Venezuela: “Ni capital ni burócratas. Más socialismo y más revolución”

jueves 5 de enero de 2012

Homar Garcés (especial para ARGENPRESS.info)
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Entre 2010 y 2011 hubo marchas de trabajadores y agrupaciones de izquierda en algunas ciudades de Venezuela que, pancartas en mano, exigían del Presidente Hugo Chávez una mayor profundización de los cambios con orientación socialista fomentados por su gobierno. En una de tales pancartas se proclamaba “Ni capital ni burócratas. Más socialismo y más revolución”, lo cual resume la posición política e ideológica de amplios sectores populares que respaldan a Chávez y al proceso revolucionario bolivariano que lidera. Ésta ha sido una exigencia constante, puesta de manifiesto en cada foro organizado, incluso durante el debate de las Cinco Líneas Estratégicas de Acción Política del PSUV, resultando fuertemente cuestionados los dirigentes y gobernantes chavistas actuales en cada uno de estos escenarios; algo que, indudablemente, habla de la necesidad de una mayor reflexión, puesto que se palpa y evidencia una falta de sintonía entre lo que se predica y lo que hace en nombre de la revolución socialista. Esta situación -poco advertida por quienes ejercen cargos de gobierno- imposibilita la organización y actuación de un verdadero poder popular revolucionario en el país, dadas las prácticas clientelares y demagógicas que subordinan a sus voceros a los intereses de quienes usufructúan el poder.

Esto, sin embargo, no ha sido obstáculo para que un alto contingente de la población venezolana esté dispuesto a seguir respaldando a Chávez y los diversos cambios de corte revolucionario que viene propiciando. Por ello, los grupos de oposición han buscado concentrar su poder de fuego sobre las deficiencias y contradicciones evidentes de muchos gobiernos locales, a sabiendas que el pueblo mantiene hacia ellos una actitud de rechazo, muy diferente a la que tiene respecto al Presidente. Pero, más allá de ello, el grueso porcentaje de revolucionarios y chavistas progresistas cree indispensables mayores medidas de parte del gobierno nacional, regional y municipal que tiendan a fortalecer el poder popular y, junto al mismo, un cambio estructural del Estado vigente que consolide el socialismo revolucionario. De ahí que el requerimiento en contra del capital y de los burócratas tiene una justificación válida al notar que estos han frenado -en uno u otro sentido- el avance y la organización revolucionaria del pueblo, suscitándose realidades abiertamente incompatibles con el socialismo. En esto último influye enormemente el hecho que gran parte de la dirigencia del chavismo tiene una formación socialdemócrata, con resabios anticomunistas apenas disimulados. Frente a tal circunstancia, no le resta sino a los revolucionarios y chavistas progresistas trabajar a diario por elevar el nivel de conciencia revolucionaria de los sectores populares organizados, apelando a los instrumentos legales y extralegales que contribuyan a darles un perfil de verdadero poder popular, siendo capaz de influir en las decisiones del gobierno. Con tal orientación, los revolucionarios y chavistas progresistas podrían acelerar la profundización del proceso de cambios revolucionarios, superando la actual transición pequeño-burguesa. Para lograrlo, es importante que tengan en claro que “el reto no es sólo ganar las elecciones. Es ganarlas organizando, educando, movilizando y actuando para que el pueblo sea poder. Podemos ganarlas en las urnas y perderlas en la conciencia y en el inconsciente popular, si las ideas que quedan reforzadas son ideas capitalistas, que fortalezcan las soluciones individuales y, en general, las soluciones que vienen desde poderes externos, como el Estado, alguna iglesia o algún monopolio empresarial con `responsabilidad social’,” como lo refiriera Julio Escalona en uno de sus artículos. En este caso, la participación de revolucionarios y chavistas progresistas en las elecciones presidenciales (y cualquier otra) no tendría otro objetivo que asegurar las condiciones objetivas y subjetivas que han permitido hablar de revolución y de socialismo en Venezuela, antes que considerarla como la estrategia única o principal para alcanzarlo, subestimando así la democracia participativa y los poderes creadores del pueblo.

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