Chiapas: las autoridades, inoperantes
TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis. (Proceso).– En el municipio de Cintalapa, el ejido Lázaro Cárdenas recibió el mayor impacto del terremoto, cuyo epicentro se localizó en la costa chiapaneca, a la altura de Pijijiapan. Ahí, la mayoría de los lugareños vive en chozas improvisadas en los patios de sus casas desde ese fatídico día. Nadie buscó albergue. Las familias siguen ahí, pues se niegan a dejar a sus animales.
La casa de doña Dominga Santiago Lázaro se desmoronó. Ella sólo pudo sacar de entre los escombros algunas de sus pertenencias y enseres y los llevó a una galera con techo de láminas que tiene en el patio y que se mantuvo en pie. Ahí ha resistido las réplicas, más de 2 mil.
Hoy, doña Dominga y su esposo, Nicolás Chandomí Merchant –ambos de la tercera edad–, apenas pueden cubrirse de las lluvias que tradicionalmente llegan en septiembre, mes marcado por la tragedia en Chiapas, entidad que desde 1999, cuando se creó el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), ha experimentado 47 contingencias.
A unos kilómetros de Lázaro Cárdenas, en el vecino municipio de Jiquipilas, el ejido Quintana Roo también está devastado. Según el presidente del comisariado ejidal, Noé de Jesús Álvarez Vázquez, entre 80 y 100 de las viviendas quedaron dañadas.
Doña María Victoria Martínez García lleva días observando cómo caen los fragmentos de tejas de su derruida vivienda con cada réplica. Para ella lo urgente no es la comida, sino reconstruir su casa, dice al reportero.
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