Ascenso de Bolsonaro en Brasil y la crisis sistémica de neoliberalismo global
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Autor:
Telesur Telesur
La asunción de
Jair Bolsonaro al poder en Brasil pone una alerta en el tablero
regional, debido a la posible aplicación de una política que parecía
circunscrita exclusivamente, y en términos armamentísticos, a la agenda
de Colombia.
Bolsonaro inaugura una nueva lógica
militar de liderazgo de la ultraderecha desde Brasil para la región.
Basta ver su gabinete y la procedencia del ámbito militar de algunos de
los cuadros centrales de su Partido Social Liberal (PSL). Esta pugna de
nuevos liderazgos y en un país de las dimensiones y proyección económica
en la región y el mundo como Brasil no se queda en la agenda militar
solamente, sino también en la pelea por controlar el espacio geopolítico
de influencias económicas, políticas, religiosas, sociales y culturales
en la región.
En su discurso ya como presidente,
Bolsonaro expresa un continuismo con su agenda electoral y pareciese que
su política se enfila en principio contra dos de sus países vecinos,
que han mantenido hasta hoy el proyecto integracionista bolivariano,
indigenista, sanmartiniano y socialista: Bolivia y Venezuela.
Al mismo tiempo, ha comenzado a atacar a
través de sus asesores económicos al principal socio comercial de
Brasil, que ha mantenido una agenda neoliberal en la región: Argentina, a
la cabeza del Mercado Común del Sur (Mercosur) pro Unión Europea
neoliberal.
La mirada de Bolsonaro a Venezuela
Por otro lado, sus posibles alianzas con
una Colombia neoliberal y con las bases de Estados Unidos ya asentadas
en el territorio de este país estarán por verse, ya que eso desdibujaría
su propia agenda de influencia en la región, en la lógica discursiva de
su propuesta electoral ultra nacionalista y donde tratara de situar ese
liderazgo comercial y militar de Brasil en la región.
Este escenario de pugnas de liderazgo
entre los neoliberales globalizantes como Argentina, Chile o Colombia,
los ultranacionalistas conservadores como Bolsonaro y los países de
agenda socialista bolivarianos se ve con más claridad en América Latina.
Con la llegada de gobiernos de
izquierda, nacional populares, indigenistas y socialistas, se abrió el
debate de hegemonías y contra hegemonías clásicas por el poder
continental desde la colonia hasta hoy en la región.
Este debate, que no se quedó meramente
en retórica sino a través de profundas discusiones, charlas,
conferencias entre gobiernos y movimientos sociales, convirtió a la
región en una especie de gran foro donde se estudiaban procesos
similares de participación social y emancipación post-neoliberales en el
mundo. La incidencia de estos espacios se reflejan hoy en la lucha de
los chalecos amarillos en Francia o la aparición de partidos de corte movimiental
en países de pactos bipartidistas demo-liberales, como Grecia y España,
o la lucha del pueblo Catalán por su independencia también en este
último. En última instancia, este debate surgió como consecuencia de la
crisis del sistema globalizante internacional.
Por ello, desde Venezuela se observa con
mucho cuidado el discurso de Jair Bolsonaro; y es que parece que
últimamente cualquier aspirante a cargos de alto nivel, ya sean
presidenciales o pertenecientes a instituciones regionales como la
Organización de Estados Americanos (OEA); en principio, comienzan sus
campañas electorales hablando mal de Venezuela para luego ir a hacer
discursos en la tarima de frontera desde Brasil o Colombia.
Luis Almagro lo hizo desde la ciudad de
Cúcuta, ubicada justo en la frontera occidental de Venezuela. Allí, y
con un verbo intervencionista y violatorio de las propias reglas de la
carta fundacional de la OEA, el secretario general del organismo de
integración regional lanzó lo que parecía una campaña de aspiraciones,
quizá no sólo del organismo en cuestión sino inclusive presidenciales
hacia su propio país. Esta acción política tuvo una repercusión tremenda
para el Frente Amplio uruguayo, el cual tomó la determinación de
expulsarlo de sus filas de manera unánime, a pesar de que Almagro había
estado manejando esa política intervencionista contra Venezuela de
manera deliberada desde 2016.
El discurso de Almagro, de supuesta
ayuda humanitaria a los venezolanos migrantes catalogándolos de
refugiados, como si en Venezuela existiera una especie de dictadura
persecutoria contra la gente, muestra su alto desconocimiento del
derecho internacional o tergiversación deliberada del mismo, ya que
dicha migración es consecuencia de una política deliberada de cerco
económico e institucional contra Venezuela por parte de los mismos
países, grupos e instituciones que dicen que van a ayudar a los
venezolanos: Estados Unidos, OEA, Mercosur, Grupo de Lima, Unión
Europea, entre otros.
Bolsonaro apeló a esta lógica de campaña
fronteriza, radicalizando su discurso contra Venezuela, al son de los
neoliberales pero en la situación de posicionamiento de su tendencia
ultraderechista y con una política claramente violatoria de los derechos
de los grupos de género y fomentando el cerco y políticas
intervencionistas contra Venezuela.
La ejecución o no de sus planes
regionales están por verse en el corto plazo, aunque no se vislumbra un
escenario positivo. Sin embargo, otros vientos soplan en América Latina
con la llegada de Andrés Manuel López Obrador en México, la fuerza de
Bolivia y de Cuba, el sostenimiento del proceso venezolano a pesar del
cerco y la resistencia de los grupos sociales contra las políticas de
ajuste en países como Argentina o Ecuador. Las propias contradicciones
sistémicas entre derechistas neoliberales y ultranacionalistas también
pintan escenarios de hegemonías y contra hegemonías a lo interno del
capitalismo en medio de la decadencia del sistema globalizante.
Referencia
[1] Kondátriev, Nicolai (2010); “Causas y
consecuencias de la actual crisis económica”, en Pensando el mundo
desde Bolivia; vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. La
Paz, Bolivia.
Luis Tavera*/Telesur*Especialista en política internacional
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