El grano, alimento básico y parte de la cultura de los mexicanos
Angélica Enciso L. y Blanche Petrich
Periódico La Jornada
Lunes 13 de febrero de 2012, p. 3
En la feria del maíz y la tortilla, en Santiago Tepalcatlalpan, XochimilcoFoto Notimex
México no sólo es el centro de origen del maíz, que junto con el trigo y el arroz alimenta a la humanidad. Para los pobladores es, además, un alimento básico. Más aún, para muchos pueblos indios es un dios o un hijo, o su carne.
Hasta hoy los científicos han detectado alrededor de 70 razas distribuidas en prácticamente todo el territorio nacional, con excepción de algunas extensiones, o demasiado áridas o muy escarpadas, de Chihuahua, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y la península de Baja California. No porque allí no existan centros de origen, sino porque no se tiene información, indica la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Zapalote, olotillo, tepecintle, bolita, cacahuacintle y tuxpeño son algunas de esas razas. Hay blancas, amarillas, rojas, azules y negras. También color crema o casi anaranjado. Existen granos jaspeados, moteados, pintos.
En la cosmovisión indígena hay un vínculo especial de los seres humanos con el maíz.
Una de las primeras representaciones que recorrieron Mesoamérica fue la del dios olmeca del maíz, cuya cultura estaba fundada en su cultivo y floreció entre mil 500 y 3 mil años antes de Cristo, señala el libro Origen y diversificación del maíz, de la Conabio.
Según los escritos del Popol Vuh, las antiguas historias del Quiché, antes del tiempo, cuando no existía la faz de la tierra, el creador, los sabios y los progenitores se pusieron a pensar y resolvieron que debía aparecer el hombre. Lo hicieron con mazorcas blancas y amarillas.
Johannes Neurath, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica que para los huicholes "el hecho de que el maíz se deje comer implica que es un ancestro que se sacrifica en beneficio de sus descendientes. Pero el grano no solamente es un ancestro; como planta de maíz es esposa del agricultor, y en forma de elote es su hijo".
"Vivimos del maíz; somos los guardianes de conservar los cinco colores que nos heredaron nuestros antepasados. No negociamos con el maíz, lo sembramos para la subsistencia de las familias. Es la base de la alimentación fundamental", dice Santos de la Cruz, uno de los voceros de esas comunidades.
En muchos pueblos indígenas los "espíritus" del maíz son deidades: Dhipak, Chicomexochitl, Teopilziltin y Centiopil, refiere Yolotl González, del INAH, en un artículo de la revista digital Dimensión antropológica.
La siembra del maíz va ligada con la milpa, donde se cultivan calabaza y chile. Data de tiempos prehispánicos y mantiene su vigencia. Dentro de la estrategia tradicional de muchos grupos indígenas la milpa es el principal sostén de la economía campesina y ha enriquecido la diversidad agrícola.
Del maíz se utilizan las hojas, mazorcas y granos de cientos de maneras distintas. Se cultiva en zonas a nivel del mar, áridas, regiones templadas, ambientes cálidos y húmedos, como en terrenos planos y en pronunciadas laderas, en diferentes épocas del año y bajo múltiples sistemas de manejo.
Mapa del maíz
Luego de años de investigación, ya se cuenta con un mapa oficial de ubicación del centro de origen del grano y sus parientes silvestres en México. El mapa forma parte del acuerdo que determina los centros de origen y los centros de diversidad genética del maíz en el territorio nacional enviado a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria por las secretarías de Medio Ambiente (Semarnat) y de Agricultura.
Francisca Acevedo, coordinadora de análisis de riesgo y bioseguridad de la Conabio, organismo científico de la Semarnat, explica que, según la ley, en cualquier sitio donde se detectaron maíces criollos, y sus parientes silvestres, el teocintle y el tripsacum, "no se puede ni soñar en sembrar transgénicos". La mayor parte del territorio queda cubierta por esa regulación. Solamente en las zonas que quedan fuera del centro de origen, que son básicamente los estados del norte, la autoridad puede analizar las solicitudes para liberar maíz transgénico, "aunque no está obligada a decir que sí".
La Conabio obtuvo esta información a partir de una convocatoria para sistematizar los datos existentes en cuanto a la detección de razas de maíz. Participaron alrededor de mil proyectos y 180 investigadores, pero de sitios donde se realiza agricultura comercial, como Sinaloa, no hubo ningún investigador, y por eso de allí no se tiene documentada la presencia de razas, indica.
Elena Álvarez Buylla, coordinadora del laboratorio de genética molecular de desarrollo y evolución de plantas del Instituto de Ecología de la UNAM, considera que con un esfuerzo de colecta mayor se puede encontrar más maíz tradicional. "Las empresas (interesadas en el cultivo del grano transgénico) no están contentas con el mapa, pero les sirve para tener certidumbre legal."
Fuente
Periódico La Jornada
Lunes 13 de febrero de 2012, p. 3
En la feria del maíz y la tortilla, en Santiago Tepalcatlalpan, XochimilcoFoto Notimex
México no sólo es el centro de origen del maíz, que junto con el trigo y el arroz alimenta a la humanidad. Para los pobladores es, además, un alimento básico. Más aún, para muchos pueblos indios es un dios o un hijo, o su carne.
Hasta hoy los científicos han detectado alrededor de 70 razas distribuidas en prácticamente todo el territorio nacional, con excepción de algunas extensiones, o demasiado áridas o muy escarpadas, de Chihuahua, Sinaloa, Durango, Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León y la península de Baja California. No porque allí no existan centros de origen, sino porque no se tiene información, indica la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Zapalote, olotillo, tepecintle, bolita, cacahuacintle y tuxpeño son algunas de esas razas. Hay blancas, amarillas, rojas, azules y negras. También color crema o casi anaranjado. Existen granos jaspeados, moteados, pintos.
En la cosmovisión indígena hay un vínculo especial de los seres humanos con el maíz.
Una de las primeras representaciones que recorrieron Mesoamérica fue la del dios olmeca del maíz, cuya cultura estaba fundada en su cultivo y floreció entre mil 500 y 3 mil años antes de Cristo, señala el libro Origen y diversificación del maíz, de la Conabio.
Según los escritos del Popol Vuh, las antiguas historias del Quiché, antes del tiempo, cuando no existía la faz de la tierra, el creador, los sabios y los progenitores se pusieron a pensar y resolvieron que debía aparecer el hombre. Lo hicieron con mazorcas blancas y amarillas.
Johannes Neurath, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), explica que para los huicholes "el hecho de que el maíz se deje comer implica que es un ancestro que se sacrifica en beneficio de sus descendientes. Pero el grano no solamente es un ancestro; como planta de maíz es esposa del agricultor, y en forma de elote es su hijo".
"Vivimos del maíz; somos los guardianes de conservar los cinco colores que nos heredaron nuestros antepasados. No negociamos con el maíz, lo sembramos para la subsistencia de las familias. Es la base de la alimentación fundamental", dice Santos de la Cruz, uno de los voceros de esas comunidades.
En muchos pueblos indígenas los "espíritus" del maíz son deidades: Dhipak, Chicomexochitl, Teopilziltin y Centiopil, refiere Yolotl González, del INAH, en un artículo de la revista digital Dimensión antropológica.
La siembra del maíz va ligada con la milpa, donde se cultivan calabaza y chile. Data de tiempos prehispánicos y mantiene su vigencia. Dentro de la estrategia tradicional de muchos grupos indígenas la milpa es el principal sostén de la economía campesina y ha enriquecido la diversidad agrícola.
Del maíz se utilizan las hojas, mazorcas y granos de cientos de maneras distintas. Se cultiva en zonas a nivel del mar, áridas, regiones templadas, ambientes cálidos y húmedos, como en terrenos planos y en pronunciadas laderas, en diferentes épocas del año y bajo múltiples sistemas de manejo.
Mapa del maíz
Luego de años de investigación, ya se cuenta con un mapa oficial de ubicación del centro de origen del grano y sus parientes silvestres en México. El mapa forma parte del acuerdo que determina los centros de origen y los centros de diversidad genética del maíz en el territorio nacional enviado a la Comisión Federal de Mejora Regulatoria por las secretarías de Medio Ambiente (Semarnat) y de Agricultura.
Francisca Acevedo, coordinadora de análisis de riesgo y bioseguridad de la Conabio, organismo científico de la Semarnat, explica que, según la ley, en cualquier sitio donde se detectaron maíces criollos, y sus parientes silvestres, el teocintle y el tripsacum, "no se puede ni soñar en sembrar transgénicos". La mayor parte del territorio queda cubierta por esa regulación. Solamente en las zonas que quedan fuera del centro de origen, que son básicamente los estados del norte, la autoridad puede analizar las solicitudes para liberar maíz transgénico, "aunque no está obligada a decir que sí".
La Conabio obtuvo esta información a partir de una convocatoria para sistematizar los datos existentes en cuanto a la detección de razas de maíz. Participaron alrededor de mil proyectos y 180 investigadores, pero de sitios donde se realiza agricultura comercial, como Sinaloa, no hubo ningún investigador, y por eso de allí no se tiene documentada la presencia de razas, indica.
Elena Álvarez Buylla, coordinadora del laboratorio de genética molecular de desarrollo y evolución de plantas del Instituto de Ecología de la UNAM, considera que con un esfuerzo de colecta mayor se puede encontrar más maíz tradicional. "Las empresas (interesadas en el cultivo del grano transgénico) no están contentas con el mapa, pero les sirve para tener certidumbre legal."
Fuente
Comentarios