Encuentro con jóvenes, un remanso para Peña Nieto
Respondiendo además preguntas que se formularon a través de Facebook, Peña Nieto explicó su posición sobre la reunión con Donald Trump, como la opción de diálogo necesario por el bien de México –con breve tropiezo discursivo que convirtió a la estadunidense candidata demócrata en “Hillary Trump”, de inmediato corregido y sin consecuencia. En general reprodujo lo que dijo en una entrevista con Denise Maerker la noche previa y luego en un artículo en El Universal.
En sus respuestas a las preguntas de Facebook, también defendió la iniciativa de matrimonios entre personas del mismo sexo y la autenticidad de su tesis –repitiendo el argumento de su vocero sobre errores metodológicos–, afirmando que con eso se inspiró para concretar las reformas estructurales.
En Palacio Nacional, con el presentador de noticias Ezra Shabot, en sus diferentes intervenciones, Peña Nieto abordó precisamente el tema de las reformas, y marcadamente, la educativa, aprovechando para reducir el conflicto con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) a la resistencia de sus miembros a perder la venta y heredad de plazas para grupos de privilegio.
El mensaje fue directo: no habrá diálogo con la CNTE hasta que vuelvan a clases.
Desde que en días pasados anunció que cambiaría el formato del informe en esta ocasión, Peña Nieto adelantó que explicaría la importancia de las reformas. Y así lo hizo. A pregunta expresa sobre sus bajos indicadores de popularidad y la falta de credibilidad de su gobierno, el titular del Poder Ejecutivo, afirmó que no gobernaba para ser popular sino para ser necesario.
El tema de la popularidad fue persistente en los cuestionamientos de Facebook y al menos en dos de las preguntas de los asistentes. No era un asunto sorpresa, pues inclusive en un video introductorio al encuentro, Peña Nieto expresó:
“Pueden estar seguros de que cumpliré con mi responsabilidad, sin reparar en consideraciones de popularidad personal o costos políticos”.
El perfil
A media tarde, los grupos de jóvenes arribaron a Palacio Nacional revelando su identidad en redes sociales. Algunos fueron convocados al set erigido en el Patio Central, otros ubicados en el salón Tesorería, donde se colocó un mobiliario moderno repleto de computadoras.
Los grupos avanzaron en orden y a lo largo del encuentro mantuvieron la compostura, incomparable el silencio con el de las movilizaciones estudiantiles de 2012 y menos aun con las que protestaban por la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa. Para ellos, apenas si hubo una mención presidencial por una pregunta de Facebook que incluyó otros casos de violencia de Estado. Esos casos están en las instancias correspondientes y si de derechos humanos se trata, la voluntad del mandatario se expuso en su apertura a la cooperación internacional con la OEA y la ONU.
Algunos de los jóvenes eran identificables: la oaxaqueña Tania Eulalia Martínez, premio Nacional de la Juventud 2016, en compañía de un grupo al que llamó “mis compañeros”.
Otro fue el caso de Diana Hernández, funcionaria del Instituto Nacional del Emprendedor, quien, a bordo de un vehículo tipo todo terreno, presumió acudir a Palacio Nacional en compañía de emprendedores.
Funcionarios como Antonio Crestani, director de Vinculación de la Secretaría de Cultura, tuiteó que había recibido a 14 jóvenes creadores que acudían al encuentro.
Y así, en general, los jóvenes fueron pasando para dejar su nombre en una urna que serviría para sortear quien podría preguntar algo al presidente. La coincidencia fue relevante en cuanto a los participantes, pues la mayoría de quienes expusieron sus inquietudes eran de estados gobernados por el PRI, dos de ellos oriundos de Campeche y tres de Hidalgo.
Casi por completo, el tono de las primeras preguntas fue con jóvenes que expresaban su reconocimiento al presidente y pedían más “buenas noticias”, alguno que se “sentía honrado” de estar ahí, y en fin, la mayoría fue soltando inquietudes sobre empleo, o de plano, peticiones de becas académicas y deportivas, apoyo para microempresas, y en algún caso para el programa Prospera.
Sólo al final, José Ramón, un joven que no salió sorteado, pidió la palabra y le espetó a Peña Nieto su escasa credibilidad, los indicadores de popularidad, recordando que si bien el presidente decía no darle importancia a eso, tampoco la población veía concretar acciones. El joven le pidió una respuesta “no coreografiada”.
Fue la única vez en que la improvisación desarticuló a Peña Nieto, quien mezcló fragmentos de lo que ha dicho en los spots de estos días, con algunos datos estadísticos, citándose a sí mismo con su frase sobre las cosas buenas que no se cuentan y rematando con que obras, reformas y acciones están ahí para el que las quiera ver.
Aun cuando en esa y otras preguntas el aspecto de la corrupción fue mencionado (su conflicto de intereses y su conflicto académico, le espetó el joven José Ramón), Peña Nieto no asumió ningún señalamiento y en otros cuestionamientos, principalmente los extraídos de Facebook, presumió que como nunca hay políticos bajo proceso, pero remitió a las facultades de las procuradurías de justicia la sanción a los gobernadores corruptos.
Fin al día del presidente
Antes de iniciar el encuentro, el presidente Enrique Peña Nieto pidió transmitir un video en el que dirigió un mensaje a la nación y a los asistentes. La transmisión oficial, reproducida en diferentes plataformas así como en los canales públicos Once y 22, reprodujo entonces lo que en las monumentales pantallas de Palacio Nacional se observaba.
Ahí recordó que, en el pasado, el 1 de septiembre era llamado el Día del Presidente, que era día inhábil y que durante horas debía escucharse al mandatario en turno hablar. Para Peña Nieto los tiempos cambiaron y llegó la hora de dejar hablar a los demás.
En su mensaje, Peña Nieto admitió que había descontento social, por la violencia, la mala educación, la pobreza y el escaso crecimiento económico. Luego, enlistó una serie de datos estadísticos sobre los beneficiarios de programas, la reducción de tarifas de luz y telefonía, así como de la implementación de las reformas.
Al finalizar su intervención, el mandatario delineó su objetivo para los dos años que le quedan al frente del gobierno, en cinco temas:
La educación de nuestros niños y jóvenes; la lucha en contra de la pobreza; la seguridad y la tranquilidad de los mexicanos; el combate a la corrupción, y el respaldo a la economía familiar.
Fuera quedaron de los cinco ejes, el interés por convertir a México “en un actor con responsabilidad global”.
Finalmente, Peña Nieto cerró su mensaje con una promesa:
“Pueden estar seguros de que cumpliré con mi responsabilidad, sin reparar en consideraciones de popularidad personal o costos políticos. Un mejor México se construye cada día, en equipo, a partir de lo mucho que hacemos bien todos los mexicanos. El futuro hay que construirlo desde hoy, hay que construirlo juntos, a partir del diálogo, las ideas y el trabajo de todos. Hay que seguir cambiando lo que tenga que cambiar. Hay que seguir mejorando lo que sea necesario mejorar”.
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