Una riña devino movilización estudiantil y enfureció al régimen

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▲ Javier Barros Sierra encabeza marcha el primero de agosto de 1968.Foto Rodrigo Moya
Emir Olivares Y José Antonio Román/ I
 
Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2018, p. 2
Ha transcurrido medio siglo, en realidad, sólo un pestañeo histórico, desde que miles de jóvenes se movilizaron contra la represión que el autoritarismo gubernamental había dado siempre por sentado, ya que la incuestionada razón de Estado era ley por encima de la ley. El epicentro se dio en la ciudad de México, entonces Distrito Federal –que se preparaba para ser la anfitriona de los Juegos Olímpicos–, pero la onda expansiva se extendió por buena parte del país. En el fondo, lo que se ponía en cuestión era la vigencia de la llamada ideología de la Revolución, que se consideraba sempiterna.
Las manifestaciones estudiantiles alcanzaron cantidades nunca vistas en la capital del país, las brigadas se constituyeron en las redes sociales de entonces, las pintas, el boteo para allegarse fondos proliferaron, al igual que la simpatía que recogían los jóvenes entre la población. La respuesta a los cuestionamientos estrictamente democráticos no se hizo esperar, el manotazo represivo arrojó un número indeterminado de muertos, centenares de presos por sus ideas y su militancia, una prensa censurada que en los hechos se convertía en cómplice y una sociedad amordazada, mientras los responsables permanecían impunes.
Tras estos 50 años la herida sigue abierta, aunque la cauda del ­movimiento ha logrado indudables avances en los derechos democráticos. A partir de hoy y durante las siguientes semanas, La Jornada publicará re­portajes, entrevistas, crónicas y cronologías que buscan aportar a la re­construcción de la memoria de este movimiento, indiscutible punto de inflexión en la historia de México.
Un pleito entre estudiantes de bachillerato –azuzados por porros y provocadores con nexos políticos– que jugaban tochito cerca de la plaza de la Ciudadela, y la posterior represión policiaca contra los jóvenes, fue la chispa que hizo estallar, tras un prolongado periodo de autoritarismo, el que sería el primer gran movimiento social de la segunda mitad del siglo XX en México.
Era el 22 de julio de 1968, alumnos de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la vecina preparatoria particular Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), disputaban un partido de futbol americano. En medio del juego se dio una falta y comenzó una batalla campal. Motivados por miembros de dos pandillas, Los Arañas y Los Ciudadelos, los jóvenes se enfrascaron en una riña callejera que se repitió al siguiente día.
La policía sólo fue testigo de las confrontaciones y actuó hasta que finalizó la bronca del día 23. Pero sus acciones cayeron en el extremo: reprimieron a los estudiantes de las dos vocacionales dentro de sus planteles, que fueron allanados. Se habían acumulado décadas de autoritarismo, que no sólo se expresaba en las esferas gubernamentales contra la ciudadanía, sino en el seno de las propias familias, y quienes más lo padecían eran los jóvenes.
A esa acumulación se sumó el enojo juvenil por la violenta represión policiaca, lo que ocasionó incluso que la añeja rivalidad entre los alumnos del Poli y de la UNAM se dejara de lado y emergiera una organización inédita que se ­fusionó en una fuerte movilización a la que se sumaron estudiantes de otras instituciones académicas ­(públicas y privadas) para dar pie al movimiento estudiantil de 1968, del que emanaron importantes demandas democráticas acumuladas por años, como diálogo público, libertad para los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos, destitución de jefes policiacos, derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, relacionados con el delito de disolución social, e indemnización a familiares de muertos y heridos.
La reacción del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz fue autori­taria: represión y violencia contra los jóvenes y quienes se les unieron, estigmatización del movimiento al in­tentar relacionarlo con grupos comunistas, ocupación de varios campus de la UNAM y el IPN por parte de las fuerzas armadas, el uso del Ejército para contrarrestar la fuerza de las movilizaciones estudiantiles y la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco.
Lejos de la posición autoritaria del poder, el rector de la universidad, Javier Barros Sierra, se puso del lado de los jóvenes, los acompañó y abrazó sus demandas; pero sobre todo, hizo una férrea defensa de la autonomía universitaria.
Julio
Lunes 22 y martes 23. Entrentamiento entre estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena y de las vocacionales 2 y 5. El martes los granaderos reprimen a politécnicos.
Miércoles 24. Más de 4 mil alumnos de todos los niveles del IPN suspenden clases y realizan un mitin en el Casco de Santo Tomás en protesta por la agresión a sus compañeros. Son apoyados por el Comité Ejecutivo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que se declara en huelga indefinida.
La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), vinculada al oficialismo, convoca a una manifestación en protesta por los actos represivos, la cual coincidiría con la marcha anunciada por la Confederación Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), influida por el Partido Comunista Mexicano, para celebrar el 15 aniversario del asalto al cuartel Moncada, en Cuba.
Viernes 26. Se realizan de manera paralela ambas movilizaciones. La de la FNET va de la Ciudadela al Casco de Santo Tomás; la de la CNED de Salto del Agua al Hemiciclo a Juárez. Cuando termina el mitin de los primeros, sus dirigentes convocan a ir al Zócalo, las movilizaciones coinciden en las inmediaciones del Centro, se dan enfrentamientos con la policía.
Sábado 27. Estudiantes de la UNAM y el IPN toman algunos de sus planteles en protesta por la represión de la víspera. Algunos celebran las primeras asambleas estudiantiles que citan a paros a partir del 29.
Lunes 29. Paros en varias escuelas de ambas casas de estudios. La policía y el Ejército ocupan planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y del IPN en el centro de la ciudad.
Martes 30. En la madrugada, elementos del Ejército destruyen de un bazucazo la puerta colonial de la prepa 1 en San Ildefonso. El secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, lo niega y acusa a los jóvenes de causar destrozos con cocteles molotov. En Ciudad Universitaria, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, iza la bandera nacional a media asta en la explanada de Rectoría en protesta por la violación de la autonomía.
Miércoles 31. Se generaliza la huelga en la UNAM, el IPN, la Normal Superior, Chapingo, la Universidad Iberoamericana, el Colegio La Salle, El Colegio de México, escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes y algunas universidades de provincia.
Agosto
Jueves 1. El rector encabeza una manifestación en defensa de la autonomía universitaria. Al inicio de la movilización declara: Se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes y entrañables para el pueblo de México. La marcha sale de Ciudad Universitaria y se enfila por Insurgentes Sur; la idea era llegar al Parque Hundido, pero ya los esperaban ahí decenas de soldados. Al saber esto, Barrios Sierra cambia la ruta; al llegar a Félix Cuevas, los manifestantes giran a la derecha y regresan al campus universitario por avenida Universidad. En Guadalajara, el presidente Díaz Ordaz ofrece su mano tendida a quien quiera estrecharla, y califica al movimiento como algaradas sin importancia.
Viernes 2. Se crea en el IPN el Consejo Nacional de Huelga (CNH), conformado por estudiantes de las instituciones en paro. De manera paralela se agrupa la Coalición de Profesores de Enseñanza Media Superior y Superior Pro Libertades Democráticas.
Lunes 5. Alumnos del IPN realizan una manifestación masiva a la que se niega a asistir el director general de esa casa de estudios, Guillermo Massieu Helguera.
Jueves 8. El CNH hace público su pliego petitorio que consta de seis puntos. El primero: libertad a los presos políticos.
Martes 13. Se realiza la primera manifestación estudiantil al Zócalo. Inicia en el Casco de Santo Tomás. Se suman cerca de 150 mil personas que exigen el cumplimiento del pliego petitorio.
Jueves 15. Una sesión extraordinaria del Consejo Universitario de la UNAM, presidida por el rector Barros Sierra, nombra una comisión representante de las demandas de los estudiantes y aprueba tres más, referentes al pago de los daños sufridos por la universidad.
Viernes 16. Inicia el movimiento de brigadas. Se integra la Alianza de Intelectuales, Escritores y Artistas.
Domingo 18. Se realizan los primeros festivales artísticos en CU y Zacatenco. Se invita a legisladores federales a un debate público en Ciudad Universitaria.
Martes 20. Se congregan los estudiantes (se calcula 20 mil personas) para el debate público; no acude ningún representante oficial.
Jueves 22. El secretario de Gobernación, Luis Echeverría, ofrece un diálogo franco y sereno con representantes estudiantiles. El CNH acepta la propuesta, a condición de que se realice en presencia de los medios. El diálogo no se efectuaría.
El lunes 10 de septiembre La Jornada publicará la continuación de esta cronología.

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