“Paquete del veneno”, otra amenaza para la salud de los brasileños
Brasilia, Brasil
Por si no bastaran las nefastas consecuencias derivadas del
congelamiento de los gastos primarios impuesto por el gobierno de Michel
Temer, sobre la salud pública en Brasil pende ahora otra seria amenaza:
el llamado “paquete del veneno”.
Bautizado de ese modo, el Proyecto de
Ley (PL) 6.299/2002 recibió ya por mayoría de votos (18 a favor y nueve
en contra) el visto bueno de la comisión especial de la Cámara de
Diputados encargada de su análisis y presidida por la demócrata Tereza
Cristina, representante de la poderosa bancada ruralista, principal
beneficiaria de la medida.
El PL 6.299 pasará ahora por el tamiz
del plenario de la Cámara baja y de ser aprobado borrará del diccionario
brasileño la palabra “agrotóxico”, sustituyéndola por “producto
fitosanitario” o “producto de control ambiental”. Además, relaja los
controles sobre los mismos al permitir que su uso pueda ser liberado
por el Ministerio de la Agricultura.
Según el relator de la propuesta, el
legislador del Partido de la República (PR) Luiz Nishimori, los cambios
en la legislación vigente son necesarios para “modernizarla”, pues la
misma data del final de la década de 1980 y hoy “la agricultura necesita
de los pesticidas como nosotros necesitamos de los medicamentos”,
arguyó.
Críticos del proyecto, sin embargo,
alertaron reiteradamente y por las más diversas vías sobre los efectos
potencialmente catastróficos que su aprobación tendría para la salud
pública.
Uno de los principales cuestionamientos
contra la propuesta es el hecho que éste restringe la actuación de los
órganos de salud y ambiente en todo el proceso de liberación y control
de los agrotóxicos, concentrando las competencias en el sector de la
agricultura.
Así, el uso de tales productos podría
ser liberado unilateralmente por el Ministerio de Agricultura con
independencia que órganos reguladores como el Instituto Brasileño del
Medio Ambiente y Recursos Naturales Renovables (Ibama) y la Agencia
Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), no hubieran concluido el
análisis de los mismos.
En ese sentido, y durante una audiencia
pública, la directora de Calidad Ambiental del Ibama, Jacimara Machado,
enfatizó que las evaluaciones de riesgo y peligrosidad que realizan esos
órganos son fundamentales.
La realidad brasileña dice que los
agrotóxicos son utilizados de una forma bastante errada en el campo y
por eso toda nuestra preocupación, no solo por la salud de la población
que consume ese producto, sino también por cuenta de la contaminación
del agua, los suelos y el aire, sostuvo.
En ese sentido, y en una declaración
difundida a propósito del análisis en el Congreso del “paquete del
veneno”, la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC)
insistió en que la presencia de esos compuestos en los ecosistemas
terrestres y acuáticos representa un riesgo para los organismos, con
efectos negativos ya reportados.
La literatura científica nacional e
internacional señala que entre los efectos sobre la salud humana
asociados a la exposición a los agrotóxicos los más preocupantes son las
intoxicaciones crónicas, caracterizadas por infertilidad, impotencia,
abortos, malformaciones, neurotoxicidad, y cuadros de neuropatía y
desregulación hormonal.
Además de eso –agregó– hay estudios que
evidenciaron los efectos inmunotóxicos, caracterizados por
inmunoestimulación o inmunosupresión, siendo este último un factor
favorable a la disminución en la resistencia a patógenos o incluso
disminución de la inmunovigilancia, con comprometimiento del combate a
las células neoplásicas llevando a una mayor incidencia de cáncer.
El manifiesto de la SBPC cita asimismo
sendos informes del Ministerio de Salud y de la Agencia Nacional de
Vigilancia Sanitaria (Anvisa). El primero precisa que entre 2007 y 2015
se registraron en Brasil 84 mil 206 notificaciones de intoxicación por
agrotóxicos.
Mientras, el reporte de la Anvisa, que
data de 2013, indicaba que el 64 por ciento de los alimentos en Brasil
estaban contaminados por agrotóxicos y que en apenas 12 años, entre 2000
y 2012, hubo un aumento del 288 por ciento en el uso de estos productos
en el país.
También la investigadora del
Departamento de Geografía de la Universidad de Sao Paulo (USP) Larissa
Bombardi se sumó a los debates en la Cámara y presentó un atlas que
apunta o Brasil como el mayor consumidor mundial de agrotóxicos. Sólo en
2014 fueron usadas 500 mil toneladas, dijo.
Por su parte, y en un artículo publicado
aquí, el diputado federal del Partido de los Trabajadores (PT) Joao
Daniel denunció las presiones de la bancada ruralista en la Cámara por
aprobar el “paquete del veneno”, alegando presuntas pérdidas financieras
para las empresas del sector como consecuencia de demoras en la
aprobación de licencias para el uso de los pesticidas.
El legislador petista trajo a colación
estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que revelan la
ocurrencia en el mundo de 25 millones de casos de envenenamiento por
agrotóxicos por año, con 20 mil muertes registradas.
En Brasil, y de acuerdo con la Fundación
Oswaldo Cruz (Fiocruz), aún cuando existe una gran subnotificación dada
la falta de recursos para la vigilancia en salud, el número de casos de
intoxicación por agrotóxicos en los últimos diez años fue superior a
100 mil, con por lo menos tres 500 fallecidos, abundó.
Joao Daniel significó asimismo que Brasil es, después de China, “el mayor consumidor de venenos agrícolas del mundo”.
Pero mientras la nación asiática
desarrolla un enorme programa de biopesticidas para lograr la
sustitución progresiva de los agrotóxicos, “Brasil va a contramano de
ese proceso e insiste en autorizar la producción y el consumo de veneno
en gran escala”, deploró.
Moisés Pérez Mok/Prensa Latina
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