La mujer indígena que va tras la Presidencia
María de Jesús Patricio
Martín Esparza Flores
En la escena electoral
del próximo año estará presente una candidata de origen indígena que
cuenta con el apoyo otorgado a su favor por mil 482 delegados de 58
pueblos originarios de todo el país, reunidos en San Cristóbal de las
Casas, Chiapas, en el seno del Congreso Nacional Indígena (CNI), con la participación del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
María de Jesús Patricio Martínez,
una mujer de 53 años, originaria de la comunidad nahua de Tuxpan,
Jalisco, y que ha dedicado buena parte de su vida a la difusión de la
medicina tradicional y herbolaria, buscará ante los órganos electorales
su registro como candidata independiente a la Presidencia de la República.
Entre sus objetivos emanados del Concejo Indígena de Gobierno (CIG)
que la eligió además como su vocera, está el tender vasos comunicantes
para visibilizar la lucha que libran por todo el territorio nacional 15
millones de indígenas en la defensa de sus recursos naturales y
comunidades, para crear conciencia entre los sectores de la sociedad
civil, buscando la construcción de un gran movimiento popular que
“desmonte el poder podrido”, sustentado por los
partidos tradicionales y que ha establecido un rumbo donde las etnias
solo ven “un horizonte de muerte y destrucción de nuestras tierras,
familias y vidas”, como se estableció en los acuerdos del trascendente encuentro indígena.
Cuando en octubre pasado trascendió tal propósito, hoy en vías de concretarse,
diversos miembros de la partidocracia se apresuraron a descalificarlo,
mostrando más que intolerancia un fundado resquemor porque este sector
de la población tome en sus manos el derrotero de su
propia lucha en el terreno electoral, luego de haber visto desfilar a lo
largo de los sexenios candidatos de todas las siglas que le han
prometido acceso a la justicia, al bienestar social y económico, solo
como parte de una reiterada demagogia.
Los indígenas saben que para las autoridades las agresiones
y despojos que sufren a manos del crimen organizado son asuntos
relegados en la agenda oficial y que nada harán tampoco para escuchar
sus voces y reclamos ante el saqueo de mayor calado que se avecina con
los megaproyectos energéticos, mineros o carreteros, en contra de sus recursos naturales y sus territorios. Los problemas de los pueblos originarios forman parte de las agresiones sociales en todo el país.
Por eso, la convocatoria popular
que se avecina, llevando como vocera a una mujer indígena nahua, tendrá
como destinarios a los maestros, a los trabajadores, a los campesinos,
pero también a quienes viven de la informalidad lo mismo que a los
pequeños y medianos industriales y comerciantes, hastiados por igual de
sufrir los embates de una política neoliberal que únicamente vela por
los intereses de los consorcios trasnacionales y de los
monopolios locales, olvidándose del desarrollo integral de la economía y
del bienestar de millones de mexicanos; entregando con la complicidad
de los partidos políticos los recursos naturales y la soberanía nacional mediante la imposición de las reformas estructurales.
Ahora sí podrá decirse que el pueblo tendrá una candidata legítima
con la cual analizar sus problemas en común, tendiendo los puentes
para el diálogo y la unidad de todos los sectores sociales en la
construcción de propuestas para luchar por los intereses de las mayorías.
El indudable rechazo social a los partidos se acrecentará conforme la
candidata independiente empiece a recorrer el país con miras a la
elección de 2018.
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