La luna de miel de Fuerzas Armadas de Estados Unidos y México
Enrique Peña
Nieto no ha entendido que, entre más se humille, menos respeto obtendrá
de Donald Trump. Por el contrario, más aborrecible será para el demagogo
(que no populista) empresario metido a político estadunidense.
México ha hecho todo lo que le ha
ordenado Estados Unidos. Incluso aquello que es vergonzoso, que
compromete su soberanía y que, claro, se oculta a la población. Tan
sometido tiene Trump a Peña, que el presidente gringo se ufana de las órdenes que da al mexicano y que éste acata. Lo dice, arrogante, a los cuatro vientos.
Por la propia boca de Trump, ahora
sabemos que él ordenó a México “desbaratar” la Caravana Migrante que
atravesaría el país y llegaría a la Frontera con Estados Unidos para
visibilizar las penurias de quienes desde Centroamérica quieren alcanzar
el sueño americano. Hinchado, con desparpajo se jactó: “México lo hizo. Lo hicieron [los mexicanos] porque dije: ‘Deben hacerlo’”.
Ese mismo día (el pasado 3 de abril),
anunció que militarizará la Frontera con México. Serán soldados
estadunidenses los que “vigilen” la línea internacional en tanto se
construye el muro.
Y del gobierno mexicano, apenas unos
cuantos balbuceos (cuando no el silencio humillante o cómplice). El
aprendiz de relaciones internacionales Luis Videgaray ha tenido, al
frente de la Secretaría de Relaciones Exteriores, una gestión como se
esperaba: desastrosa, ausente, plegada a Estados Unidos y sin ningún
tipo de propuesta para países de otras latitudes. Nada ha conseguido. Ni
siquiera que el presidente de México reciba un trato respetuoso.
Imaginemos un poco las conversaciones Trump-Peña, donde el estadunidense
le ha gritado “loco” al mexicano…
La tormenta política, los vaivenes
económicos, los problemas sociales y los dramas familiares a ambos lados
de la línea divisoria son ya asunto de todos los días. Pero, a pesar
del anuncio de la militarización fronteriza, un ámbito se mantiene
incólume, como si nada pasara. Se trata precisamente del ámbito militar,
el de las Fuerzas Armadas.
En este asunto, los estadunidenses y los
mexicanos siguen trabajando normalmente. La integración militar de
México a la esfera de Estados Unidos avanza como si nada ocurriera.
Incluso, este mismo martes inició la “Junta de Comandantes Fronterizos
México-Estados Unidos de América”. Por 4 días, una delegación mexicana
encabezada por el general de división Raúl David Guillén Altuzar,
comandante de la XI Región Militar (con sede en Torreón, Coahuila),
discute en Tucson, Arizona, cómo “mejorar la cooperación bilateral y la
seguridad en la frontera común”.
Se abordan temas como las rutas de
trasiego de armas y drogas, las organizaciones criminales que operan en
la zona fronteriza, la problemática de las alertas aéreas en la frontera
y el Sistema de Vigilancia de Operaciones Aéreas y Marítimas. Es decir,
la agenda gringa; los temas que interesan a Estados Unidos.
La integración subordinada de México al
Comando Norte de Estados Unidos no está a discusión. De hecho los pasos
de las tres Fuerzas Armadas Permanentes mexicanas están firmes en ese
sentido. Tal y como lo desean los círculos castrenses estadunidenses.
Aquí los insultos de Trump, su
menosprecio por los mexicanos y sus ínfulas para manotear a presidentes
en nada trastoca los planes que los militares gringos tienen para
México. Por el contrario, los acelera.
Fue idea de los gringos que una de las
tres Fuerzas Armadas Mexicanas desarrolle un cuerpo como “guardia
costera”. De manera natural, se lo encargaron a la Fuerza consentida.
Hay claras muestras de que detrás de la transformación que viven los
aparatos militares mexicanos están los estadunidenses. La versión
estenográfica de un diálogo sobre la seguridad marítima sostenido por el
almirante Paul F Zukunft el 1 de agosto pasado menciona algo al
respecto.
El comandante de la Guardia Costera de
Estados Unidos, en el Centro de Estudios Estratégicos Internacionales,
se refirió a la incautación de drogas que tenían como destino final las
calles gringas. “Eliminamos más de tres veces la cantidad de cocaína que
todas las fuerzas del orden público, es decir, federal, estatal y
local”, se jactó.
Pero dijo que esto no podía seguir haciéndolo “solo” Estados Unidos. “Absolutamente no”.
Es del interés estadunidense desarrollar
“guardias costeras” en varios países. En primer lugar, México. “Estamos
ayudando a algunas de estas naciones a desarrollar su Guardia Costera, a
desplegar sus plataformas en el mar y unirse a nosotros también”.
Ejemplifica con el caso mexicano: “tenemos una muy buena relación de
confianza”.
De México y Colombia (donde Estados
Unidos tiene base militar), los gringos buscan colaborar
“multilateralmente juntos, compartir información, aprovechar los
recursos y aplicarlos de manera satisfactoria”.
Así que –por lo menos mientras Peña
Nieto sea presidente– Estados Unidos podrá humillar a México, pero la
integración subordinada a ese país no se detendrá. Los militares
estadunidenses vigilarán la Frontera y hasta el Tratado de Libre
Comercio podrá desbaratarse. Pero nuestros militares mexicanos seguirán
colaborando e integrándose de manera entusiasta al aparato militar de
ese país. Las “buenas” relaciones que privan entre los dos gobiernos son
las militares.
Zósimo Camacho
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