La ‘Biblia’ militar de la ‘guerra’ de Calderón
12 de julio de 2014
Destacado
Felipe Calderón y Guillermo Galván, exsecretario de la Defensa. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO, D.F. (Proceso).-Felipe Calderón
quería una guerra y así lo transmitió el exsecretario de la Defensa
Nacional, Guillermo Galván, a sus hombres. Había que ir contra “el
enemigo”, desarrollar “esquemas de combate”, apoyarse en “tropas
amigas”, tener “amplia libertad e iniciativa” y disponer del mayor
“fuego” posible para arremeter contra “los blancos” fijados por “la
visión presidencial”.
Así fueron las órdenes de los entonces comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Felipe Calderón, y del Alto Mando del Ejército, el ahora general retirado Galván, en la “guerra al narcotráfico” de Calderón, de acuerdo con informes clasificados como secretos de la secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
El saldo de esa guerra, en el que se incluyen las acciones violentas de los cárteles de la droga, fue de más de 70 mil muertos, miles de desaparecidos, más de 20 mil desplazados, decenas de “bajas colaterales” y miles de denuncias en contra de las Fuerzas Armadas por torturas y otras violaciones a los derechos humanos.
El Ejército asumió las órdenes que le dio Calderón desde el primer día de su gobierno y desarrolló un plan general de “combate” que fue adaptando conforme echaba a andar Operativos Conjuntos en distintas zonas del país, siempre bajo el principio de “hostigar, capturar o neutralizar al enemigo”.
Bajo el mando de Calderón, quien acaba de regresar a México después de dos años de ausencia desde que salió de la presidencia de la República, el Ejército elaboró la Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico 2007-2012, que sirvió de guía para la actuación de la principal fuerza armada del país durante el sexenio pasado.
La Directiva fue terminada el 1 de marzo de 2007 y transmitida en las siguientes semanas a los cuarteles militares de todo el país, aunque para entonces el Ejército ya había incursionado en Michoacán, a la cabeza del propio Calderón, en un acto militar efectuado el 3 de enero de ese año y que marcó su sexenio al presentarse con atuendo militar más que grande que el de su talla y arropado por la entonces jefatura castrense (Proceso 1575).
Los soldados mexicanos estuvieron obligados a cumplir durante todo el sexenio con la Directiva que la Sedena se ha negado a proporcionar a través de peticiones de información pública. Sólo se ha limitado a dar a conocer sus resultados, presentados como logros del Ejército en el combate al narcotráfico.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1967, ya en circulación)
Fuente
Así fueron las órdenes de los entonces comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Felipe Calderón, y del Alto Mando del Ejército, el ahora general retirado Galván, en la “guerra al narcotráfico” de Calderón, de acuerdo con informes clasificados como secretos de la secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
El saldo de esa guerra, en el que se incluyen las acciones violentas de los cárteles de la droga, fue de más de 70 mil muertos, miles de desaparecidos, más de 20 mil desplazados, decenas de “bajas colaterales” y miles de denuncias en contra de las Fuerzas Armadas por torturas y otras violaciones a los derechos humanos.
El Ejército asumió las órdenes que le dio Calderón desde el primer día de su gobierno y desarrolló un plan general de “combate” que fue adaptando conforme echaba a andar Operativos Conjuntos en distintas zonas del país, siempre bajo el principio de “hostigar, capturar o neutralizar al enemigo”.
Bajo el mando de Calderón, quien acaba de regresar a México después de dos años de ausencia desde que salió de la presidencia de la República, el Ejército elaboró la Directiva para el Combate Integral al Narcotráfico 2007-2012, que sirvió de guía para la actuación de la principal fuerza armada del país durante el sexenio pasado.
La Directiva fue terminada el 1 de marzo de 2007 y transmitida en las siguientes semanas a los cuarteles militares de todo el país, aunque para entonces el Ejército ya había incursionado en Michoacán, a la cabeza del propio Calderón, en un acto militar efectuado el 3 de enero de ese año y que marcó su sexenio al presentarse con atuendo militar más que grande que el de su talla y arropado por la entonces jefatura castrense (Proceso 1575).
Los soldados mexicanos estuvieron obligados a cumplir durante todo el sexenio con la Directiva que la Sedena se ha negado a proporcionar a través de peticiones de información pública. Sólo se ha limitado a dar a conocer sus resultados, presentados como logros del Ejército en el combate al narcotráfico.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1967, ya en circulación)
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