A 80 años de la expropiación, la desnacionalización petrolera
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El 18 de marzo de 1938, el presidente de México, general Lázaro Cárdenas del Río, anunció la expropiación de la industria petrolera y con ello, las grandes empresas extranjeras –algunas de ellas, antecesoras de BP, Shell o Chevron– que extraían el hidrocarburo mexicano debieron salir del país.
Tres meses después nació Petróleos Mexicanos (Pemex), creada para “prestar servicios al Estado” explorando, produciendo y explotando el hidrocarburo para beneficio de los mexicanos. Su arranque fue posible gracias al dinero que miles de ciudadanos aportaron.
Hoy, 80 años después, las grandes firmas extranjeras no sólo regresaron a México –BP, Chevron y Shell, entre ellas–, sino que tienen a Pemex como su empleada. El ingeniero Fabio Barbosa Cano, experto en aguas profundas, dice a Proceso que Pemex es hoy “una mera administradora de instalaciones y empleados”. Todo gracias a la lenta privatización que inició Carlos Salinas de Gortari y culminó Enrique Peña Nieto con la Reforma Energética.
De exportar 50% del crudo, ahora lo hace en 80% lo que ha obligado a la importación de gasolinas para el abasto local. De contar con las mejores plantas petroquímicas, hoy necesita comprar etano al extranjero para poder mantenerlas con una mediana producción.
Los 17 mil kilómetros de ductos por los que se transporta gas y gasolina, pasaron de ser un tema de seguridad nacional a un simple objeto de renta al mejor postor, con las llamadas “temporadas abiertas” o “venta de plaza”.
Y lo más grave, de detentar la exclusividad de México para explorar, explotar y producir crudo, ahora empresas de 17 países tienen en sus manos contratos para dichas actividades en 116 mil kilómetros cuadrados de territorio nacional, en mar, tierra firme y aguas someras.
Fragmento del reportaje especial publicado en Proceso 2159, ya en circulación
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