Candidata sin consenso

Las cifras escriben su epitafio

Martín Esparza

Al remitirnos al frío pero elocuente análisis de las cifras electorales con las que Josefina Vázquez Mota ganó la candidatura del PAN a la Presidencia de la República, podemos observar que la desmedida euforia y la pirotecnia con que se anunció su triunfo resultaron parte de un chusco montaje mediático, sin un consenso real de apoyo, ya no digamos de la ciudadanía, sino de los propios simpatizantes de Acción Nacional.

Amén de que los panistas resultaron ser una calca azul de los vicios que tanto criticaron al PRI, cuando eran oposición: el derroche de recursos públicos, el acarreo y la coacción a los votantes, lo mismo que la compra de conciencias y hasta “embarazo” de urnas, fueron algunas de las irregularidades que se presentaron en su elección interna que, pese a lo gravoso de su operación, no garantizó ni limpieza y menos equidad a los participantes. Enviaron a la opinión pública el mensaje de que también ellos son muy capaces en el arte de las chapuzas electorales. Faltaba más.

Echando números y analizando su lectura política, se puede afirmar que el ganador de la elección interna panista fue el abstencionismo. En junio pasado el PAN informó que de acuerdo con su Padrón Nacional de Miembros, contaban en todo el país con un total de un millón 759 mil militantes, de los cuales, 208 mil eran activos y el resto adherentes. O sea, que tenían su credencial de afiliación debidamente protocolizada, pero sin estar inmersos, directamente, en las labores partidistas.

El cómputo final de los comicios del blanquiazul arrojó un total de 490 mil 66 votos emitidos, resultando ganadora Vázquez Mota en 24 estados de la república, llevándose a su causa el 53,9 por ciento de los sufragios, unos 264 mil votos; Ernesto Cordero llegó apenas al 38,9 por ciento sumando a su favor unos 191 mil votos; y, por último, Santiago Creel que con su raquítico 6,1 por ciento apenas arañó los 30 mil votos.

¿Cuántos de los adherentes del PAN votaron? Apenas el 28 por ciento; es decir, que los precandidatos enlistados no fueron capaces de despertar el interés de su militancia dándose el caso de que muchos de quienes acudieron a emitir su sufragio lo hicieron por abierta consiga, pues apenas se dieron de alto, hace unas semanas, como militantes.

De esta forma, del millón 759 mil adherentes de Acción Nacional en México, un millón 269 mil manifestaron su desinterés por el proceso. Peor se pone el escenario a futuro para la candidata del PAN si se realiza la resta aritmética de ese total de simpatizantes a los únicamente activos (208 mil), quedando un total redondeado de un millón 551 mil adherentes. Si restamos de los 490 mil votos emitidos, los 208 mil de los militantes activos, tenemos entonces que militantes simpatizantes sólo votaron 282 mil, y si éstos los restamos del total de simpatizantes, tenemos que apenas un poco más del 18 por ciento de los adherentes no activos acudió a las urnas.

Como ya lo anotamos resulta un mal presagio para la abanderada de Acción Nacional que ni con todos los millonarios recursos públicos empleados, los panistas lograron despertar el interés de su propia militancia. ¿Acaso piensa la ex coordinadora parlamentaria que sus 264 mil votos le alcanzarán para ganar la elección presidencial en julio próximo?

Eso sin contar con las explicaciones que como candidata del PAN tendrá que dar a los millones de mexicanos que en el actual sexenio han pasado de la pobreza a la miseria extrema, que se han quedado sin empleo y que se han sumado a los 45 millones de connacionales que enfrentan la llamada por la ONU “pobreza alimentaria”, luchando por mal comer al menos una vez al día.

Por eso, las sonoras campanas que Josefina echó al vuelo tras su pírrica victoria pueden anunciar en los próximos meses no la alegoría de un triunfo sino la nostalgia de un funeral político que se avecina para su partido. Las cifras ya empezaron a escribir su epitafio.

Fuente

Comentarios