Bicentenario de Marx en el Perú
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• CONTRALÍNEA
Autor:
Prensa Latina
Lima, Perú. Probablemente en todos los países del mundo se recuerde el 2018 como el Año del Bicentenario de Carlos Marx.
El Titán de Tréveris, en
efecto, nació un 5 de mayo de 1818; pero esta vez en el mundo no se le
recordará sólo por el día de nacimiento, sino también por el año, por su
vida infinita y por una obra incontrastable.
Legado para todos. Es bien conocido el
hecho que Marx no pudo –como quiso siempre–, vivir en Europa. Estuvo en
Alemania, Francia y Bélgica pero fue expulsado del viejo continente y
obligado a vivir en Londres, en la capital del Imperio Británico desde
donde lideró una obra que los gobernantes de tierra firme consideraron
contraria a sus más augustos intereses.
“El Moro”, como también se le llamara,
supo encontrar en las islas británicas un clima de paz que le permitió
pensar, escribir y trabajar para legar a la humanidad un ejemplo
imperecedero de lo que es capaz una vida cuando se entrega, sin
aspaviento alguno, a los verdaderos intereses de los pueblos.
Los que han hablado de Marx antes y
ahora, coinciden en asegurar que fue un ser humano completo: periodista,
filósofo, abogado, economista, político, pensador, revolucionario;
pero, por encima de todo, un hombre de cultura.
Su formación académica le permitió
conocer la historia de sus antepasados, y por eso supo de la vida del
esclavo Terencio, que alcanzó su libertad después de muchos años de
crueles sufrimientos. Pero conoció también el mundo griego y el romano:
la historia de la humanidad en su más prístina trasparencia.
No fue casual que escogiera a Espartaco
–el esclavo que se alzó contra el Imperio– cuando se trató de elegir a
quién admiraba. De monumental cultura, Marx aspiró el pasado, lo recreó
con vigor y esperanza, y lo proyectó hacia el futuro para preservar
–como el Titán Prometeo– el destino de los hombres.
Mucho se ha escrito ya –y más se
escribirá en el futuro– pretendiendo dibujar en el escenario de nuestro
tiempo la imagen de este hombre que, sabio como pocos, fue modesto como
nadie, y nunca quiso vincular su nombre al legado que dejara para la
posteridad.
Los peruanos que han hablado de él, lo
han hecho con soltura y fluidez. Pero ninguno ha dejado de vincular su
herencia con José Carlos Mariátegui (Moquegua, 1895-Lima, 1930), el
primer marxista de América. Y es que, para nosotros, ambas figuras se
complementan, y se proyectan como un solo haz para alumbrar la
conciencia de millones en todo el continente.
Coincidencias en la historia
Marx y Mariátegui tuvieron elementos de
extrema afinidad. Por eso, en un estudio titulado “confluencias en la
historia”, me permití que volver a Marx y a Mariátegui era –como decía
Goethe– abrir un libro de siete sellos.
No porque sus vidas pertenezcan al
pasado, sino porque reflejan un mundo ya vivido, que retorna en nuestro
tiempo al escenario de nuestras luchas y asoma como un vigoroso reto
para los hombres de hoy y de mañana.
Pero los peruanos advertimos que Marx y
Mariátegui tuvieron coincidencias básicas que los perfilaron en la
historia a partir de un sesgo imborrable: los dos arribaron al dominio
del socialismo científico y lo convirtieron en una concepción del mundo y
de la vida, en teoría y en doctrina, y también en guía para la acción.
Los dos fueron consecuentemente
internacionalistas. Nunca juzgaron los hechos de un país desconectados
del escenario mayor, ni de los acontecimientos de su tiempo. Ambos
tuvieron una concepción mundial de la política, y nunca se dejaron
encerrar entre los estrechos límites trazados a partir de fronteras
creadas artificialmente por los hombres.
Ambos se definieron de manera categórica
y radical ante el tema de la Revolución Social como un paso ineluctable
para alimentar el progreso y el desarrollo de los pueblos. Alentaron
–es verdad– la lucha por las reformas en el marco de la sociedad
capitalista, pero subrayaron que ellas tenían siempre un límite; y que
para acabar con la opresión capitalista y el trabajo asalariado, no
bastaban; que era necesario un cambio radical y violento de la
estructura de dominación vigente.
“La Revolución no sólo es necesaria –dijo Marx en La Ideología Alemana–
porque la clase dominante ni puede ser derrotada de otro modo, sino
también porque únicamente por medio de una Revolución logrará la clase
que derriba, salir del cieno en que está hundida y volverse capaz de
fundir la sociedad sobre nuevas bases”.
Y Mariátegui siguió escrupulosamente el mismo derrotero del amauta
(sabio o maestro en idioma quechua), y sostuvo, en su momento: “Una
Revolución no es un golpe de Estado, no es una insurrección, no es una
de aquellas cosas que aquí llamamos Revolución. Una Revolución no se
cumple sino en muchos años. Y con frecuencia tiene periodos alternativos
de predominio de las fuerzas revolucionarias y de predominio de las
fuerzas contrarrevolucionarias… La idea de la Revolución es lo que ha
salvado al proletariado del rebajamiento”.
Un cuarto elemento en común fue la
identificación de ambos con la lucha social. Marx jamás se desligó del
combate de los trabajadores. Y siempre saludó con entusiasmo los avances
de la clase obrera en materia de unidad, organización, conciencia y
lucha.
Y esos pasos guiaron también el sendero
de Mariátegui, que se empeñó siempre en seguir el rastro de la clase
obrera en cada una de sus acciones.
Homenaje compartido
Por estos y otros muchos elementos
compartidos, no debiera sorprender a nadie que los peruanos hayan puesto
especial énfasis en la relación ideológica y política registrada entre
Marx y Mariátegui en la celebración del bicentenario del autor de El Capital.
A la afinidad entre ambos se debió por
cierto el hecho que el evento central del Bicentenario haya sido
precisamente un Simposio dedicado a estudiar a Mariátegui a la luz de
las ideas de Marx. Y que en él se haya registrado la intervención de 18
expositores que en seis mesas consecutivas, abordaron el tema los días 4
y 5 de mayo.
El escritor Eduardo Gonzales Viana, el
presidente del Comité Peruano del Bicentenario, Gustavo Espinoza y dos
destacadas personalidades del mundo intelectual, Víctor Mayorga y
Gustavo Pérez Hinojosa, expusieron valiosas opiniones.
Disertaron Dorothea Ortmann, Humberto
Ñaupas, Raimundo Prado, Vicente Otta, Francisco Chaparro, Arturo Ayala,
Nelson Manrique, Katherine Sarmiento, José Luis Ayala, Luis Gárate,
Ricardo Portocarrero, Héctor Béjar y Eduardo Arroyo.
El Simposio se desarrolló en la Casa
Museo José Carlos Mariátegui y contó con una nutrida concurrencia. Los
congresistas Alberto Quintanilla, en el acto inaugural, y Manuel
Dammert, en el evento de clausura, abordaron con particular relevancia
los temas del debate.
Se trató, ciertamente, de un debate
amplio. Nadie soslayó la trascendencia de la obra de Carlos Marx ni
desconoció en absoluto el papel de Mariátegui en su expresión peruana
del socialismo.
El Simposio estuvo marcado por un
emotivo acto celebrado en la explanada situada ante el monumento a José
Carlos Mariátegui, en la séptima cuadra de la avenida 28 de Julio. Allí
fue colocada una pequeña ofrenda floral destinada a resaltar los
apreciables vínculos existentes entre el fundador del Socialismo
Científico y el primer marxista de América.
Contexto latinoamericano
Es bueno remarcar el hecho que estas
intervenciones –virtualmente todas– ayudaron a refrescar el pensamiento
de los expositores y aludir al concierto continental, hoy que en nuestra
América se libran duras luchas contra el Poder Imperial.
El proceso emancipador latinoamericano,
la defensa de Cuba, el derrotero de la Revolución Bolivariana de
Venezuela, la artificial crisis desatada contra la Nicaragua Sandinista,
la ofensiva reaccionaria contra el proceso boliviano liderado por Evo
Morales, y, en general, la ofensiva yanqui contra los pueblos de América
Latina, colocan a todos ante nuevos retos y grandes tareas.
En forma paralela se registraron en el
Perú otros eventos también significativos: las organizaciones comunistas
existentes en el Perú –el Partido Comunista Peruano y el Partido
Comunista del Perú (PCP), Patria Roja– celebraron una velada en la sede
de Miro Quesada 360. Allí, Flor de María González –la secretaria del
PCP– y Alberto Moreno, presidente– expusieron opiniones centrales
referidas a Marx y a Mariátegui.
Y en la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos –en la Ciudad Universitaria– bajo el patrocinio colectivo de
la Federación Estudiantil Universitaria y de núcleos activos que
funcionan en las Facultades de Ciencias Sociales, Letras, Derecho y
Economía, diversos docentes abordaron los mismos temas ante un numeroso
auditorio juvenil.
Los homenajes a Marx y a Mariátegui
continuarán en las próximas semanas y meses; sin lugar a dudas con el
mismo espíritu, en el empeño por retomar banderas de clase y enarbolar
los pendones del proletariado en un mundo particularmente sugerente,
como el que hoy vivimos.
En el Perú, como en América y en el
mundo, la huella de Marx señala el camino por el que transitan nuevas
generaciones de luchadores en procura de construir lo que demandara
Mariátegui: Un Perú Nuevo, dentro de un Mundo Nuevo.
Gustavo Espinoza M*/Prensa Latina
*Analista y exparlamentario peruano
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