Menos impuestos a los salarios y más al sector financiero
viernes 18 de febrero de 2011
Irina Santesteban (LA ARENA)
Un millón y medio de trabajadores formales pagan tanto el Impuesto al Valor Agregado como el Impuesto a las Ganancias. Queda claro con este número que los sectores populares son los que más aportan al erario público.
Desde hace meses que el reclamo para que se eleve el mínimo no imponible al Impuesto a las Ganancias ha pasado de ser una reivindicación más de los sindicatos. Y ya no sólo de los que agrupan a trabajadores con buenos salarios -bancarios, camioneros, judiciales, aeronavegantes, petroleros, etc.-, sino que ahora ese tributo alcanza a gremios con remuneraciones más bajas, como por ejemplo los docentes, cuyos cargos jerárquicos (directores, supervisores, etc.) están aportando.
Según la información que brindó la Administración Federal de los Ingresos Públicos (AFIP) en el mes de enero, el Estado recaudó en este concepto 44.794 millones de pesos, un 40,5 por ciento más que en el mismo mes de 2010, cuando se recaudaron 29.025,7 millones.
Según el cuadro comparativo de la recaudación, publicado en la página web de la AFIP, el total de los impuestos recaudados durante el mes de enero de 2011 fue de 28.471 millones de pesos, de los cuales el IVA fue el más importante con 11.837,31 millones de pesos (41,57%); Ganancias le siguió con 7.110,80 millones de pesos (24,97%); Comercio Exterior (retenciones) con 4.715,40 millones de pesos (16,56%); Débitos y Créditos por 2.661,20 millones de pesos (9,34%); y otros impuestos 2.145,70 millones de pesos (7,53%).
Como se puede observar, los impuestos que más aportan al fisco son el IVA y Ganancias. El primero es el más regresivo, pues lo pagan todos los ciudadanos, cualquiera fuere los ingresos que tengan, y al estar gravados con IVA hasta los productos de la canasta alimentaria, los sectores con menores ingresos son los que, comparativamente, pagan más en este concepto.
De hecho, un millón y medio de trabajadores formales pagan tanto el IVA como Ganancias, por lo que queda claro que los asalariados son los que más aportan al erario público.
Ganancias y acumulación
En el caso del Impuesto a las Ganancias, hubo algunas opiniones en el sentido de que es un tributo "progresivo" porque aporta más quien más gana. Desde esa argumentación, es cierto, pero es necesario que nos detengamos en el concepto de "ganancia". Según el diccionario, "ganancia" es el beneficio económico obtenido por el capital invertido. El salario, en cambio, es "el pago que recibe de forma periódica un trabajador de mano de su empleador a cambio de que éste trabaje durante un tiempo determinado". El trabajo es, entonces, la remuneración que percibe el empleado a cambio de poner su trabajo a disposición del patrón. Carlos Marx investigó profundamente la naturaleza del salario y así desarrolló el concepto de "plusvalía" que es el valor del trabajo no remunerado que el asalariado crea o produce por encima del valor que el patrón le paga por su fuerza de trabajo y que es apropiado gratuitamente por el capitalista. Es para Marx la base de la acumulación capitalista.
En la relación laboral obrero-empleador siempre se concibió al primero como la parte más débil y por ello, por lo menos en teoría, el Derecho Laboral tiene un contenido protectorio, que se resume en la frase "in dubio pro operario" (en caso de duda, a favor del obrero).
En la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo de 1919, se define como uno de sus objetivos prioritarios "la garantía de un salario vital adecuado".
Avance brutal
Pero en la Argentina, el impuesto que debería gravar las ganancias de las empresas y de los capitalistas, es decir, de quienes obtienen "ganancias por el capital invertido", está avanzando por sobre los salarios de los trabajadores, de una manera mucho más brutal que la plusvalía, con la diferencia que en lugar de apropiársela el empresario, lo hace el Estado.
En algunos casos, la incidencia del impuesto a las Ganancias sobre los salarios ha sufrido un incremento mayor al 400 por ciento, comparando lo que se aportaba en 2001 y lo que se tributó en 2010. Según un estudio macroeconómico privado citado por el diario "La Voz del Interior" en su edición del día 29 de enero, "para un sueldo neto de 12.500 pesos en 2010, el impuesto anual fue de alrededor del 8 por ciento, mientras que un empleado que en 2001 percibía un ingreso con similar valor de compra, tenía un descuento equivalente al 2 por ciento. Para un ingreso más elevado, de 18 mil pesos en 2010, la presión se elevó del 6,5 al 15,5 por ciento, aunque en este caso hubo una caída después de 2008 (cuando la tasa había subido más allá del 20 por ciento), por cambios en la forma de calcular el tributo".
Pisos y cotos
Actualmente están alcanzados por el impuesto los trabajadores solteros que cobran desde 4.818 pesos mensuales y los casados con dos hijos que perciben un salario superior a los 6.662 pesos. Para la CGT de Hugo Moyano, estos mínimos deberían ubicarse en los 7.000 pesos para los solteros y 8.000 pesos para los casados, mientras que la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo pide que esos montos se fijen en 8.000 pesos y 10.000 pesos, respectivamente.
Pero quizás lo más irritante de este tributo es que existen dos cotos de privilegio, que son intolerables en una sociedad democrática. Porque aún entendiendo que el concepto de ganancia no puede aplicarse a ningún salario, por alto que éste sea, si el mismo se ha fijado por ley, entonces no puede haber excepciones. Así lo establece la Constitución Nacional en su artículo 16: "La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento; no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas". La obligación de pagar impuestos, sin distinciones más que las fijadas en la propia ley, surge clarísima del último párrafo, referido precisamente a la política tributaria. Sin embargo, en la Argentina, los jueces y algunos funcionarios judiciales no tributan este impuesto en virtud de una acordada del año 1996, dictada por el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Julio Nazareno. Ninguna acordada puede modificar una ley, eso está en la base de nuestro sistema republicano.
Más equitativo
Y están exentos también de este impuesto, a pesar que entran perfectamente en el concepto de "ganancias", las rentas del capital por operaciones especulativas en el mercado financiero, las rentas de los plazos fijos y las ganancias provenientes de la compra y venta de acciones. Es absurdo que quienes lucran con operaciones financieras, no tributen sobre sus reales ganancias, mientras los trabajadores, que no tienen rentas sino salario, sí deban tributar este impuesto.
Por ello, es urgente que el Congreso Nacional trate y apruebe una reforma tributaria que haga más progresivo y equitativo nuestro sistema, que debería comprender la eliminación del IVA a los alimentos de primera necesidad, así como del Impuesto a las Ganancias en la categoría 4ª, que es la referida a los salarios.
Asimismo, debería aprobarse el proyecto de Ley de Servicios Financieros presentada por el diputado nacional Carlos Heller, que significa un cambio de filosofía en el rol que debe cumplir un sistema financiero, obligando a los bancos y entidades financieras a direccionar una porción del crédito a las Pymes, con un techo en las tasas de interés para las pequeñas empresas, así como ofrecer créditos hipotecarios a las familias, a largo plazo y bajo interés.
Fuente
Irina Santesteban (LA ARENA)
Un millón y medio de trabajadores formales pagan tanto el Impuesto al Valor Agregado como el Impuesto a las Ganancias. Queda claro con este número que los sectores populares son los que más aportan al erario público.
Desde hace meses que el reclamo para que se eleve el mínimo no imponible al Impuesto a las Ganancias ha pasado de ser una reivindicación más de los sindicatos. Y ya no sólo de los que agrupan a trabajadores con buenos salarios -bancarios, camioneros, judiciales, aeronavegantes, petroleros, etc.-, sino que ahora ese tributo alcanza a gremios con remuneraciones más bajas, como por ejemplo los docentes, cuyos cargos jerárquicos (directores, supervisores, etc.) están aportando.
Según la información que brindó la Administración Federal de los Ingresos Públicos (AFIP) en el mes de enero, el Estado recaudó en este concepto 44.794 millones de pesos, un 40,5 por ciento más que en el mismo mes de 2010, cuando se recaudaron 29.025,7 millones.
Según el cuadro comparativo de la recaudación, publicado en la página web de la AFIP, el total de los impuestos recaudados durante el mes de enero de 2011 fue de 28.471 millones de pesos, de los cuales el IVA fue el más importante con 11.837,31 millones de pesos (41,57%); Ganancias le siguió con 7.110,80 millones de pesos (24,97%); Comercio Exterior (retenciones) con 4.715,40 millones de pesos (16,56%); Débitos y Créditos por 2.661,20 millones de pesos (9,34%); y otros impuestos 2.145,70 millones de pesos (7,53%).
Como se puede observar, los impuestos que más aportan al fisco son el IVA y Ganancias. El primero es el más regresivo, pues lo pagan todos los ciudadanos, cualquiera fuere los ingresos que tengan, y al estar gravados con IVA hasta los productos de la canasta alimentaria, los sectores con menores ingresos son los que, comparativamente, pagan más en este concepto.
De hecho, un millón y medio de trabajadores formales pagan tanto el IVA como Ganancias, por lo que queda claro que los asalariados son los que más aportan al erario público.
Ganancias y acumulación
En el caso del Impuesto a las Ganancias, hubo algunas opiniones en el sentido de que es un tributo "progresivo" porque aporta más quien más gana. Desde esa argumentación, es cierto, pero es necesario que nos detengamos en el concepto de "ganancia". Según el diccionario, "ganancia" es el beneficio económico obtenido por el capital invertido. El salario, en cambio, es "el pago que recibe de forma periódica un trabajador de mano de su empleador a cambio de que éste trabaje durante un tiempo determinado". El trabajo es, entonces, la remuneración que percibe el empleado a cambio de poner su trabajo a disposición del patrón. Carlos Marx investigó profundamente la naturaleza del salario y así desarrolló el concepto de "plusvalía" que es el valor del trabajo no remunerado que el asalariado crea o produce por encima del valor que el patrón le paga por su fuerza de trabajo y que es apropiado gratuitamente por el capitalista. Es para Marx la base de la acumulación capitalista.
En la relación laboral obrero-empleador siempre se concibió al primero como la parte más débil y por ello, por lo menos en teoría, el Derecho Laboral tiene un contenido protectorio, que se resume en la frase "in dubio pro operario" (en caso de duda, a favor del obrero).
En la Constitución de la Organización Internacional del Trabajo de 1919, se define como uno de sus objetivos prioritarios "la garantía de un salario vital adecuado".
Avance brutal
Pero en la Argentina, el impuesto que debería gravar las ganancias de las empresas y de los capitalistas, es decir, de quienes obtienen "ganancias por el capital invertido", está avanzando por sobre los salarios de los trabajadores, de una manera mucho más brutal que la plusvalía, con la diferencia que en lugar de apropiársela el empresario, lo hace el Estado.
En algunos casos, la incidencia del impuesto a las Ganancias sobre los salarios ha sufrido un incremento mayor al 400 por ciento, comparando lo que se aportaba en 2001 y lo que se tributó en 2010. Según un estudio macroeconómico privado citado por el diario "La Voz del Interior" en su edición del día 29 de enero, "para un sueldo neto de 12.500 pesos en 2010, el impuesto anual fue de alrededor del 8 por ciento, mientras que un empleado que en 2001 percibía un ingreso con similar valor de compra, tenía un descuento equivalente al 2 por ciento. Para un ingreso más elevado, de 18 mil pesos en 2010, la presión se elevó del 6,5 al 15,5 por ciento, aunque en este caso hubo una caída después de 2008 (cuando la tasa había subido más allá del 20 por ciento), por cambios en la forma de calcular el tributo".
Pisos y cotos
Actualmente están alcanzados por el impuesto los trabajadores solteros que cobran desde 4.818 pesos mensuales y los casados con dos hijos que perciben un salario superior a los 6.662 pesos. Para la CGT de Hugo Moyano, estos mínimos deberían ubicarse en los 7.000 pesos para los solteros y 8.000 pesos para los casados, mientras que la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo pide que esos montos se fijen en 8.000 pesos y 10.000 pesos, respectivamente.
Pero quizás lo más irritante de este tributo es que existen dos cotos de privilegio, que son intolerables en una sociedad democrática. Porque aún entendiendo que el concepto de ganancia no puede aplicarse a ningún salario, por alto que éste sea, si el mismo se ha fijado por ley, entonces no puede haber excepciones. Así lo establece la Constitución Nacional en su artículo 16: "La Nación Argentina no admite prerrogativas de sangre, ni de nacimiento; no hay en ella fueros personales ni títulos de nobleza. Todos sus habitantes son iguales ante la ley, y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad. La igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas". La obligación de pagar impuestos, sin distinciones más que las fijadas en la propia ley, surge clarísima del último párrafo, referido precisamente a la política tributaria. Sin embargo, en la Argentina, los jueces y algunos funcionarios judiciales no tributan este impuesto en virtud de una acordada del año 1996, dictada por el entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Julio Nazareno. Ninguna acordada puede modificar una ley, eso está en la base de nuestro sistema republicano.
Más equitativo
Y están exentos también de este impuesto, a pesar que entran perfectamente en el concepto de "ganancias", las rentas del capital por operaciones especulativas en el mercado financiero, las rentas de los plazos fijos y las ganancias provenientes de la compra y venta de acciones. Es absurdo que quienes lucran con operaciones financieras, no tributen sobre sus reales ganancias, mientras los trabajadores, que no tienen rentas sino salario, sí deban tributar este impuesto.
Por ello, es urgente que el Congreso Nacional trate y apruebe una reforma tributaria que haga más progresivo y equitativo nuestro sistema, que debería comprender la eliminación del IVA a los alimentos de primera necesidad, así como del Impuesto a las Ganancias en la categoría 4ª, que es la referida a los salarios.
Asimismo, debería aprobarse el proyecto de Ley de Servicios Financieros presentada por el diputado nacional Carlos Heller, que significa un cambio de filosofía en el rol que debe cumplir un sistema financiero, obligando a los bancos y entidades financieras a direccionar una porción del crédito a las Pymes, con un techo en las tasas de interés para las pequeñas empresas, así como ofrecer créditos hipotecarios a las familias, a largo plazo y bajo interés.
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