Economía Moral
Julio Boltvinik
Opinión Periódico La Jornada
El presidente del IFE
sostiene que el fraude es imposible; él, Calderón y Vázquez Mota (JVM)
se apresuran a declarar ganador a Peña Nieto (EPN); la elección fue
limpia y transparente, señalan prestos los comentaristas al servicio de
los poderes dominantes (la comentocracia); ganaron México y la
democracia, declaran triunfalistas EPN y el PRI; el príncipe azul ungido
rey por el establishment, anuncia que enviará iniciativas para, ahora
sí, llevar a cabo las reformas estructurales (de derecha habría que
añadir). Pero pronto se les cayó el teatrito. Los jóvenes del #YoSoy132
marcharon el mismo lunes 2 de julio en el DF al grito de ¡fuera Peña!
(hubo marchas también en otras ciudades), y leyeron un comunicado en
rechazo a la imposición de EPN. Ese mismo día AMLO anunció que impugnará
la elección, ejerciendo el derecho establecido en la legislación
nacional al respecto, provocando la ira de la comentocracia:
Uno se pregunta por qué el PRI se habría de lanzar a la compra masiva
de votos (con los riesgos que conlleva) si, según Consulta Mitofsky
(Roy Campos), cuyas encuestas anuncian sus resultados en horario triple A
de Televisa y son, por tanto, las encuestas más influyentes en la
construcción social del ganador, unos días antes de la elección EPN
seguía muy arriba de AMLO (16 puntos porcentuales) y, según
GEA-ISA-Milenio (que también tiene su propio canal de tv) la ventaja de
EPN era de 18 puntos (8.6 millones de votos). La única respuesta posible
es que en el PRI sabían que esas encuestas estaban muy lejos de la
verdad (porque las propias les decían otra historia) aunque Gómez Leyva
(en Milenio) y Mitofsky (en Televisa) aseguraran que enunciaban la
verdad científica. Las encuestadoras cumplieron la función de establecer
como verdad científica que la gente iba a votar por EPN, lo cual fue el
segundo paso en la construcción artificial del ganador. El primero fue
el establecimiento por parte de Televisa de la imagen de EPN como
príncipe azul de la política al lado de su princesa Gaviota, lo cual ha
sido narrado por The Guardian y en Proceso por Jenaro Villamil (véase el
número 1861 del 2 de julio). Pero algo falló en el camino que obligó a
acudir a la compra masiva de votos: se interpuso la testarudez de AMLO y
la irrupción casi milagrosa del #YoSoy132. La visión que quisieron
establecer las encuestadoras al inicio de la campaña fue que EPN era el
ganador indiscutible y que AMLO estaba en lejano tercer lugar y fuera de
la pelea (según Buendía y Laredo-El Universal, a 33 puntos porcentuales
de EPN). Aunque desde finales de abril AMLO empieza a figurar en la
mayoría de las encuestas en segundo lugar, casi todas mantuvieron hasta
el final de junio la visión de que el primer lugar ya estaba asegurado
por EPN y que todavía había una disputa por el segundo lugar entre AMLO y
JVM. Consulta Mitofsky en su última encuesta antes de las elecciones
daba sólo una distancia de 5 puntos porcentuales entre AMLO y JVM, lo
cual, dado el margen de error de ± 3.1 puntos declarado por la encuesta
(muy subestimado) equivale a un empate técnico.López Obrador no acepta su derrota, tituló el Milenio el martes 3. Como dijo Julio Hernández (05/07/12) en una muy lúcida entrega de Astillero:
Muy poco duró el barniz de limpieza y legalidad sobre el rostro del dinosaurio mapache. Y remató:
una candidatura de telenovela que acaba en escándalos de supermercado bajo compras de pánico. Las fotografías de los tumultos en Soriana publicadas por La Jornada y Reforma esta semana, más los testimonios de muchas personas, son prueba irrefutable que hubo compra masiva de votos. La nota del Reforma (p.3) dice:
Cientos de personas que vendieron su sufragio a cambio de uno o más monederos electrónicos cargados con 100 pesos cada uno canjearon ayer por mercancías y alimentos sus tarjetas del Aprecio.
Nos las dieron a los que votamos por Peña Nieto, dice el reportero que “explicó una vecina de la colonia Lago Azul de Nezahualcóyotl. Se desató el pánico por
el temor a que se descubriera el fraude, lo que
abarrotó las tiendas de la cadena Soriana. En toda una paradoja ética, un vendevoto expresó, ante el rumor de que iban a cancelar los monederos electrónicos:
Son fregaderas porque nosotros ya votamos. (La Jornada, 3/7/12, p.33).
Gómez-Leyva (al parecer la persona responsable en Milenio de
la contratación de encuestas) que se había pasado los tres meses de
campaña elogiando su propia encuesta de seguimiento diario y admirando
la robustez del voto por EPN al que nada parecía hacer bajar, pidió una
disculpa a los televidentes y lectores (como si con ello remediara el
grave daño social que había contribuido a infligir):
Dicho esto, anuncia que Milenio se retira de la contratación de encuestas electorales. Aguilar Camín, el mismo día en el mismo diario, señaló:
Abundis, director de Parametría (cuyas encuestas publica El Sol de México) ha circulado un escrito titulado
“…los medios hicieron de nuestras mediciones un espectáculo mediático. Tal vez el mejor ejemplo es GEA-ISA con Milenio Diario. Una vez que el espectáculo se acabó, el medio no asume responsabilidad y simplemente decide deslindarse del investigador, incluso ofreciendo disculpas. Fue el medio el que dijo que eran predicciones, no el investigador. El medio se exculpa responsabilizando al investigador, cuando es el medio el que creó la percepción del pronóstico”.
Son muchas las razones por las cuales las encuestas pueden desviarse gravemente de los resultados efectivos ocurridos. Una de ellas es que la diversidad regional del voto no puede ser captada por una encuesta que sólo cubre 100 secciones electorales (SE), de un total de más de 70 mil. La gráfica muestra que la más alta variabilidad del voto por entidad federativa es la del voto por AMLO: de 59.2 por ciento en Tabasco a 12.9 por ciento en Guanajuato (rango de 46.3 puntos); el de JVM va de 6 por ciento en Tabasco a 41.6 por ciento en Tamaulipas (35.6 puntos); y el del voto por EPN es de 25.3 puntos (el 55 por ciento del de AMLO): de 51.2 por ciento en Zacatecas hasta 25.9 por ciento en el DF. Estos diferenciales entre candidatos en la dispersión del voto obligarían a las encuestas a calcular márgenes de error específicos para el voto de cada candidato (como hizo la organizada por el Observatorio Universitario Electoral y levantada por Berumen, pero que no hace ninguna otra). La gráfica muestra, además, que al ir bajando el porcentaje de voto por AMLO (de izquierda a derecha en la gráfica) por entidad federativa va subiendo significativamente el porcentaje del voto por JVM y sube también, pero muy poco, el voto por EPN.
Editorialmente, no hay justificación que valga. Anunciamos el miércoles, luego de 100 días consecutivos de medición y publicación, que EPN superaría por 18 puntos a AMLO. EPN le ganó por 6.5. Falló la encuesta de seguimiento diario Milenio-GEA-ISA. Por eso una disculpa a nuestros televidentes y lectores, leales compañeros en estos tres meses de emocionante travesía. Fallamos en lo más valioso: la precisión informativa.
Dicho esto, anuncia que Milenio se retira de la contratación de encuestas electorales. Aguilar Camín, el mismo día en el mismo diario, señaló:
Se equivocaron las encuestadoras dominantes y quienes tomamos sus resultados como guía de lo que pasaría en la elección. Atinaron las encuestadoras que se salieron entre 10 y 7 puntos del promedio dominante y aparecieron en su momento outliers, aberraciones: María de las Heras, Grupo Reforma, Ana María Covarrubias, Edmundo Berumen.
Abundis, director de Parametría (cuyas encuestas publica El Sol de México) ha circulado un escrito titulado
¿Por qué fallaron las encuestas?en el cual señala:
“…los medios hicieron de nuestras mediciones un espectáculo mediático. Tal vez el mejor ejemplo es GEA-ISA con Milenio Diario. Una vez que el espectáculo se acabó, el medio no asume responsabilidad y simplemente decide deslindarse del investigador, incluso ofreciendo disculpas. Fue el medio el que dijo que eran predicciones, no el investigador. El medio se exculpa responsabilizando al investigador, cuando es el medio el que creó la percepción del pronóstico”.
Son muchas las razones por las cuales las encuestas pueden desviarse gravemente de los resultados efectivos ocurridos. Una de ellas es que la diversidad regional del voto no puede ser captada por una encuesta que sólo cubre 100 secciones electorales (SE), de un total de más de 70 mil. La gráfica muestra que la más alta variabilidad del voto por entidad federativa es la del voto por AMLO: de 59.2 por ciento en Tabasco a 12.9 por ciento en Guanajuato (rango de 46.3 puntos); el de JVM va de 6 por ciento en Tabasco a 41.6 por ciento en Tamaulipas (35.6 puntos); y el del voto por EPN es de 25.3 puntos (el 55 por ciento del de AMLO): de 51.2 por ciento en Zacatecas hasta 25.9 por ciento en el DF. Estos diferenciales entre candidatos en la dispersión del voto obligarían a las encuestas a calcular márgenes de error específicos para el voto de cada candidato (como hizo la organizada por el Observatorio Universitario Electoral y levantada por Berumen, pero que no hace ninguna otra). La gráfica muestra, además, que al ir bajando el porcentaje de voto por AMLO (de izquierda a derecha en la gráfica) por entidad federativa va subiendo significativamente el porcentaje del voto por JVM y sube también, pero muy poco, el voto por EPN.
Barras y alogaritmos . . . . . .
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