Reforma laboral

Raúl Rodríguez Cortés
Gran Angular
21 de junio de 2010


Acuso recibo de la perorata enviada por un funcionario menor de la Secretaría del Trabajo y que es publicada íntegra en la edición de hoy de este diario como a su derecho corresponde. En ella Adrián Rojas, director de Legislación de esa dependencia, defiende el proyecto de reforma a la Ley Federal del Trabajo del actual gobierno y afirma que quien esto escribe opinó sobre ella sin conocerla, y por lo tanto sin sustento, con la pretensión de confundir a los lectores.

El funcionario se refiere a la columna publicada en este espacio el pasado 9 de junio titulada Cananea. En ella se habló del reciente desalojo de trabajadores en huelga de la histórica mina y se recordó el brutal embate contra los electricistas del SME como dos ejemplos recientes del carácter propatronal del gobierno de Felipe Calderón y de su empleado Javier Lozano, posición política e ideológica que inevitablemente subyace en su iniciativa de reforma laboral. Se concluyó en esa columna que dicha propuesta expondría a los trabajadores a aceptar condiciones laborales de verdadera esclavitud.

No ignoro —como sugiere Rojas con frases que denotan una ironía bastante ramplona— el proceso de formación de leyes que precisa la Constitución en sus artículos 71 y 72. Sé, por lo tanto, que un secretario de despacho —como lo es su jefecito Lozano— no tiene el derecho de iniciar leyes o decretos aunque sí Calderón, el jefazo de ambos. Tampoco ignoro —después de muchos años de reportear la grilla nacional— que los políticos en el poder como ellos —sean del PAN, del PRI o del PRD, que son iguales— ordenan a sus grupos parlamentarios en el Congreso (que sí tienen facultad de iniciativa) presentar propuestas que son de su autoría. Dicho de otra forma: Lozano hizo la iniciativa de marras por órdenes de Calderón y los diputados del PAN la hicieron suya y la presentaron al Congreso por disposición de ambos. Si no por qué la cacarearon tanto cuando fue presentada o por qué el propio Rojas defiende tanto ahora una iniciativa de ley que dice no es de la autoría de sus jefes.

Tampoco desconozco —y lo referí al señalar en aquella columna que se aprovechaba el deseo de trabajadores y ciudadanos de limpiar la innegable corrupción sindical— que la iniciativa de reforma laboral contiene proposiciones que transparentan y hacen más democrática la organización gremial, promueven la equidad de género, sancionan el hostigamiento y el acoso sexual a la mujer en los centros de trabajo, refuerzan sanciones a quienes echan mano del trabajo infantil, le apuestan a la capacitación y a la productividad, mejoran las condiciones del trabajo doméstico e incorporan nuevas figuras interesantes como la del teletrabajo.

Pero también me doy cuenta que en el afán de transparentar a los sindicatos meten cuñas que le restan fuerza igual que cercenan los alcances —quizás con el ánimo de extinguirlos— de la contratación colectiva, establecen la posibilidad del pago por hora para reducir jornadas de trabajo, exigen la multifuncionalidad del obrero para que hagan de todo y se eliminen puestos de trabajo (no obstante que pretenden aumentar el empleo) y limitan los alcances combativos de una huelga al condicionarla a tiempos fatales que favorecen a la parte patronal al argumentar claramente que se pretende evitarles “consecuencias negativas”. Incluso establece en su exposición de motivos, no sin cierta culpabilidad ante la evidencia contraria, que “es importante recalcar que la propuesta no pretende hacer nugatorio el derecho de huelga, sino establecer los mecanismos necesarios para que los conflictos laborales se solucionen en un menor tiempo, contribuyendo a mantener las fuentes de trabajo”. La iniciativa, pues, parece estar hecha para evitar lo que fue el largo conflicto en la huelga de la mina de Cananea.

En este espacio se pretende debatir y analizar, señor Rojas, no malinformar como usted lamenta en su escrito aclaratorio. Lo verdaderamente lamentable es que sean funcionarios como usted los que pretendan confundir a quienes no se les ha explicado a detalle el contenido de una propuesta laboral que ni siquiera es la que se cabildeó el sexenio pasado con las propias organizaciones sindicales. Y lo peor es que lo hagan con peroratas, es decir, con razonamientos inoportunos, porque no veo nada más inoportuno que pretender minimizar las herramientas de defensa laboral cuando los salarios son de hambre y el empleo más escaso que nunca.

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