A 7 años del caso ABC, el fuego sigue “al acecho” de los niños en Sonora
PROCESO
Los datos así lo reflejan: Desde aquel lamentable incidente ocurrido hace siete años, el Área de Quemados del Hospital Infantil del Estado (HIES) ha atendido a 498 niños con quemaduras de distintos grados y las estadísticas de mortalidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reporta 160 fallecimientos por ese mismo problema.
En 2009 el HIES atendió a 59 niños quemados y registró dos decesos; en 2010 prestó auxilio a 44 menores; en 2011 a 54; en 2012 a 75; en 2013 a 85; en 2014 a 67; en 2015 a 88, la cifra más alta en la historia sonorense, y en lo que va de este año ha atendido a 26.
Los menores que recibieron auxilio presentaron quemaduras de primero a tercer grado y los casos se repartieron entre accidentales y negligentes.
En tanto, el Inegi registró 160 muertes por quemaduras. En 2009 en la entidad solo documentó 14 decesos, algo contrastante si se toma en cuenta que ese año en la guardería ABC de Hermosillo el número de víctimas ascendió a 49.
En 2010 se contabilizaron siete muertes; un año después 31; el 2012 repuntó como nunca antes a 37; en 2013 disminuyó a 29; y el 2014 subió a 34. La Institución aún no cuenta con la estadística actualizada a 2016.
Tragedia sobre tragedia
Hace menos de un mes, paradójicamente en el Día de la Madres, dos jefas de familia -una radicada en Magdalena de Kino y otra en el poblado Miguel Alemán- se quedaron sin sus hijos por descuido al dejarlos sin la vigilancia de un adulto y estos se vieron incapacitados para combatir el fuego que los calcinó.
En el primer caso, en Magdalena de Kino, un hogar erigido a base láminas y cartón se volvió en llamas al suscitarse una falla en la tubería de gas. El siniestro ocasionó la muerte de cuatro pequeños: Osamara Fernanda de siete años, Luis Fernando de seis, Vania de tres; y Óscar Alberto de un año.
María Dolores Lozano Ruvalcaba, vecina de ese hogar siniestrado, relató con tristeza a la prensa que las lenguas de fuego “devoraron” en segundos la vivienda.
“Oí el grito de los vecinos y cuando me paré a ver lo que ocurría, el pequeño cuarto donde estaban los niños se había derrumbado”, lamentó.
En un hecho similar, con una diferencia de horas, dos menores más fallecieron en un incendio registrado en su casa del poblado de Miguel Alemán. Allí perdieron la vida Suami Melissa de cuatro años y Christian Daniel de dos, quienes fueron trasladados al Seguro Social, aunque fue en vano porque el fuego y el monóxido de carbono les calcinó los pulmones.
Así, en Sonora los niños mueren por decenas alcanzados por las llamas, ya sea por descuido familiar o institucional.
Datos ardientes
Las reveladoras cifras recuerdan la investigación liderada por la periodista sonorense Lourdes Encinas, quien en su libro 49 razones para no olvidar (Caso ABC, El Auténtico, 2014), incluyó el capítulo: “En Sonora, las bodegas arden. Ahora se sabe que los niños también”.
Resulta que la Unidad Municipal de Protección Civil (UMPC) tiene en su registro 14 incendios sucedidos en bodegas del gobierno estatal en Hermosillo, Sonora, entre el 2 junio de 1995 y noviembre de 2012.
La investigación evidenció que en cada caso el dictamen arrojó que se trataron de siniestros provocados, pero sus consecuencias fueron sólo materiales. De ahí que ni llamaron la atención ni fueron objeto de mayor investigación.
El fatídico 5 de junio de 2009, un nuevo incendio en otra bodega del gobierno en Hermosillo alcanzó a la guardería ABC, donde 49 niños murieron y 106 resultaron con lesiones y secuelas de por vida. Hasta este 2016, los padres de las víctimas pugnan porque la Procuraduría General de la República (PGR) fortalezca la hipótesis de que este siniestro también fue provocado.
El objetivo de la publicación fue integrar en un solo documento la información recabada durante más de cinco años sobre el desarrollo del caso, incluyendo cobertura de hechos, diligencias en juzgados, revisión de aspectos claves del expediente, peritajes y entrevistas a personajes involucrados en los hechos.
De esta manera, la periodista sonorense descubrió el misterioso móvil consistente en que cada gobierno saliente desaparece por la vía del fuego el papeleo administrativo, una práctica burocrática que por su naturaleza mantiene casi inmóviles las investigaciones que ayudarían a esclarecer la tragedia infantil más grande en la historia del país.
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