“¿Lo ha visto? Me dicen que por aquí limpia vidrios”: la madre de uno de los 43 en Mexicali
El lunes 21, a las 12 del día, los padres de familia de los estudiantes visitaron tres albergues y peinaron la zona centro del viejo Mexicali en busca de Jorge Antonio, luego de que el pasado martes 15 la madre de éste encontró una fotografía que se subió a las redes sociales del colectivo “Madres buscando a sus tesoros”.
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Marco Antonio Meyer, subdirector de área de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB), además de autoridades estatales y elementos de la Guardia Nacional, acompañaron a los padres para rastrear avenidas y zonas donde se ubica gente en situación de calle. Llevaron consigo la fotografía de un joven que desde el 6 de julio se subió a la página de Facebook y fue vista por familiares de los normalistas la semana pasada.
Este martes, a partir de las 11 de la mañana, el grupo de búsqueda se trasladó a la casa de asistencia Maná, perteneciente a la iglesia católica San Lucas, de la colonia Nacozari, donde se proporciona alimento a personas migrantes y a gente en situación de calle.
Al muchacho se le ha buscado en los principales puntos de reunión donde se ubican las personas en tránsito y que carecen de un hogar físico.
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Después de la casa de asistencia, los padres y sus acompañantes se trasladaron al Albergue del Hijo Pródigo, donde se aseguró que el joven que aparece en la fotografía ha pasado algunas noches.
Sin lágrimas y con una fuerza electrizante, la señora Hilda repetía como letanía a quienes se encontraba en cada uno de estos lugares si habían visto al chico de la imagen, para de inmediato mostrar una de las últimas tomas fotográficas que le hizo a su hijo Jorge Antonio, antes de la fatídica madrugada del 26 al 27 de septiembre de 2014. La respuesta: “búsquelo en La Línea, ese muchacho anda limpiando vidrios”.
El grupo de búsqueda tomó entonces dirección a la garita internacional y de nuevo se detuvo ante cada uno de los vendedores ambulantes dispersos a lo largo de la línea de autos que espera cruzar la frontera hacia el vecino país, Estados Unidos. “¿Lo ha visto? Me dicen que por aquí limpia vidrios. Dicen que trae un perrito con él”, repite la madre ante haitianos –vendedores ambulantes– que lo mismo ofrecen agua fresca que sombreros para cubrirse del sol o toallas para limpiar vehículos.
La respuesta es un continuo no, pero eso no hace desfallecer a doña Hilda y su amigo de lucha, Emiliano Navarrete. Los 46 grados de temperatura parecen aumentar a medida que se avanza entre los carros que hacen fila para cruzar la garita.
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