Epidemia pone en evidencia el abandono en que se encuentran los adultos mayores

 
Periódico La Jornada
Martes 7 de abril de 2020, p. 5
La condición de riesgo de las personas mayores ante la pandemia de Covid-19 no la da su edad. Esa vulnerabilidad es consecuencia del largo abandono a este grupo de población y que hoy se potencia no sólo por la emergencia sanitaria, sino también por una sociedad cada vez más productivista y excluyente.
Hoy el mundo entero como nunca está viendo a la vejez. Por primera vez en la historia de la humanidad aquella toma un lugar muy importante. Se les ubica como los más vulnerables, pero esto debe motivar una lectura muy especial, pues lo es porque históricamente no ha sido atendida.
La doctora Verónica Montes de Oca, coordinadora del seminario sobre envejecimiento y vejez, de la Universidad Nacional Autónoma de México, establece lo anterior y alerta: con esta crisis va a peligrar el sentido más social e integrador de la dinámica comunitaria y si bien a diario se demanda cuidar a las personas mayores, podría llegar un momento en que se genere una suerte de estigmatización hacia ellas. Por eso se debe tener mucho cuidado al hablar de su condición como población vulnerable, puntualiza.
En México, 30 por ciento de quienes se ubican en la tercera edad están sanos, son funcionales, mientras en el resto hay una fuerte presencia de diabetes, de hipertensión, de obesidad y todo ello tiene mucho que ver con la desigualdad, con la desinformación, con la falta de insumos y de regulación en materia de los alimentos.
Se trata, en suma, de un grupo olvidado por las políticas públicas: sin seguridad social, desnutrido, obligado a seguir trabajando para ganar algo, y ante tal panorama hoy se está exponiendo muchísimo al contagio por coronavirus.
Y no es sólo por eso. La investigadora alerta sobre la insuficiente regulación que tienen los asilos y otros centros de acogida para ancianos, porque ni siquiera se sabe cuántos existen y prácticamente cualquiera puede instalarlos.
Insiste: los viejos no son vulnerables per se. Se trata de un proceso que se hace en sociedad, y ésta va dejando de lado a las personas con discapacidad, a los de mayor edad, a los enfermos, porque esa sociedad se ufana y enorgullece de ser productivista, es discriminatoria, excluyente. Y así se produce la vulnerabilidad que se ha magnificado por el virus.
Particulariza en el tan mencionado a últimas fechas sistema inmunológico de las personas. Todo mundo habla de éste como si fuera algo biológicamente dado y no es así: también tiene clase social, género, etnia y puede cargar las desigualdades acumuladas de dos o tres generaciones. Es una producción de lo social, por trabajos de riesgo, por determinantes que propician por ejemplo la diabetes y, en general, la calidad de vejez que estamos viviendo.
La investigadora ubica como positiva la acción del gobierno de otorgar una pensión universal a las personas mayores, pero sabemos que es insuficiente. Ellos han sabido optimizar los pocos recursos que tienen, pero ahorita ya no es solamente eso, porque no podrán ni comprar. Les dará cierta tranquilidad síquica frente a cualquier enfermedad o situación, pero no resolverá la desigualdad acumulada. Se necesita un sistema articulado de cuidados donde estén todos.
Critica, eso sí, el pobre papel que ha jugado la Secretaría de Trabajo en esta emergencia sanitaria, porque está jalando más para favorecer a la iniciativa privada que a la fuerza de trabajo.
La gente dice: “‘si no trabajo, no como’ y tiene toda la razón. Por eso deben articularse estrategias de apoyo”, apunta la investigadora.

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