Industria petrolera: ¡México puede!
CONTRALÍNEA
Desde que el papa Alejandro VI, mejor
conocido como Rodrigo de Borja (o Borgia), le “donó” a los españoles
nuestras tierras, en 1493, hemos sido sujetos del saqueo de nuestras
riquezas. Nuestra tierra ha sido invadida y sus riquezas fueron a parar a
manos de potentados extranjeros. Incluso en 1787, cuando se expidieron
las Reales Ordenanzas para la Minería, en lo que ellos llamaron la Nueva
España, determinaron que los “jugos de la tierra” pertenecían a la corona
de España, es decir, al invasor extranjero. Durante el porfirismo esta
situación continuó, ya que en 1906 la Cámara de Diputados aprobó una ley
en la que se eximía a las compañías petroleras de cualquier pago de
impuestos –a excepción del impuesto de timbre– si explotaban terrenos
privados.
Así, nuestro trabajo y riquezas engordaron
a las compañías extranjeras. Por otra parte, los mexicanos laboramos y
acumulamos experiencia en la materia petrolera adquiriendo capacitación y
destreza. Ya en 1863 se hicieron perforaciones en Tabasco, y en 1883 el
entonces gobernador de aquella entidad, Simón Sarlat Nova, creó una
compañía e hizo el primer intento de explotación comercial. Hace ya 112
años, en 1901, comenzó la extracción sistemática del petróleo en Ébano,
San Luis Potosí. Edward Doheny y Charles A Canfield estaban a punto de
abandonar el proyecto cuando un geólogo mexicano de gran prestigio, el
ingeniero Ezequiel Ordóñez, les recomendó el cuello volcánico conocido
como Cerro de la Pez para hacer las perforaciones, con lo que obtuvieron
un gran éxito;?así empezó la producción en grande: de 1901 a 1911, las
compañías exportaron 25 millones de barriles de petróleo y ganaron 4
millones de dólares sin pagar un sólo centavo de impuestos.
Así era la situación petrolera en el porfiriato.
Luego del triunfo de la Revolución
Mexicana, Francisco I Madero impuso, en julio de 1912, un impuesto de 20
centavos por tonelada, lo que equivalía a 3 centavos por barril de
petróleo. Lo que disgustó a las compañías petroleras, que a su vez
alentaron al embajador Henry Lane Wilson a impulsar el complot que
derrocó y llevó a la muerte a Madero y a José Pino Suárez. No fue éste,
desde luego, su único crimen. Las compañías dividieron comunidades y
familias, provocaron matanzas e hicieron de todo para apropiarse de las
tierras petroleras. Con el nuevo triunfo de la Revolución contra el
usurpador Victoriano Huerta, financiaron a Manuel Peláez, quien con su
ejército defendió los intereses extranjeros que en la zona petrolera
tenían su feudo, además contaban con sus famosas “guardias blancas”. Las
condiciones laborales eran muy desfavorables, por lo que se organizó la
Unión de Petroleros Mexicanos. El 19 de febrero de 1918 se hizo la
primera tentativa para hacer cumplir el Artículo 27 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, gravando esta vez los
contratos sobre tierras y petróleo. Nuevamente no se hicieron esperar
las protestas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y también se
presentó la negativa de las compañías para aceptar el cumplimiento de
los decretos. Esto dio motivo para que las empresas intervinieran
activamente en el derrocamiento y asesinato de Venustiano Carranza.
Largas luchas llevaron a la
Expropiación Petrolera de 1938, los obreros y técnicos mexicanos
comenzaron a organizarse. La historia negra de la acción de las
compañías petroleras extranjeras inglesas, holandesas, estadunidenses
fue enfrentada por los trabajadores, y la huelga petrolera de casi 1 año
(en 1937) fue el catalizador para que el gobierno de Lázaro Cárdenas
del Río efectuase la Expropiación Petrolera. Esos trabajadores que
enfrentaron la rapacidad de las compañías petroleras también tuvieron la
capacidad de levantar la industria.
La apuesta de las trasnacionales era por el fracaso de los mexicanos, juraban que en 3 meses, de rodillas,
el gobierno de Cárdenas les iba a pedir su regreso. La situación de la
industria era crítica, ya que desde 1914, a raíz de la Revolución
Mexicana y de la aprobación de la Constitución de 1917 y la amenaza de
expropiación –ya que ésta determinaba que los bienes del subsuelo son de
la nación–, las empresas extranjeras decidieron no invertir en la
industria, y lo que dejaron hacia 1938 fueron instalaciones chatarra. Tras la Expropiación Petrolera se decretó un bloqueo contra México, no nos compraban una sola gota de petróleo ni nos vendían un tornillo,
además de que las compañías extranjeras se llevaron a sus técnicos,
incluso nacionales. La industria en ruinas quedó en manos de los obreros
mexicanos y ellos, con gran capacidad y maestría, levantaron la
industria petrolera ante el asombro del mundo. Cuando Lázaro Cárdenas
anunció que México iba a producir gasolina, para lo que era menester
producir tetraetilo de plomo, sustancia que sólo producían en Alemania y
Estados Unidos, sumamente venenosa y tóxica, los funcionarios de la
compañía Shell se burlaron y llegaron a afirmar en conferencia de prensa
que “juraban beberse cada gota de tetraetilo de plomo que produjeran
los mexicanos”. Pero los ingenieros y técnicos mexicanos produjeron
tetraetilo de plomo y la gasolina necesaria. Petróleos Mexicanos (Pemex)
fue construido gracias al empeño y capacidad de obreros, técnicos e
ingenieros mexicanos.
Pemex ha sido en el último lustro la
cuarta empresa con mayor producción de crudo –sólo por debajo de la
Saudi Arabian Oil Company, la iraní National Iranian Oil Company y
Petróleos de Venezuela– con ingresos de más de 1 billón de pesos
anuales. Es falso que no haya dinero para invertir en Pemex o para
construir refinerías y erigir una potente industria petroquímica. El año
pasado, en abril de 2012, el gobierno mexicano con aprobación del
Congreso de la Unión, le regaló 14 mil 400 millones de dólares al Fondo
Monetario Internacional y 4 mil 400 al Banco Interamericano de
Desarrollo, ¡más de 225 mil millones de pesos! Que no digan que no hay
dinero. También tenemos miles de trabajadores calificados para las
labores que se requieren y jóvenes que pueden entrenarse debidamente. Sí
tenemos la capacidad de realizar todas las labores necesarias para ser
autosuficientes en la exploración, explotación, producción, transporte,
comercialización y refinación de petróleo. México es capaz de generar
tecnologías propias y de asimilar nuevas. Desde 1970, el Instituto
Mexicano del Petróleo (IMP) consolidó el grupo de ingeniería para el
desarrollo de proyectos de instalaciones marinas. Desde la década de
1980, el IMP participó en el diseño, construcción, instalación,
inspección y mantenimiento de plataformas marítimas. A partir de 1987,
personal de sistemas estructurales participó en proyectos para la
explotación de 600, 1 mil y 1 mil 500 metros de profundidad. En 1999 se
iniciaron trabajos de exploración y se perforó a más de 500 metros.
Dicen que Pemex necesita recursos
externos, capital extranjero para la exploración, explotación y
producción. Esto es falso. Entre 1972 y 1975 Pemex descubrió, con sus
propios medios, los grandes yacimientos de Chiapas, Tabasco, la Sonda de
Campeche y el complejo Cantarell (también en Campeche), pues ha tenido
los técnicos capaces de levantar la industria y ha contado con tecnología y metodología propias.
Pemex puede y debe ser una empresa
estatal autosuficiente que sea un motor para el desarrollo económico de
México. Hemos de oponernos a los nuevos planes privatizadores para
rescatar nuestra soberanía energética. La movilización popular debe
frenar las políticas entreguistas de los partidos Revolucionario
Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) y llevar al triunfo nuestra
soberanía energética.
La soberanía energética es un mandato
constitucional que hay que cumplir, y cumplirlo a la letra, pues
significa la diferencia entre ser un país soberano con el control de sus
recursos y riquezas básicas o un país sometido por compañías
extranjeras y sus gobiernos. Las riquezas que produce nuestro sector
energético pueden ser la base para un desarrollo sostenido y para
garantizar a la población los derechos que le otorga la Constitución,
pero que hasta ahora han sido letra muerta. No sólo hemos de
oponernos a la política privatizadora que plantea el Pacto por (anti)
México. Tras la regresión de las últimas 3 décadas de neoliberalismo y
neocolonialismo es necesario emprender de nuevo el rescate energético,
para ello hemos de contar con la movilización del pueblo en general, y
en particular la de los trabajadores del sector. El Movimiento
Regeneración Nacional ha emprendido una gran campaña por la defensa del
petróleo con el lema: “¡el petróleo es de todos!”. Andrés Manuel López
Obrador ha denunciado la intención de entregar el 60 por ciento de la
renta petrolera a corporaciones extranjeras. Apoyemos esta lucha,
informemos ampliamente a la población de los planes del PRI y el PAN.
Está en juego la soberanía nacional, por lo que es necesario apelar a la
más amplia unidad de todos los mexicanos por encima de diferencias de
edad, sexo, religión, ideología, partido político, estilo de vida,
origen nacional y situación socioeconómica. El pueblo unido ha tenido y
tendrá la capacidad de solucionar los problemas que se plantean en este
inicio del siglo XXI para construir el futuro de un México
independiente.
*Politólogo y urbanista. Dirigente de Mexteki y vocero del Congreso de la Soberanía
Fuente: Contralínea 333 / mayo 2013
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