El problema no es la consulta sino Texcoco
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Autor:
Pablo Gómez
Es falsa la
propaganda de que la consulta sobre el proyecto del aeropuerto en
Texcoco es un problema creado por su convocante, Andrés Manuel López
Obrador. El problema real consiste en la decisión de cambiar de
aeropuerto, lo que, de llevarse a cabo, impondría al país un costo de
más de 300 mil millones y muchos otros estragos.
Enrique Peña Nieto nunca consultó a la
ciudadanía sobre tema alguno. Todo su legado fue impuesto, incluso las
inicuas deudas como las del proyecto de Texcoco.
Es también falso que la consulta
convocada por López Obrador sea ilegal. El que no sea alguna de las que
habla la Constitución (las cuales sólo se pueden efectuar el día de
elecciones), no quiere decir que sea contraria a la legalidad. La
consulta será una un acto de libertad, así del convocante como de
quienes concurran voluntariamente.
Según los contratistas y sus amigos del
gobierno, dejando al margen a los numerosos corifeos, el proyecto de
Texcoco es un asunto exclusivo de los “técnicos”, pero fueron los
políticos quienes tomaron la decisión. Al tiempo, se usarán recursos
públicos de directo desembolso presupuestal y de empréstitos del Estado
con la garantía del cobro de un derecho (TUA) que, como todos, forma
parte de la hacienda pública.
Mas el asunto es de mucha mayor
importancia. Mientras que Peña Nieto decidió emprender una obra
transexenal de grandes dimensiones, la nueva fuerza gobernante del país,
la cual se formalizará el primero de diciembre, no ha simpatizado en
absoluto con el proyecto de Texcoco, pero tendría que financiarlo a
costa de otras infraestructuras.
Los promotores del aeropuerto de Texcoco
como aeródromo único de la ciudad, es decir, con exclusión del Benito
Juárez y, de paso, de la base aérea de Santa Lucía, no consultaron más
que a algunos expertos y a los posibles contratistas. Es comprensible
que hubiera unanimidad. Esa es la clase de consultas a las que está
acostumbrado el viejo grupo hegemónico.
A ese problema original se le agrega un
segundo que consiste en que ya se gastaron varios miles de millones de
pesos en el último año, a toda prisa, para que fuera más difícil una
marcha atrás. De cualquier manera, ese aeropuerto no sería inaugurado
antes de 5 o 6 años.
El único argumento a favor del aeropuerto de Texcoco es el dinero ya invertido.
Otro problema sería el cierre del actual
aeropuerto Benito Juárez a partir del mismo día de la inauguración del
de Texcoco. Al respecto no hay proyectos y mucho menos fondos públicos
de inversión. En el agonizante gobierno de Peña no han pensado en las
gigantescas inversiones que se requerirían para darle un uso distinto,
el que fuera, a una enorme terminal aérea.
Si al nuevo gobierno le corresponde
ahora tomar la decisión, así como también a la Cámara de Diputados en el
momento de la aprobación del presupuesto de 2019, algo en el terreno
político tendría que hacerse. La consulta no será de una amplia
cobertura debido a la precariedad de los recursos disponibles, pero
basta con que lo sea para indicar una tendencia en la opinión popular.
En cualquier escenario, en la consulta no radica problema alguno.
Pablo Gómez
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