La apertura comercial agudizó el desequilibrio distributivo y regional

Susana González G.

Periódico La Jornada
Domingo 12 de septiembre de 2010, p. 25
México ha tenido un “raquítico crecimiento” desde que a finales de los ochenta inició el proceso de apertura comercial debido a que ni siquiera gradualmente integró su industria con el comercio exterior, aseveró la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Consideró que el país cuenta con un “dinamismo exportador” que no ha servido para impulsar otros sectores económicos e incluso “podría haber agudizado los desequilibrios distributivos y regionales” ya que persiste una economía dual conformada por un número limitado de grandes corporativos de capital extranjero que dominan el mercado exportador mientras la mayoría de pequeñas y medianas empresas (pymes) operan en el mercado interno.

“El pasado reciente de México demuestra que un país puede abrirse al exterior sin que ello conlleve necesariamente un impacto positivo y significativo de la economía como un todo”, indicó el organismo regional en una investigación sobre las pymes mexicanas, a cargo de Lilianne Pavón.

Según el documento, un número importante de pymes requerían un periodo de maduración para arraigar sus necesidades internas y continuar su crecimiento, pero no se les protegió y han padecido la invasión de productos fabricados en China, legales o ilegales, sobre todo a partir de que este país ingresó a la Organización Mundial de Comercio (OMC) a principios de siglo.

“Administración de crisis”

A lo anterior se suman “las debilidades estructurales de la economía mexicana, vinculadas a una política económica de ‘administración de crisis’ y sin rumbo de naturaleza transexenal, magnificadas por políticas fiscales y monetarias que han contribuido al desencadenamiento productivo y la desindustrialización del país”, de acuerdo con la investigación.

Si bien la Cepal reconoció que en México existen múltiples programas gubernamentales para apoyar a las pequeñas y medianas empresas –tan sólo en 2004 eran alrededor de 400– criticó que la mayoría “sólo se han traducido en una derrama de recursos y discursos de bajo impacto”.
Las autoridades pretenden que las pymes se incorporen a programas “unitalla” cuando deben rediseñarse los programas de apoyo con servicios “a la medida”, en función de su tamaño y del sector o rama productiva a la que pertenezca cada empresa.

Además de ser “difusa en sí misma”, la política industrial depende de muchos organismos públicos y carece de “un componente transexenal confiable” por lo que se complica su implementación oportuna con un esquema de apoyo integral, coordinado y de permanente evaluación, señaló.

Debe agregarse además una mejora en la calidad institucional como prerrequisito de éxito como “paliar las deficiencias en materia de corrupción, buen gobierno, informalidad, derechos de propiedad, incidencias delictiva y la eficacia en los procedimientos judiciales”.

Falta de financiamiento a las pequeñas y medianas empresas

En cuanto a los principales problemas que caracterizan a las pymes mexicanas, Cepal indicó que “derivan de su naturaleza familiar” y que sus limitaciones se relacionan a la falta de financiamiento y asesoría empresarial, ya que operan con administraciones deficientes, recursos humanos no calificados, desconocimiento de oportunidades de negocio y de nuevas tecnologías que derivan en una producción de mala calidad.

Tan es así que 90 por ciento de las pymes no cuenta con ningún tipo de certificación de calidad, lo que dificulta su integración a cadenas productivas y sus posibilidades de exportar.

Por todo ello las pymes son consideradas como un sector de “alto riesgo” para los bancos y entidades financieras. Una situación agravada por la crisis financiera y que provocará que la “astringencia crediticia” perdure varios años, por lo que Cepal recomendó que la banca de desarrollo social o fomento desempeñen un papel más activo para las pymes.
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