Quien no lo conozca que lo compre
Calderón en Harvard… ¡go home¡
Martín Esparza Flores
Revista Siempre!
Seguramente que a unos días de que
comiencen los cursos de primavera en la Universidad de Harvard —el
próximo 28 de enero—, el presidente de la prestigiada institución, Drew
Gilpin, se estará lamentando por el error cometido al incluir como
integrante del programa Global Angelopoulos de Líderes Públicos y
miembro de la comunidad académica de su plantel, Jonh F. Kennedy, al
expresidente Felipe Calderón Hinojosa.
Hasta el escritorio del ilustre
catedrático estadounidense así como al de connotados maestros eméritos
de la afamada casa de estudios, como es el caso del decano profesor
David T. Ellwood, han llegado un sinfín de cartas y documentos
binacionales que avalan con más de 25 mil firmas su rechazo para impedir
que el exmandatario mexicano les vaya a tomar el pelo a los alumnos de
Harvard, abusando, tal vez, de la ingenuidad y buena fe de sus
autoridades.
Podríamos advertirles a los vecinos del
norte que bien dice el dicho manufacturado en nuestro país: “Quien no lo
conozca, que lo compre”. Porque los mexicanos, que sabemos de las
exiguas capacidades y torpezas intelectuales de Calderón, no lo queremos
ni regalado. Si acaso lo deseamos de vuelta para colocarlo no al frente
de una cátedra sino en el banquillo de los acusados para que responda
por los mil y un estropicios que cometió en el país. También lo reclaman
en la Corte Penal Internacional donde tiene dos denuncias pendientes.
Sin aventurarnos al uso de términos
peyorativos podemos afirmar que a Calderón de nada le valieron sus
estudios de abogacía ni sus maestrías en economía y administración
pública, en los hechos actuó como un perfecto ignorante de las leyes en
la materia. Y si acudió a las aulas, seguramente pasó de noche.
Prueba indubitable de su desconocimiento
jurídico fue la mal planteada extinción, signada de su puño y letra, de
Luz y Fuerza del Centro de octubre del 2009, que arrojó a la calle a 44
mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), dejando
en total desamparo a sus familias. Sus argumentos de causa de fuerza
mayor y caso fortuito fueron desechados por los magistrados del Segundo
Tribunal Colegiado en Materia de Trabajo, el 13 de septiembre del pasado
año.
Inaceptable que, no sólo como abogado
sino como presidente, Calderón no se haya percatado de la gran
contradicción en que cayó su gobierno al aducir inexistentes causales
pasando por alto las más elementales reglas del Estado de Derecho.
Otra de sus mendacidades legales, su
reforma laboral, ya está acumulando miles y miles de amparos en su
contra por los atropellos que contiene en cuanto a dejar a millones de
trabajadores en la peor de las indefensiones jurídicas, condenándolos a
la precarización de su mano de obra y la negación de sus más elementales
derechos humanos como lo es el propio derecho al trabajo y a la
estabilidad laboral, en una indignante regresión a sus conquistas
adquiridas y plasmadas en la Constitución de 1917.
Estos y otros aberrantes temas deben ser
conocidos por los estudiantes de Harvard, como también cifras tales como
los más de 70 mil muertos, 25 mil desaparecidos y miles de viudas,
huérfanos y desplazados que dejó su errada lucha contra el crimen
organizado por todo el país, sin dejar de mencionar la disparada deuda
pública de más de cinco billones de pesos y los 10 millones de pobres
que abonó a la miseria nacional su política económica del desempleo.
El exmandatario no reúne el perfil, ya no
digamos de un catedrático, sino al menos de un profesor de medio pelo, y
dista mucho de ser un “líder mundial” que pueda enseñar algo de
provecho a los estudiantes de Harvard, que con justa razón podrán
decirle: “Calderón, ¡go home¡”
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