territorio nuevo, Dueñas Casal espera con una mezcla de optimismo y cautela la andanada de negocios estadunidenses que podrían desembarcar en la isla en la medida en que avance el proceso de normalización de las relaciones bilaterales, y con conciencia de las asimetrías existentes entre las dos economías. Que vengan. Sin duda este impulso va a ser positivo. Pero el reto para que nosotros podamos resistir con la competencia de estas empresas globales será inmenso, no sólo por la brecha existente, sino por la mentalidad nuestra, tan diferente.
Asegura que la apuesta de Cuba en esta etapa va por la sostenibilidad, pero con soberanía.
Añade en seguida: “que no crean que van a venir a vendernos espejitos, que nos van a llenar de McDonald’s. Entendemos que habrá empresarios extranjeros que van a chocar con nuestra manera de hacer las cosas. Habrá proyectos que pretendan imponer intereses políticos ajenos a los nuestros. Aquí lo que esperamos es reciprocidad en todo, a pesar de nuestras asimetrías. Y lo ha probado nuestro gobierno: cada paso que dio hacia la normalización de las relaciones fue rápido, pero cauteloso. Para nosotros va a ser igual. Vamos a apreciar su know how; vamos a aprender de su eficiencia. Pero no estamos a la venta”.
Graduados de la revolución
Dueñas Casal se describe como parte de una generación de graduados de la revolución, que decidimos quedarnos aquí y aprovechar esta oportunidad, no sólo para mejorar nuestra economía familiar, sino para abrir un horizonte que hasta ahora parecía cerrado.
En los meses pasados directivos de cooperativas cubanas han viajado a Estados Unidos a reunirse con funcionarios, académicos y empresarios estadunidenses. Recuerda que durante ese intercambio los hombres de negocios de EU escucharon a los líderes emprendedores con incredulidad. Preguntaban: ¿Pero su gobierno les va a dejar hacer eso? Yo no sé si nos creyeron o no, pero nosotros somos el vivo ejemplo del cambio que está ocurriendo aquí.
Dueñas Casal fue marino en un país que en los años noventa se quedó sin marina mercante, por el llamado periodo especial. Egresado de la Vocacional Lenin, una preparatoria de alto rendimiento, graduado en ingeniería naval, se negó a formar parte de la diáspora y la fuga de cerebros. Autodidacta en prácticas de comercio y desarrollo empresarial, decidió tomar el toro por los cuernos a raíz de la resolución que se adoptó en el sexto Congreso del Partido Comunista en 2013, que abrió las autorizaciones para formar cooperativas no agropecuarias, el modelo más novedoso en el sistema.
Es un entusiasta del nuevo modelo: Esto nos está permitiendo no sólo duplicar y hasta triplicar nuestros ingresos personales. También estamos en una perspectiva de prepararnos y preparar a muchos otros jóvenes para que tengan un horizonte aquí y no tengan necesidad de dejar el país.
A la fecha son ya un sector emergente. A fines de junio había registradas más de 500 empresas, con empleos directos para entre entre 5 y 6 mil personas y un impacto de derrama económica más amplia. Incluye experiencias como las de un pequeño paladar –restaurante familiar– que ya consolidado deciden ampliarlo. Puede contar hasta con 50 empleados. Esto la convierte en una empresa pura y dura que funciona en un sistema lo más socialista posible.
Esto se suma a los más de 500 mil empleos directos relacionados con las microempresas llamadas de cuenta propia. Son 13 mil unidades de negocios particulares en una cartera de actividades muy diversas.
En 2013 se amplió la cartera de actividades que pueden cubrir los cuentapropistas y que abarcan cientos de rubros que van desde la gestión de casas de huéspedes y restaurantes hasta talleres mecánicos y textiles.
Han generado empleo directo a 500 mil cubanos y derrama para al menos 2 millones más.
Senius, cooperativa de contadores
La empresa Senius ofrece servicios de soporte administrativo y capacitación al sector estatal y a empresas desincorporadas.Dueñas cita otro caso interesante, el del conocido restaurante La Casona, que era administrada por el Ministerio de Turismo a través de la cadena Palomares. Hoy es una cooperativa.
Se ofrecen todo tipo de servicios a la población, como lavanderías, peluquerías, diferentes talleres y agromercados. Han incursionado incluso, con grandes desafíos, en el área de la construcción, donde están registradas por lo menos 100 cooperativas.
En un universo de una fuerza laboral de 5 millones de trabajadores, según la Oficina Nacional de Estadística e Información, esto es apenas una gota en el mar, pero con un considerable potencial de crecimiento.
Hoy estas empresas cumplen una función social, en principio para amortiguar el desempleo. Nosotros como emprendedores tenemos también responsabilidades; tenemos que cubrir la seguridad social de nuestros empleados. Pero además asumimos funciones no estratégicas que el Estado no puede ni debe seguir desempeñando.
Aunque las cooperativas están todavía en la fase experimental, sus impulsores esperan contar próximamente con una Ley General de Cooperativas Generales, ya que hasta ahora funcionan solamente en el marco de decretos, normas y leyes bancarias.
Se han dado dos formas de transitar hacia las cooperativas no agropecuarias. Una, la más común, es por iniciativa propia, donde de tres a cinco socios presentan al gobierno local su proyecto, éste se aprueba y empieza operaciones. Y también están las inducidas por las propias entidades estatales cuando éstas deciden desincorporar alguna actividad.
Los cooperativistas gestionan un crédito en alguna de las instituciones de la banca central para el capital semilla.
El dinero, incluso, puede venir de Miami. “Pero, ojo –advierte Dueñas–, se equivocan los que piensan que por el monto del capital van a poder dominar a la cooperativa. Cada miembro representa un voto. Es la única forma de garantizar que se mantenga el pacto social con la población”.
El reto principal es cómo hacer sustentables estas empresas.

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