Pobreza ilimitada en México
Las
familias más pobres de nuestro país son las que más sufren. Datos
oficiales de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares,
elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
Lilia Arellano - Opinión EMET
Revista EMET
Las familias más pobres de nuestro país
son las que más sufren. Datos oficiales de la Encuesta Nacional de
Ingreso y Gasto de los Hogares, elaborada por el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI), revelan que el 10 por ciento de la
población que se encuentra en la escala más baja de la distribución del
ingreso en el país destina 48.6 por ciento de sus recursos al gasto de
alimentos. Si se toma como referencia el salario mínimo, las familias
que tienen como ingreso uno de éstos dedican 58.8 por ciento de su gasto
a la compra de alimentos.
Y la situación tiende a empeorar porque los precios de los alimentos seguirán incrementándose. Por lo pronto, el precio del maíz y del trigo, dos de los granos que junto con el arroz constituyen la base de la alimentación de la mayoría de los habitantes, aumentó casi 50 por ciento desde junio. El Banco Mundial advirtió que las alzas continuarán, mientras la sequía mina las cosechas de Estados Unidos, el principal productor de maíz del mundo. “La inestabilidad del costo de los alimentos genera una preocupación creciente”, subrayó en un reciente reporte el BM, que destaca que en este año se ha elevado los precios de todos los granos, salvo el arroz.
En los últimos cuatro años (2008-2012), el costo de la canasta básica alimentaria por persona se incrementó en 29.9 por ciento en el ámbito rural y el 28. 3 por ciento en el resto del país, mientras que el ingreso laboral apenas creció sólo 1.7 por ciento. En marzo del 2008, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Conveal), la canasta básica alimentaria por personas en el ámbito rural costaba 588.80 pesos al mes, mientras que en zonas urbanas era de 843 pesos. Cuatro años después, la canasta alimentaria en zonas rurales ya costaba 765.10 pesos mensuales y en zonas urbanas mil 81.20 pesos al mes.
Un lamentable ejemplo lo constituye el precio del huevo. Al elaborar esta líneas, el kilogramo del huevo en tiendas de abarrotes, autoservicio y mercados públicos del Distrito Federal se vendía hasta en 40 pesos, esto a pesar de que la Secretaría de Economía (SE) publicó apenas el martes pasado dos acuerdos para importar 211 mil toneladas de huevo fresco para consumo humano y 24 mil 400 toneladas para uso industrial, a fin de estabilizar el mercado ante el brote de gripe aviar en dos municipios de Jalisco. Y para acabarla de amolar, los distribuidores esconden este producto, lo que también afecta los precios del pan blanco y dulce.
Los precios de los granos serán inestables y superiores a la media al menos hasta 2015. El Banco Mundial advierte que en los países más pobres, México incluido, donde las personas gastan hasta dos tercios de sus ingresos en alimentos, el alza representa “una amenaza para el crecimiento mundial y la estabilidad social”. En ese sentido, destaca que la malnutrición contribuye a las enfermedades entre niños y madres, a la disminución de la capacidad de aprendizaje, a la reducción de la productividad y al aumento de la mortalidad. Un tercio de todos los decesos de infantes se atribuye a la desnutrición.
Cuando la producción de alimentos cae, en México se padece hambre. El pasado mes de julio se registró la mayor subida en los precios de los alimentos desde 2009, “lo que abre la puerta a una nueva hambruna como la que ya sufrió el Cuerno de África el año pasado y, además, ejerce presión sobre la inflación en un momento en el que se teme que la economía mundial vuelva a recaer”, advierte la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En nuestro país, la caída sostenida en la capacidad adquisitiva del salario mínimo y el aumento sostenido en el costo de la canasta básica, provocarán un aumento en la población en situación de pobreza alimentaria, situación que no se ha podido ocultar no obstante los miles de millones de pesos gastados en publicidad para destacar los “logros” del calderonismo.
Sin duda alguna que el aumento de los precios internacionales ha repercutido en México, un país que resiente el hecho de que la independencia y la soberanía alimentaria son un ya un tema histórico, identificado con el llamado “nacionalismo revolucionario” que fue echado a la basura en los últimos 30 años. Ahora, sobre todo a raíz de la implementación del neoliberalismo, México ha acrecentado su inseguridad alimentaria, generando mayor miseria en el campo y más hambre.
EMERGENCIA INTERNACIONAL
Para hacer frente a los crecientes precios de los granos, causados por la peor sequía estadounidense en medio siglo, los gobiernos de Francia, Estados Unidos y México –país que actualmente preside el G-20- sostendrán una teleconferencia a finales de este mes para analizar si se requiere una reunión internacional de emergencia para analizar este complejo problema internacional. Ahí se decidirá si se convoca a la primera reunión del Foro de Respuesta Rápida G-20.
Uno de los principales datos que encendió la alarma mundial fue el valor referencial del maíz en la Bolsa de Chicago, que la semana pasada trepó a un máximo sin precedentes al tiempo que el Departamento de Agricultura estadounidense (USDÄ) recortaba su estimación de la producción en un 17 por ciento, lo que intensificó los temores de que el mundo se esté encaminando a una repetición de la crisis alimentaria de 2008.
Y la situación tiende a empeorar porque los precios de los alimentos seguirán incrementándose. Por lo pronto, el precio del maíz y del trigo, dos de los granos que junto con el arroz constituyen la base de la alimentación de la mayoría de los habitantes, aumentó casi 50 por ciento desde junio. El Banco Mundial advirtió que las alzas continuarán, mientras la sequía mina las cosechas de Estados Unidos, el principal productor de maíz del mundo. “La inestabilidad del costo de los alimentos genera una preocupación creciente”, subrayó en un reciente reporte el BM, que destaca que en este año se ha elevado los precios de todos los granos, salvo el arroz.
En los últimos cuatro años (2008-2012), el costo de la canasta básica alimentaria por persona se incrementó en 29.9 por ciento en el ámbito rural y el 28. 3 por ciento en el resto del país, mientras que el ingreso laboral apenas creció sólo 1.7 por ciento. En marzo del 2008, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Conveal), la canasta básica alimentaria por personas en el ámbito rural costaba 588.80 pesos al mes, mientras que en zonas urbanas era de 843 pesos. Cuatro años después, la canasta alimentaria en zonas rurales ya costaba 765.10 pesos mensuales y en zonas urbanas mil 81.20 pesos al mes.
Un lamentable ejemplo lo constituye el precio del huevo. Al elaborar esta líneas, el kilogramo del huevo en tiendas de abarrotes, autoservicio y mercados públicos del Distrito Federal se vendía hasta en 40 pesos, esto a pesar de que la Secretaría de Economía (SE) publicó apenas el martes pasado dos acuerdos para importar 211 mil toneladas de huevo fresco para consumo humano y 24 mil 400 toneladas para uso industrial, a fin de estabilizar el mercado ante el brote de gripe aviar en dos municipios de Jalisco. Y para acabarla de amolar, los distribuidores esconden este producto, lo que también afecta los precios del pan blanco y dulce.
Los precios de los granos serán inestables y superiores a la media al menos hasta 2015. El Banco Mundial advierte que en los países más pobres, México incluido, donde las personas gastan hasta dos tercios de sus ingresos en alimentos, el alza representa “una amenaza para el crecimiento mundial y la estabilidad social”. En ese sentido, destaca que la malnutrición contribuye a las enfermedades entre niños y madres, a la disminución de la capacidad de aprendizaje, a la reducción de la productividad y al aumento de la mortalidad. Un tercio de todos los decesos de infantes se atribuye a la desnutrición.
Cuando la producción de alimentos cae, en México se padece hambre. El pasado mes de julio se registró la mayor subida en los precios de los alimentos desde 2009, “lo que abre la puerta a una nueva hambruna como la que ya sufrió el Cuerno de África el año pasado y, además, ejerce presión sobre la inflación en un momento en el que se teme que la economía mundial vuelva a recaer”, advierte la agencia de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). En nuestro país, la caída sostenida en la capacidad adquisitiva del salario mínimo y el aumento sostenido en el costo de la canasta básica, provocarán un aumento en la población en situación de pobreza alimentaria, situación que no se ha podido ocultar no obstante los miles de millones de pesos gastados en publicidad para destacar los “logros” del calderonismo.
Sin duda alguna que el aumento de los precios internacionales ha repercutido en México, un país que resiente el hecho de que la independencia y la soberanía alimentaria son un ya un tema histórico, identificado con el llamado “nacionalismo revolucionario” que fue echado a la basura en los últimos 30 años. Ahora, sobre todo a raíz de la implementación del neoliberalismo, México ha acrecentado su inseguridad alimentaria, generando mayor miseria en el campo y más hambre.
EMERGENCIA INTERNACIONAL
Para hacer frente a los crecientes precios de los granos, causados por la peor sequía estadounidense en medio siglo, los gobiernos de Francia, Estados Unidos y México –país que actualmente preside el G-20- sostendrán una teleconferencia a finales de este mes para analizar si se requiere una reunión internacional de emergencia para analizar este complejo problema internacional. Ahí se decidirá si se convoca a la primera reunión del Foro de Respuesta Rápida G-20.
Uno de los principales datos que encendió la alarma mundial fue el valor referencial del maíz en la Bolsa de Chicago, que la semana pasada trepó a un máximo sin precedentes al tiempo que el Departamento de Agricultura estadounidense (USDÄ) recortaba su estimación de la producción en un 17 por ciento, lo que intensificó los temores de que el mundo se esté encaminando a una repetición de la crisis alimentaria de 2008.
Comentarios