El universo paralelo de José Arreola y su obsesión en contra de la dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas



Es una pena ocupar el valioso espacio de Rebelión para tratar asuntos del bajo mundo de la chismografía política en vez de discutir propuestas estratégicas para recomponer la lucha de los explotados y oprimidos u algún otro tema de similar importancia. Lamentablemente la obsesión de José Arreola en contra de la actual dirección del Sindicato Mexicano de Electricistas, cargada de infamia y del más rancio sectarismo, requiere un espacio demasiado grande para su nula importancia. Bastan dos o tres perlas para demostrar su ignorancia y mala fe. En su más reciente contribución en Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=258598), José Arreola Califica el reciente proceso electoral del SME, en donde se renovó la mitad del Comité Central encabezada por la Secretaría del Interior, de “Mega fraude”. Una aseveración completamente fuera de la realidad y que solo obedece a su “rabia” por la derrota de su candidato opositor.
Con 17 mil 498 votantes –aproximadamente 12 mil 500 miembros activos y 5 mil jubilados y pensionados-, el Sindicato Mexicano de Electricistas ha dado una ejemplar muestra de vida democrática y de la confianza de los agremiados en su institución.
El compañero Fernando Muñoz Ponce obtuvo 12 mil 161 votos (71.41%), frente al opositor Alfredo Arenas Pluma quien obtuvo 4 mil 868 de (28.58%). Este resultado es producto de la confianza de la abrumadora mayoría de los trabajadores en su dirección y en el rumbo político aprobado por nuestras asambleas generales.
El padrón electoral se entregó, en el tiempo y forma que marca nuestro Estatuto, a quienes corresponde. De cualquier forma, ese padrón que ahora está integrado por 15,164 socios sindicales, bajo la nueva Ley Federal del Trabajo (LFT), se puede obtener de manera pública. Si hubo más de 17 mil votos es porque en el SME los compañeros y compañeras jubiladas también tienen ese derecho, siempre y cuando hayan cumplido con su obligación estatutaria de pagar sus cuotas sindicales (Artículos 131 y 97).
En su artículo José Arreola “olvida” mencionar un hecho de extrema gravedad. La planilla perdedora, en vez de acudir a nuestra Comisión Autónoma de Justicia, decidieron presentar una demanda ante las autoridades laborales. Es decir, le abrieron las puertas al Estado burgués para inmiscuirse en los asuntos internos de una organización sindical reconocida, nacional e internacionalmente, como clasista. Este hecho es inadmisible, para alguien que se reivindica de izquierda, incluso si se trata de un gobierno que se presenta como de izquierda o progresista.
Pareciera que, desde una supuesta “izquierda radical”, ahora se quiere consumar el objetivo de los neoliberales: destruir al Sindicato Mexicano de Electricistas.
Lamentablemente para su causa, la limpieza de este proceso electoral fue tan claro y evidente, que el pasado viernes 2 de agosto las nuevas autoridades laborales le han otorgado la toma de nota a la nueva dirección, consummatum est.
Los extravíos de José Arreola parten de considerar una derrota la solución del conflicto originado por el cierre ilegal y unilateral de la empresa pública Luz y fuerza del Centro, el 11 de octubre del 2009, y del intento de destruir al SME para aprobar una posterior legislación privatizadora. En su opinión esta negociación fue “una derrota para el movimiento social y los trabajadores del SME (y) significa una victoria para el Comité Central”.
Cabe aclarar que el SME, desde 1999, derrotó dos iniciativas legislativas privatizadoras del sector eléctrico. Por esa razón el gobierno neoliberal de Felipe Calderón, apoyado por toda la clase política, optaron por el intento de destruir al sindicato cerrando nuestra fuente de trabajo, acosando y reprimiendo a nuestra actual dirección, bloqueando nuestras cuentas bancarias, privándonos de las cuotas de 22 mil jubilados y cerrando los canales legales y laborales para hacer valer una resolución que nos otorgaba el derecho al patrón sustituto dentro de Comisión Federal de Electricidad, la otra empresa estatal.
A pesa de nuestra enorme resistencia, durante más de siete años, nuestro sindicato no pudo vencer la ofensiva de todo el aparato estatal. ¿Qué otro sindicato lo ha hecho a nivel mundial?
A pesar de toda su infamia, la maquinaria estatal no podía negar nuestro derecho a una indemnización colectiva de 80 mil millones de pesos provenientes de nuestros fondos de pensión, compra de casa habitación y seguro sindical. A cambio de este fondo, el gobierno de Enrique Peña Nieto se vio obligado, en el marco de la nueva Ley privatizadora del sector eléctrico, a otorgarnos una concesión por treinta años para explotar las plantas de generación de la extinta empresa (para lo cual creamos la empresa Fenix en sociedad con la trasnacional portuguesa Mota Engil) y crear la Cooperativa Luz y Fuerza para impulsar diversos proyectos productivos.
En México, y me parece que, en el resto del mundo, no es raro que ante el quiebre de una empresa o el empantanamiento de una
En México, y me parece que, en el resto del mundo, no es raro que ante el quiebre de una empresa o el empantanamiento de una huelga, los patrones se vean obligados a entregar las empresas a sus trabajadores para la creación de cooperativas. Para cualquier sindicalista sensato esta solución es mil veces mejor que el cierre de la empresa, excepto para José Arreola que ve en esta solución el surgimiento de “un sindicalismo neoempresarial revestido con un discurso de izquierda”. Quizá no sea casual la coincidencia de este juicio con los vertidos por el actual director de CFE, Manuel Bartlett Díaz. Este es el origen de importantes y exitosas cooperativas en México como la cementera Cruz Azul, Refrescos Pascual o la llantera TRADOC. En Argentina existen muchos otros casos similares. Todas estas cooperativas se dedican a producir mercancías y servicios e incluso se asocian con inversionistas para poder competir.

Por nuestra parte esta es la última respuesta a José Arreola, quien por cierto no sabemos si es solo un articulista o alguna vez tuvo la oportunidad de participar en algún movimiento social de la vida real, no tiene caso debatir con quien vive en su propio universo.

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