Visión de largo plazo en el entorno global
Visión de largo plazo en el entorno global
El mundo ha progresado como nunca antes en la historia de la humanidad
en los últimos dos siglos. Los avances científicos y tecnológicos han
estimulado el progreso en muchos ámbitos. En general, hay en el mundo un
mucho mayor nivel de bienestar para un porcentaje mayor de la población
que en cualquier otro momento de la historia. De igual forma, los cambios institucionales
en el ámbito internacional que se han dado particularmente a raíz del
fin de la Segunda Guerra Mundial, en especial a partir del
establecimiento de la Organización de las Naciones Unidas en 1945, han
generado un orden normativo que permite plantear y tratar de resolver
numerosos problemas globales.
Los avances científicos
y tecnológicos cada vez mayores, registrados desde finales del siglo
XVIII han logrado, entre muchas otras metas, reducir la mortalidad
temprana de la población y alargar cada vez más la vida de las personas.
A finales del siglo XVIII la población mundial llegó a mil millones de
personas, en 2017 alcanza casi 7 mil 500 millones de seres humanos y en
un escenario intermedio, se prevé que llegue en 2050 a
casi 10 mil millones. Esto es, dentro de 33 años la población del
planeta se incrementará en 2 mil 500 millones de seres humanos. Además,
gracias a los adelantos médicos habrá un importante envejecimiento de la población, lo cual tiene importantes repercusiones sociales y económicas.
Paradójicamente, el creciente desarrollo intelectual
de la humanidad, que ha permitido el dinámico avance de la ciencia y la
tecnología, ha ocasionado también que el progreso material y el
bienestar se logre al costo de una cada vez más acelerada destrucción de
la naturaleza y del medio ambiente. Parece que la humanidad desarrolló
más rápido su habilidad de “hacer” que su capacidad de “comprender”.
Este problema se ha venido señalando sistemáticamente, a
escala internacional, desde hace algunas décadas. Además, nuevas
investigaciones científicas señalan que el proceso de destrucción de la naturaleza
es mucho mayor de todo lo que se había venido sosteniendo
recientemente, aún en los foros globales convocados para solucionar
estos problemas. La destrucción en diversos campos va más allá de los
límites de la recuperación.
En 1972 en el Informe del Instituto Tecnológico de Massachusetts
(MIT) al Club de Roma, titulado “Los límites del crecimiento”, se
planteó claramente, con la evidencia científica disponible, que si el
progreso material y el crecimiento demográfico continuaban basados en
los esquemas sobre los que se estaban realizando, la humanidad
enfrentaría un colapso global en el curso del siglo XXI. Desde esa fecha
se han efectuado numerosas investigaciones científicas al respecto. En
el año 2009 se desarrolló el concepto de los límites planetarios,
por un grupo de 28 científicos con reconocimiento internacional bajo el
liderazgo de Johan Rockstrom y Will Steffen. Este estudio ha sido
recientemente actualizado. El concepto ratifica que desde la Revolución
Industrial de finales del siglo XVIII, la actividad humana se ha
convertido gradualmente en el principal conductor del cambio ambiental
global. Rockstrom y su equipo identificaron nueve sistemas de apoyo a
la vida en el planeta, que son esenciales para que el ser humano pueda sobrevivir
en el mundo. Como lo señala el propio Rockstrom, el crecimiento humano
ha puesto a prueba los recursos de la Tierra, pero nuestros avances
también nos proporcionan la ciencia para reconocer esto y cambiar el
comportamiento. Estos nueve “límites planetarios” nos pueden guiar en la
protección de los ecosistemas que se superponen en nuestro planeta.
En el caso de México,
estamos viviendo la etapa en la que los partidos políticos están en la
fase de las definiciones internas para la selección de sus candidatos
presidenciales. Estará a discusión el modelo de desarrollo del país, en
un contexto político y económico internacional particularmente difícil.
Es importante que en esta discusión se tome la
perspectiva de largo plazo de la solución de la compleja problemática de
México. Además, el crecimiento demográfico del país y el envejecimiento de la población
son determinantes en la formulación de la política del desarrollo.
México tenía en 1900, 13 millones de habitantes. En 2017 somos 123
millones de personas y llegaremos a 150 millones en poco más de veinte
años, en un escenario conservador.
Es desde luego fundamental retomar el camino de un dinámico crecimiento económico,
después de 35 años de un escaso incremento del PIB que en promedio
anual fue de 2.3 por ciento. Asimismo, es determinante fortalecer y
hacer más eficientes los programas para erradicar la pobreza y combatir
la desigualdad. Pero también es necesario articular toda la política del
desarrollo sobre la base del pleno respeto a la naturaleza y el
ambiente. No es suficiente formular la inserción de México en el contexto global
económico y político. Debemos planear la nueva política del desarrollo
sobre un esquema aún inédito en México, de respeto a los límites del
planeta. Se requiere de una amplia revisión y evaluación en la materia.
Todo esto debe efectuarse en el marco del fortalecimiento del Estado de derecho.
En este ámbito, es fundamental atender el clamor social de combatir la
corrupción y la impunidad. El diseño de una eficaz política del
desarrollo debe efectuarse, porque así lo ha expresado la sociedad, en el marco del pleno respeto de los derechos y las libertades fundamentales.
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