Movimientos populares se unen al “no” de Grecia

CONTRALÍNEA 
 
19. julio, 2015   

Martín Esparza Flores*/Segunda parte
El rotundo “no” del pueblo griego para aceptar la imposición de una política neoliberal de austeridad y recortes al gasto social, incluidas las pensiones, a cambio de nuevos apoyos, vía empréstitos, de organismos financieros como el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), ha despertado un movimiento global de solidaridad a su favor por parte de cientos de organizaciones y movimientos populares en el mundo, que ya en octubre del 2014, y concitados por el papa Francisco, expresaron en la Ciudad del Vaticano la necesidad de empezar una labor de concientización de toda la clase trabajadora para hacer frente común, hasta en los rincones más apartados del planeta, a los cada vez más agrestes embates de la oligarquía y el capitalismo salvaje y depredador de sus trasnacionales.
La avasallante victoria democrática en el país heleno marca un hito en la eternizada lucha de los países pobres contra los países ricos, que tienen bajo su control el manejo de los deshumanizados organismos financieros, y que a través de la imposición de altas tasas de interés en el cobro de sus préstamos han hecho que las deudas externas de muchas naciones sean impagables.
Por ello es de vital trascendencia lo acontecido en Grecia, donde su parlamento impulsa la Auditoría de la Deuda y la Verdad como un mecanismo que permita saber con exactitud cuál es el origen de la multimillonaria deuda, por la que desde hace 1 lustro ha pagado su población con desempleo y pobreza. El gobierno de Alexander Tsipras está abriendo el camino para que no sólo en países de Europa como Italia, España y Portugal –que han pagado un alto costo social por las medidas de austeridad impuestas por los organismos financieros internacionales y acatadas ciegamente por gobiernos de derecha como el de Mariano Rajoy–, sino en las naciones de todo el mundo, se empiece a dar la batalla, con el consenso de sus ciudadanos, en contra de la desmedida voracidad de la oligarquía mundial a cuyos representantes lo que menos les importa es el bienestar de millones de personas.
En tal contexto mundial es importante analizar las encíclicas donde el papa Francisco se ha manifestado en el sentido de la deuda que las naciones ricas tienen con las pobres. En el Primer Encuentro Mundial de Movimientos Populares, convocado por el Vaticano en octubre pasado, el sumo pontífice habló de la necesidad de que en todo el orbe millones de seres humanos tengan derecho a la tierra, a un techo y a un trabajo dignos, beneficios que por la incontrolable ambición de los organismos financieros se han tornado imposibles de alcanzar en buena medida por la complicidad de muchos gobiernos, cuyos políticos han hecho de la deuda externa en sus países el lucrativo negocio de unos cuantos.
En México, y luego de los rescates bancario y carretero, se ha vuelto un acto de consumado cinismo que la clase política convierta la deuda de irresponsables y trinqueteros empresarios en deuda pública, cargando sus costos a millones de habitantes que vía más impuestos y recortes a proyectos productivos y sociales, han pagado las consecuencias en la falta de empleo y la depauperación en su nivel de vida.
Las cabezas de la oligarquía mundial han intentado desdeñar el referéndum griego, bajo el argumento de que todos los países miembros de la Unión Europea están obligados a cumplir sus compromisos financieros, pero el asunto de fondo es que el despertar ciudadano, que ha acompañado a la firme posición del primer ministro Alexander Tsipras, está sacando a flote lo que por muchos años políticos serviles y corruptos que mal gobernaron Grecia nunca se tomaron la molestia de consultar sobre la aceptación de ominosas condiciones, tanto del Banco Central Europeo como del Fondo Monetario Internacional, a sus habitantes. Hasta el momento ningún representante de estos monopolios financieros ha puesto como tema en la mesa de las negociaciones algo que no debía tener precio: el salvar del hambre y la miseria a los ciudadanos griegos y de otros países en el mundo.
En su reciente visita a Ecuador, en el marco de su gira por Centro y Sudamérica, el papa Francisco expresó algunos conceptos que pueden ser una bandera en la desigual lucha del pueblo griego: “En el evangelio –subrayó el Vicario de Cristo– se pueden encontrar las clases para afrontar los desafíos actuales valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones. Sólo ello permitirá que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía tiene toda América Latina”.
Por todo el planeta resulta alentador que el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, iniciado a instancias del papa Francisco, haya nuevamente reunido a cientos de organizaciones sociales y gremiales de todo el mundo ahora en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, donde fue anfitrión el presidente Evo Morales y al que de nueva cuenta acudió el sumo pontífice para dar fe de los acuerdos alcanzados, como parte de su itinerario por el Continente Americano.
Entre las organizaciones presentes se contó a la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, de Argentina; al Movimiento de los Trabajadores sin Tierra, de Brasil; al Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos, de España; a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia; a la Federación de Nacional de Trabajadores y Vendedores Independientes de Guatemala; de igual forma, asistieron representantes de la Ciudad del Vaticano como el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo, de la Academia Pontificia de Ciencias, y ministros católicos del Continente, como el obispo de la Diócesis de Saltillo, Raúl Vera, sin dejar de mencionar la presencia de organizaciones de la India, Italia, Haití, Kenia y Palestina, entre otras muchas.
De los resolutivos del encuentro mundial, al que también asistió el Sindicato Mexicano de Electricistas, quedó de manifiesto que hay muchos puntos en común en la lucha que libran los trabajadores, campesinos y pueblos originarios de todo el mundo en contra de los cada vez más frenéticos embates del neoliberalismo, que alentado por las políticas impositivas de los organismos financieros busca, como en el caso de Grecia, presionar a los gobiernos de decenas de países para que bajo la excusa de atender sus crisis estructurales y los compromisos de pago de los intereses de sus deudas, eleven los impuestos, se atente contra las pensiones, se fomente la desarticulación del trabajo y la contratación colectiva, se criminalice la protesta social y se intenten desarticular y privatizar sectores estratégicos como el educativo, el energético y el de las telecomunicaciones, tal y como ya sucede en México.
Por eso, los acuerdos alcanzados en Santa Cruz de la Sierra permiten suponer que van por buen camino las alianzas estratégicas de los movimientos populares en todo el mundo, pues sólo en el marco de la plena conciencia de la unidad de acción es como se podrán enfrentar a la oligarquía internacional y a sus gobiernos cómplices que se niegan a ser auditados en el tema de sus deudas públicas, cuyos sacrificios siguen cargándose a los más frágiles y desvalidos, como lo ha denunciado el papa Francisco, y que representan la deuda pendiente de las naciones ricas a los países pobres.
Martín Esparza Flores*/Segunda parte
*Secretario general del Sindicato Mexicano de Electricistas
[OPINIÓN] 

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