Chiapas: las autoridades, inoperantes


 
PROCESO 
 
El sismo del jueves 7 mantiene postrado a Chiapas. El sacudimiento de 8.2 grados destrozó viviendas y cultivos, alteró la vida de miles de familias –sobre todo las que sobreviven en condiciones precarias en comunidades rurales–, dejó pasmadas a las autoridades y causó pérdidas millonarias. A los daños se suma la errática estrategia de apoyo a los damnificados, según especialistas consultados por Proceso. La población no necesita comida, dicen, pues no la azotó un huracán, sino apoyo urgente para reconstruir sus viviendas.
TUXTLA GUTIÉRREZ, Chis. (Proceso).– En el municipio de Cintalapa, el ejido Lázaro Cárdenas recibió el mayor impacto del terremoto, cuyo epicentro se localizó en la costa chiapaneca, a la altura de Pijijiapan. Ahí, la mayoría de los lugareños vive en chozas improvisadas en los patios de sus casas desde ese fatídico día. Nadie buscó albergue. Las familias siguen ahí, pues se niegan a dejar a sus animales.
La casa de doña Dominga Santiago Lázaro se desmoronó. Ella sólo pudo sacar de entre los escombros algunas de sus pertenencias y enseres y los llevó a una galera con techo de láminas que tiene en el patio y que se mantuvo en pie. Ahí ha resistido las réplicas, más de 2 mil.
Hoy, doña Dominga y su esposo, Nicolás Chandomí Merchant –ambos de la tercera edad–, apenas pueden cubrirse de las lluvias que tradicionalmente llegan en septiembre, mes marcado por la tragedia en Chiapas, entidad que desde 1999, cuando se creó el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), ha experimentado 47 contingencias.
La del matrimonio Santiago Chandomí es una de las 400 casas afectadas, de las cuales 234 deberán ser demolidas, debido a los daños estructurales que presentan. Doña Dominga y Nicolás ven difícil que las autoridades los apoyen en la reconstrucción, sobre todo después de que el martes 12 los habitantes del ejido le reclamaron airadamente al gobernador Manuel Velasco Coello y al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, la falta de ayuda.
A unos kilómetros de Lázaro Cárdenas, en el vecino municipio de Jiquipilas, el ejido Quintana Roo también está devastado. Según el presidente del comisariado ejidal, Noé de Jesús Álvarez Vázquez, entre 80 y 100 de las viviendas quedaron dañadas.
Doña María Victoria Martínez García lleva días observando cómo caen los fragmentos de tejas de su derruida vivienda con cada réplica. Para ella lo urgente no es la comida, sino reconstruir su casa, dice al reportero.

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