Contra EU, el discurso predominante en la Cumbre de las Américas

PROCESO 


11 de abril de 2015
Reportaje Especial
Los aires de formalidad terminaron hoy en la Cumbre de las Américas. Foto: AP
Los aires de formalidad terminaron hoy en la Cumbre de las Américas.
Foto: AP
PANAMÁ (proceso.com.mx).- Los aires de formalidad, congratulación y buena voluntad terminaron este sábado en la Cumbre de las Américas, con la intensidad de los discursos de los jefes de Estado identificados con la izquierda que terminó alterando programa, expectativas y nociones de lo que se suponía sería este encuentro.
Lo previsible era que todos felicitaran el diálogo Estados Unidos-Cuba y, quizás que desde esta mañana el venezolano Nicolás Maduro lanzara una arenga no programada en reclamo por las sanciones de su homólogo estadunidense, Barack Obama, por considerar que Venezuela es una amenaza contra la seguridad de esa nación.
Pero la agenda avanzó. Desde 1958, los presidentes de Estados Unidos y Cuba no habían coincidido hasta ayer. Pero hoy, esa coincidencia fue sólo en cuanto a avanzar el proceso de normalización, porque las diferencias fueron notorias.
Si para Obama, la historia es lo de menos y “la Guerra Fría ya terminó”, le quedaba añadir: ¨No estoy interesado en disputas que francamente iniciaron antes de que yo naciera”.
Pero para Raúl Castro hay un largo recuento de agresiones a Cuba, desde sus primeros intentos de independencia y la revolución de los años cincuenta, pasando por Bahía de Cochinos hasta llegar a la ocupación de Guantánamo que prevalece en el presente con todo y bloqueo económico.
Castro lo aclara: el 77% de los cubanos nació bajo el bloqueo económico que continúa, y aunque saluda los esfuerzos de Obama por derogar dicho bloqueo, es claro en afirmar que es indispensable.
Se ha llegado a este encuentro, calificado de histórico por todos, pero no sólo hay campanas al vuelo. Porque para Raúl Castro, la revolución y el pueblo de Cuba resistió; estar en la Cumbre de las Américas, es un triunfo de la Revolución que a cada ataque se fortalece y se radicaliza.
El mensaje fue largo. Por anticipo, Castro bromeó sobre su petición de más tiempo que los ocho minutos programados: “Ya era hora de que yo hablara aquí a nombre de Cuba” expresó arrancando risas y aplausos. Si ha faltado a seis cumbres tiene derecho a 48 minutos. La concurrencia celebra la ocurrencia que al final se cumple.
El mensaje es emotivo. Así lo califica el propio Castro  que se disculpa con Obama por su intensa defensa de la Revolución. Aquí, exculpa a Obama del pasado, de los 10 expresidentes previos y lo califica, honesto, atribuyéndole ese carácter a su origen humilde.
La disertación del cubano, que pierde por momentos sus líneas discursivas mientras improvisa y se detiene en episodios relevantes de la historia cubana, de pronto llega al presente al expresar su solidaridad con Venezuela, descalificar el decreto de Obama que considera a dicho país una amenaza.
“Conocemos mejor que nadie lo que ocurre con Venezuela. No porque los hemos vivido”, dijo Castro.
Las clases de historia
Potados, una y otra vez, celebran esta cumbre. Los de izquierdas y los alineados con Estados Unidos, suelen pronunciar desde su llegada a esta ciudad el jueves, que es un momento histórico, que es una reunión histórica… y los medios de comunicación lo han reproducido.
Pero la declaración de Obama, que también había destacado lo histórico de la Cumbre de las Américas, es tajante: “No estamos atrapados en ideologías, al menos yo”.
La alusión al pasado tiene, diplomáticamente, destinatario. El ecuatoriano Rafael Correa precedió a Obama en el uso de la palabra y acusó que las intervenciones norteamericanas en América Latina subsisten, por lo que consideró que había llegado la hora de la segunda y definitiva independencia.
Correa reprobó que Estados Unidos decretara que Venezuela es una amenaza, es decir, que implementara sanciones contra el país que dirige Nicolás Maduro.
Para Obama, eso no es intervención, y su gobierno lo hace porque creen que es lo correcto.
El recuento de Raúl Castro, no renuncia a la historia. Tampoco la argentina Cristina Fernández, que más abiertamente, pidió a los jefes de Estado reunidos aquí, en la Cumbre de las Américas, que se hable con sinceridad en las reuniones y, con una lista de reproches al gobierno del estadunidense, Barack Obama, declaró: “no seamos cíncios”.
En su última participación en una Cumbre, la presidenta Fernández reprochó las sanciones impuestas por el gobierno de Obama a Venezuela, aclarando que lo hacía por lo ridículo de la motivación:
Decir que Venezuela es una amenaza para los Estados Unidos, es ridículo, tanto como lo es comprar su presupuestos militares o como ocurre, “de manera simular y simultánea”, con la declaratoria de Reino Unido sobre Argentina, en relación con las Malvinas.
Si hay que ser sinceros, no hay ayuda válida para Cuba, como anunció Obama minutos antes. Fernández, de plano dijo que al contrario, Cuba debía ser indemnizada por el largo período de agravios.
“Entiendo que al presidente Obama no le gusta la historia, o no le interesa. A mí sí”, espetó sin saber si Obama permanecía o no en el Teatro Anayansi, donde se desarrollaba el encuentro.
Fernández abundó en otros temas, a propósito de la sinceridad. Por ejemplo, mencionó que si bien el narcotráfico es una amenaza para la seguridad, no se aborda lo relacionado con el lavado de dinero.
Con una serie de cuestionamientos retóricos, se refirió a que se debería saber dónde se lava el dinero, si en los países productores o en los países desarrollados consumidores, o en los paraísos fiscales de los países desarrollados.
Venezuela que roba cámara
La postura de la brasileña Dilma Rousseff ha sido clara y, luego de un prolongado silencio, ayer expuso en una entrevista para la cadena estadunidense CNN en Español su postura contundente: dijo no creer que las oposiciones deban ser encarceladas por motivos políticos, pues se afecta el orden democrático.
Para Rousseff -de larga trayectoria en la oposición- protestar y marchar por las calles es un derecho ganado por los ciudadanos, necesario y parte la normalidad de ese país.
“Esa es una conquista del pueblo brasileño, para mí es un orgullo, principalmente por el hecho de que yo participé en la resistencia democrática. Yo sé lo que es la tortura, la prisión ilegal y sé lo que es el arbitrio, y sé perfectamente bien lo que quiere decir. Yo lo viví, no es que lo escuché…”, expresó.
Hoy, durante su participación en la Cumbre de las Américas, su postura no parece haber variado, pero de ahí a aceptar las sanciones luego de felicitar el proceso de paz en Colombia y la normalizaciòn de relaciones Cuba-Estados Unidos, Rousseff expuso:
“Rechazamos las sanciones sobre Venezuela”.
Si Correa, Dilma, Castro y Fernández habían reprobado las sanciones contra Venezuela, falta Evo Morales y el tan aludido Nicolás Maduro.
Para Evo es claro. El imperialismo divide las naciones en buenas y malas. Las malas para el Imperio son aquellas que defienden su soberanía, recursos naturales y su identidad. Las buenas son lo contrario.
Más tarde lo explicará. En rueda de prensa, el boliviano opinará sobre la normalización diplomática que intentan Estados Unidos y Cuba, como una buena maniobra para dividir el Unasur. Por eso alerta, como ya lo ha hecho Castro: la normalización no existe mientras no se levante el bloqueo económico. Y como Cristina, cree que al contrario, Estados Unidos debe indemnizarle a Cuba tantos años de muerte y miseria.
La división es clara y si hasta el viernes se creía que los presidentes de izquierdas llegaban debilitados por los escándalos de corrupción, los reveses electorales y los señalamientos internos en sus países, han llegado aquí, con fuertes discursos contra Estados Unidos.
El presidente venezolano Nicolás Maduro dijo tender la mano a Barack Obama para dialogar sobre lo que Estados Unidos y su país deben dialogar para resolver sus diferencias.
“Venezuela está bajo amenaza, bajo agresión y eso debe ser desmontado. Queremos paz y queremos construir una relación civilizada”, dijo.
Con sus peculiares líneas discursivas, con bromas y coloquialismos, condenó la intromisión en su país.
“Cuando viene un funcionario extranjero a hablar mal de mi país, disculpen la expresión, yo me encabrono”, dijo.
A continuación, mencionó que si él llegaba a otro país y criticaba la privatización de la educación, de los recursos naturales, la pobreza y sus políticas neoliberales, sería el acabose, mientras que a la inversa, se pretende opinar de Venezuela.
Maduro dijo que desde el inicio de su gestión intentó tener acercamientos con Barack Obama, a quien le ha pedido encuentros sin éxito.
“Lo hago ahora de manera pública. Le tiendo la mano para que podamos dialogar”, expresó el venezolano.
“No somos antiestadunidenses, no lo fue Bolívar, ni Chávez ni yo. Somos antiimperialistas”, espetó para luego hacer la diferencia entre el país de los lobbies en Washington y las corporaciones con lo que llamó, y Estados Unidos profundo que quiere paz y prosperidad.
La intervención de Maduro ocurrió cuando Barack Obama ya había abandonado el Centro de Convenciones Atlapa, donde se desarrolla la Cumbre de las Américas, por lo que las más de 10 millones de firmas recabadas contra las sanciones decretadas por el estadunidense fueron entregadas a su canciller.
Maduro propuso cuatro puntos para construir una mejor relación:
Primero, que se derogue el decreto y se respete la soberanía de su país; también un diálogo directo; que se desmonte “la maquinaria de guerra psicológica, política y militar que subsiste en la embajada de Estados Unidos en Venezuela y, cuatro, tomar las medidas legales para evitar las conspiraciones contra él y su gobierno en Miami y Nueva York.
La historia volvió en el discurso:
“No pase a la historia como pasó Bush. Le tiendo mi mano para que hablemos y resolvamos los asuntos que deban resolverse en paz. Sin intervención en asuntos internos de nadie”.
Los neutrales
Otto Pérez Molina el guatemalteco habló de migración. Pobres entre los pobres, los países centroamericanos y del Caribe, tienen una agenda, la migración que compete a México, por donde pasan las migraciones en riesgo hacia Estados Unidos.
Guatemala y Honduras quieren hacer público en esta cumbre, el ejemplo. Han eliminado entre ambas naciones las restricciones para los flujos migratorios.
Pero la discusión es otra. Y Otto Pérez Molina, históricamente relacionado con el oscuro periodo de la represión guatemalteca, pide respeto a las soberanías. Él ha dicho que no se trata de tomar bando y, apenas ayer intentó abogar por un diálogo ejecutivo entre Estados Unidos y Venezuela.
Llega el turno a Kamia Persad, la primera ministro de Trinidad y Tobago:
“…lo que sí quiero abogar presidente Maduro es que colectivamente levantemos nuestras voces una vez más, en contra de esa orden ejecutiva… la orden ejecutiva está en papel, no es un acto ni una declaración de guerra… somos estados pequeños pero a favor de la democracia, creemos en la soberanía de las naciones, nos paramos a su lado presidente Maduro”, exclamó.
En los casos de Stephen Harper y Barack Obama, sus expresiones abordaron la necesidad de incrementar la cooperación para alcanzar objetivos comunes.
Es el tema central de la cumbre, que el colombiano, Juan Manuel Santos y el peruano, Ollanta Humala, abordarán con sendas expresiones sobre mejorar la cooperación, trabajar por el desarrollo, vencer los desafíos.
Es el mismo guión del presidente anfitrión, Juan Carlos Varela, que conduce el evento y ha intentado con insistencia aunque poco éxito, la lucha contra el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Al inicio de la primera sesión, el presidente Enrique Peña Nieto hizo uso de la palabra entre el turno de Correa y Dilma. En su caso, felicitó a Cuba y a Estados Unidos, para luego hablar de las reformas estructurales aprobadas en México.
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