Autoridades pretenden inhibir la energía de miles de voluntarios

Roberto Garduño
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de septiembre de 2017, p. 20
La sociedad y la ciudadanía agobiadas por la tragedia se enfrentan a nuevas resistencias. Pese al siniestro del martes pasado y la destrucción que dejó tras de sí, las autoridades civiles y militares pretenden inhibir la energía y el compromiso de los miles de voluntarios, en su mayoría jóvenes, que deambulan por las calles intentando hacer menos pesada la desgracia de muchos de su iguales en la Ciudad de México.
Entre las horas difíciles que corren desde hace tres días, para los habitantes de la capital se renueva la incredulidad y desconfianza en sus autoridades. Sobre todo, cuando se impide a mujeres y hombres acercarse a las zonas siniestradas, al argumentarles que se ha tomado el control de la situación.
En los 40 centros de acopio ubicados en distintos puntos de la capital del país se manifiesta el desdén por la autoridad, y a la hora de dejar la ayuda en otras manos, el temor o la duda de si los alimentos y herramientas realmente llegarán a los damnificados y rescatistas.
La irritación en torno al desorden en la recepción y destino de la ayuda que cientos de miles de ciudadanos ha entregado en los centros de acopio hizo eco en el director de cine, Guillermo del Toro, quien tuiteó: Al donar tachen códigos de barras. Escriban en las cajas y bolsas con marcador, esto con el fin de que los buitres, no roben más víveres.
En la delegación Coyoacán, golpeada con dureza por el sismo, el encono contra la autoridad es abrumador. Los centros de acopio instalados por orden del jefe delegacional, Valentín Maldonado, fueron desdeñados por los habitantes de la demarcación, mientras los damnificados de una torre colapsada –ubicada en la calle de California, casi esquina con Escocia, en la colonia Parque San Andrés– esperaban infructuosamente que el funcionario se presentara.
En el centro de desarrollo social Ana María Hernández la afluencia fue tan escasa que los vecinos observaban de lejos. Susana Villa-Gómez, del barrio de La Conchita, dejó ver la desconfianza a la hora de entregar ayuda: pasé a la tienda a comprar botellas con agua, pero cuando los voluntarios que trajeron de los pedregales (Santa Ursula, Ajusco y Santo Domingo) me dijeron que esto lo organizó el delegado y Mauricio Toledo, decidí: no se las voy a dejar, mejor voy a la UNAM. Estos sinvergüenzas seguro ocuparan esta ayuda para sus actos de campaña.

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