Desconfío de los partidos, pero es muy pronto para acabar con ellos: Salgado

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No me voy a retirar de la lucha, asegura Nestora Salgado en entrevista con La JornadaFoto Carlos Ramos Mamahua
Fernando Camacho Servín
 
Periódico La Jornada
Jueves 19 de octubre de 2017, p. 14
Al caminar por las calles de México, Nestora Salgado tiene sentimientos encontrados: por una parte, está feliz de volver a su tierra, pero al mismo tiempo no puede evitar un sensación de tristeza por descubrir que la gente no es libre y se ha acostumbrado a no serlo.
Las rejas que muchas personas colocan en sus casas debido a la inseguridad le recuerdan las que la retuvieron a ella durante los casi tres años que estuvo en prisión, como parte de un proceso legal donde nunca pudieron probar ninguno de los cargos que le imputaron, pero que sigue activo, pendiendo sobre su cabeza como una espada de Damocles.
Durante la visita relámpago que hace Nestora a México, luego de un prolongado autoexilio en Estados Unidos, La Jornada aprovechó la oportunidad para platicar con la fundadora de la Policía Comunitaria de Olinalá, en el estado de Guerrero.
En la charla, Salgado deplora el aumento de la violencia en el país y de la criminalización de activistas, pero también adelanta que sigue en la labor de tejer redes entre colectivos de México y Estados Unidos y subraya: no me voy a retirar de la lucha.
Se han robado mi vida
–Después de todo lo que ha pasado, ¿cómo se siente, cómo encuentra al país?
–Es bonito por el regreso, pero a la vez no tienes libertad. Sigo custodiada, con (guardias de) seguridad. Se han robado mi vida, mi privacidad. No me gusta este México que veo; en Estados Unidos al menos puedo caminar sola, sin cuidarme de nadie, pero esta realidad existe y veo que la gente se está acostumbrando a vivirla.
–Siguen vigentes algunos procesos judiciales en contra de usted, a pesar de que fue liberada el año pasado por falta de pruebas…
–Son seis procesos por secuestro y homicidio, por eso no tengo total libertad. Fui absuelta por falta de elementos, porque nunca se presentaron testigos ni me han podido probar nada. Aun ahorita, después de salir de prisión, no he podido regresar a mi casa. Mi rancho y mi negocio quedaron abandonados y mi cuenta bancaria está desaparecida.
Salí libre (el 18 de marzo de 2016), pero al tercer día (la Fiscalía de Guerrero) apela la resolución. Me están criminalizando por organizar a mi pueblo, por haber sido parte de la Policía Comunitaria y, más aún, por ser mujer. Violentaron mis derechos con acusaciones gravísimas y me robaron 2 años y 8 meses de mi vida.
–¿Por qué cree que usted moleste tanto a algunas autoridades?
–Porque pusimos en evidencia su colusión con la delincuencia organizada. No sé quién es jefe de quién: si la delincuencia de los políticos, o los políticos de la delincuencia.
“Cuando denuncié las violaciones a niños, la trata de blancas, los asesinatos, los secuestros y las desapariciones, me encerraron a mí en vez de investigar. ¿Cómo lo explicas? Obviamente alguien de esa esfera política de alto nivel estaba detrás.
Lo que hice yo fue organizar a mi pueblo, defender a las mujeres, a los campesinos. Yo no me voy a callar, no quiero ser parte de este crimen, y si por eso me van a matar estoy dispuesta a dar mi vida. No quiero ser parte de esa corrupción y podredumbre.
Unir el norte con el sur
–¿Nada ha cambiado en México desde que organizó la Policía Comunitaria?
–Sí, ahora las cifras de asesinatos son más altas. La única forma de parar esto es unirse y luchar juntos por lo que queremos. A un pueblo organizado no hay nadie que se le meta, pero ellos (las autoridades) saben cómo dividirlo y someterlo.
–Mucha gente la conoce y estaría dispuesta a escucharla, ¿usted qué propondría?
–Estoy trabajando desde Estados Unidos en la organización, visitando diferentes colectivos y organizaciones. Hay una gran cantidad de luchas aisladas que queremos construir, como hormiguitas, y estamos haciendo esa labor de enlace, porque sólo unificados nos podremos defender de este sistema que nos ha atacado tanto.
“Aunque no coincidamos en muchas cosas, en otras podemos trabajar juntos y unirnos. Yo ofrezco mis brazos solidarios para decidir qué hacemos juntos y llegar a otros niveles de organización. Hemos andado en eso, tratando de unir el norte con el sur, intercambiando ideas.
“Mi aprehensión fue un mensaje bien fuerte para la gente que se organiza. Muchos dijeron ‘caray, lo que nos puede pasar’, pero el gobierno tampoco esperó el mensaje que íbamos a mandar nosotros. Es como un espejo para que vean lo que podemos lograr organizados.”
–En este escenario tan complejo, ¿qué cree que vaya a pasar en el 2018?
–Lo veo bien difícil, pero también como una buena coyuntura para hacer un cambio si sabemos utilizar nuestra fuerza y canalizarla. Siempre he dicho que no confío en los partidos políticos, pero también veo que es muy pronto para acabar con ellos. Si queremos mandar a un presidente, tenemos que empoderarlo, porque somos una fuerza endiablada.
–¿Hay condiciones para que regrese definitivamente a México?
–No, ahorita no puedo quedarme en el país, porque ahorita ellos siguen con la espada desenfundada y corro el riesgo de que me abran otro proceso. Quiero hacer las cosas con mucho cuidado, pero no me retiro de la lucha. Hay mucha necesidad de seguir.
 
 
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