Campesinos, acorralados por coyotes y la precariedad

 

El campo, la ciudad, los productores, los intermediarios y, por fin, los consumidores; la larga espiral de la inflación, ese es el tema que ocupó a reporteros de varias entidades de la República, y las secciones de Economía, Capital y Política, en esta tercera entrega sobre la carestía en el país

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▲ Productores de chile en Río Grande, Zacatecas.Foto Alfredo Valadez
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de mayo de 2022, p. 2

Productores de frijol, miel, naranja, limón, café y maíz de los estados de Nayarit, Veracruz, Michoacán, Morelos y Guerrero denunciaron que ante la necesidad de obtener recursos para subsistir, se ven obligados a vender sus cosechas a los intermediarios o coyotes a un precio mucho menor de lo que posteriormente se ofertan al consumidor final.

Según testimonios de los agricultores, ya en los centros comerciales, sus productos –todos de la canasta básica– se expenden a un costo de entre 191 y 500 por ciento mayor al que los comercializadores los adquirieron a pie de campo, lo que consideran injusto, pues las ganancias son para aquéllos.

Señalan que no tienen otra opción que negociar con los coyotes en condiciones de desventaja, ante la falta de créditos y financiamiento, y a que Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex) sólo comercializa un pequeño porcentaje de la producción, fijando una serie de requisitos para ello.

Los campesinos exponen que esta problemática y los altos costos de producción los tienen descapitalizados; lo mínimo que obtienen de ganancia, si es que hay, la utilizan, en algunos casos, para pagar deudas, algunas adquiridas al inicio del ciclo agrícola, y para contratar jornaleros.

Las raquíticas utilidades resultan insuficientes para costear el sustento familiar, además se les complica el volver a invertir, a causa del aumento en el precio del fertilizante, la compra de químicos para las plagas e insumos como la gasolina y el diésel, necesarios para el uso de maquinaria y transporte, y la energía eléctrica.

Juan Antonio Zúñiga, Jorge Fajardo y Baltasar Montaño, pequeños productores de frijol del municipio de Tecuala, Nayarit, reportan que en la actual temporada venden a los coyotes el kilo del grano en entre 12 y 13 pesos, cuando el precio final al consumidor es hasta de 35 pesos (191 por ciento más), por lo que las ganancias son para los acaparadores.

Los agricultores requieren 18 mil pesos para una producción promedio de mil 200 kilogramos de frijol por hectárea, por lo que apenas si recuperan su inversión, mientras los coyotes obtienen utilidades hasta de 13 mil pesos por tonelada.

Martín Pérez López, apicultor en la zona del Totonacapan, Veracruz, refiere que, en el caso de la miel, el costo de producción es de 45 pesos el kilo y los comercializadores se los compran a 50 pesos. Sin embargo, en los mercados de la región la mercancía se expende desde 150 hasta 220 pesos (388 por ciento más).

En tanto, Jaime Gómez Loyda, citricultor en la región huasteca, explica que para costear el fertilizante, el pago de trabajadores y mantenimiento del plantío se requiere vender a 5 pesos el kilo de naranja en la mata, pero la estamos dando a entre 1.50 y 2 pesos, en los mejores casos a 3 pesos el kilo, es decir, a la mitad.

En los centros de abasto de Poza Rica o Álamo el crítrico se ofrece al consumidor final a entre 7 y 8 pesos el kilo (433 por ciento más), en esta temporada, por ejemplo, el kilo anda en 18 pesos, porque ya hay poca.

En Michoacán, las empacadoras compran a los limoneros de los municipios de Buenavista y Tepalcatepec a 5 pesos el kilogramo del producto y en los establecimientos comerciales se ofrece a entre 20 y 30 pesos (500 por ciento más), lo que deja en grave crisis no sólo a los propietarios de las huertas, sino también a los cortadores y jornaleros, alerta el productor Hipólito Mora.

Arturo García, uno de los dirigentes de la Coordinadora de Comisarios Ejidales y Comunales de Guerrero, indica que mientras de un kilogramo de café se pueden llegar a obtener más de 100 tazas, al productor le pagan a lo sumo 80 pesos por kilo de su materia prima.

A su vez, Fredy Bernardino, del Observatorio para el Desarrollo y la Paz de la Sierra de Guerrero, que agrupa organizaciones campesinas de la Costa Grande y la Tierra Caliente, considera injusto el pago de las cosechas, pues ni los costos de producción se recuperan.

Menciona que algunos labriegos siembran maíz porque no tienen liquidez para comprarlo para su consumo, “pero tienen su fuerza de trabajo y su parcela. Entonces cultivan para disponer de ese alimento para el sustento de sus familias.

El coyote es quien pone las reglas. En el caso del café se usa que el comprador otorga préstamos anticipados y el agricultor está obligado a venderle a las condiciones que le impone.

Asegura que el campo no es valorado y mucho menos existe la intención de invertir seriamente en dignificar la producción de los agricultores, menos aún en las zonas más marginadas e invisibles como la Sierra.

En Tepoztlán, Morelos, los labriegos que cultivan maíz no tienen relación con coyotes. Le venden a 4.5 pesos el kilo del grano a empresarios o comerciantes de la masa y la tortilla que venden el kilo de tortilla de máquina hasta en 25 pesos en esa localidad (455 por ciento más).

Los campesinos aseguran que con el dinero que obtienen, a veces de una sola cosecha al año, no sacan ni siquiera para pagar el abono y con la inflación que se vive actualmente, menos para mantener a sus familias de una manera digna.

Francisco Almazán, secretario de Bienes Comunales, comenta que la raquítica ganancia que llegan a tener la utilizan para pagar deudas que adquieren al inicio de la siembra, entre mayo y junio, para limpiar sus terrenos, comprar abono, rentar un tractor y contratar jornaleros.

Sostiene que desde hace dos años y más en el actual, los labriegos ya no ven ganancia alguna, pues el diésel está bien caro, más de 22 pesos el litro, y la gasolina, más de 21 pesos. Además, el precio del abono aumentó 100 por ciento, al igual que el de todos los productos de la canasta básica.

Gerardo López, de El Barzón en Puebla, opina que la relación de compraventa con los intermediarios es agresiva, ya que éstos se aprovechan de la necesidad de los campesinos y los obligan a fijar precios a través de contratos que no pueden modificarse a pesar de que los insumos aumenten de precio.

Hay quienes ya no consideran la actividad en el campo como un buen negocio, pero trabajan para mantener viva la tierra, para tenerla productiva o intercambiar sus mercancías, pero ya no es rentable, advierte López.

Por su parte, Lázaro Morales, secretario de la Unión Campesina y de Ejidos de la Mixteca, sentencia: Los coyotes siempre van a ser coyotes, son los que se llevan la ganancia y a esos nadie les ha podido hacer frente, lo digo con tristeza, pero ni el presidente Andrés Manuel López Obrador puede con ellos.

(Luis Sánchez, Eirinet Gómez, Rubicela Morelos, Ernesto Martínez, Sergio Ocampo, Elio Henríquez y Martín Hernández/La Jornada de Oriente)

 

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