Los peores casos de corrupción del PAN que Anaya olvida
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Autor:
Nancy Flores / @Nancy_Contra
Verificado 2018
ha hecho un puntual seguimiento de las mentiras que el panista Ricardo
Anaya ha dicho a lo largo de la campaña electoral por la Presidencia de
México. La lista de artificios con los que trata de embaucar a los
indecisos es tan larga que supera al priísta José Antonio Meade, quien
también recurre constantemente al engaño, para atraerse votos sin mucho
éxito.
El enésimo embuste de Anaya podría ser
la promesa que lanzó el 1 de junio pasado de castigar la corrupción, en
caso de llegar a la Presidencia de México. Y de eso podríamos estar
seguros porque muchos corruptos militan en el Partido Acción Nacional, y
muchos empresarios que financian su campaña –aterrados porque Meade no
levanta– son quienes pagan sobornos para obtener millonarios contratos
del gobierno.
Es más, si Anaya quiere limpiar al país
de corruptos que empiece por Vicente Fox y Felipe Calderón, máximos
representantes de la rapacidad del erario. Pero el candidato panista no
ha hecho mención alguna de su interés por castigar lo que –de los 2
sexenios anteriores– Enrique Peña no pudo o no quiso.
En su gira por Campeche, Anaya aseguró
ante una comunidad petrolera en crisis: “Vamos a llegar hasta las
últimas consecuencias en casos de corrupción como el de Odebrecht. Como
ustedes saben hay solamente dos países en toda América Latina en los
cuales no ha habido consecuencias por estos escándalos de corrupción y
esos dos países, da vergüenza decirlo, son Venezuela y México”.
Esa misma impunidad que critica en el
tema de Odebrecht –que por supuesto existe en ese y otros casos
sucedidos en este sexenio– también la debería observar en miles de
raterías cometidas en los gobiernos de Fox y Calderón. ¿O acaso Anaya,
que dice estar muy preocupado por los males que aquejan a México,
desconoce que esos dos expresidentes extraídos de su mismo partido son
responsables de saquear las finanzas públicas?
Fox, por ejemplo, desapareció miles de
millones de pesos de los excedentes petroleros e hizo de la paraestatal
Petróleos Mexicanos (Pemex) su mina de oro. Los hijos de Marta
Sahagún, su esposa, cabildeaban directamente los contratos para obtener
dinero como “gestores”, y para muestra está el caso de Oceanografía.
Para ellos “gestoría” era la palabra
bonita que ocultaba lo que en realidad sucedió: la burda manera de
traficar influencias al más alto nivel, utilizando como método de
presión su cercanía con el mandatario. Varios grupos empresariales
ligados al PAN se beneficiaron así.
Por ello, la lista de casos que Anaya
debería castigar forzosamente tendría que incluir las raterías y
atrocidades cometidas por esos dos panistas y sus familias, no sólo en
Pemex sino en el resto de las instituciones.
Y aquí entra el caso de Margarita
Zavala, cuya familia estuvo más que involucrada en la tragedia de la
Guardería ABC, en Sonora. Primero por la opacidad de la subrogación con
la que el Instituto Mexicano del Seguro Social favoreció a una de sus
primas, y segundo por la impunidad que ésta recibió pese a ser
responsable de la muerte de 49 bebés en el incendio del 5 de junio de
2009.
¿Acaso Anaya no sabe que, con el PAN en
el poder, los índices de percepción de la corrupción nos colocaron, a
nivel internacional, entre los países peor evaluados? O lo sabe pero
prefiere ocultarlo, que es otra forma de mentir a la sociedad.
Fox no sólo olvidó su promesa de encarcelar a los peces gordos del
PRI, sino que además de garantizarles impunidad a ellos, generó los
propios. Y Calderón, pues nunca estuvo comprometido con el país: siempre
vio por sus bolsillos, los de sus amigos y financiadores mexicanos y
extranjeros.
Por ello a Anaya hay que recordarle más
de esos ilustrativos casos que tanto laceraron a los mexicanos, a ver si
se atreve a decir por lo menos que, de llegar a la Presidencia, los
investigará.
Y aquí no podemos olvidar la gran estafa de la Estela de Luz, que popularmente fue renombrada como la Estela de Corrupción.
Como se recordará, la construcción fue encargada por el gobierno de
Calderón para las conmemoraciones del Bicentenario de la Independencia y
el Centenario de la Revolución. En un país con más de 50 millones de
pobres, el inútil gasto ascendió a 1 mil 35 millones de pesos, cuando su
costo original había sido presupuestado en sólo 200 millones de pesos.
Por si eso no fuera demasiado, la obra fue entregada con 15 meses de
retraso.
Otro elefante blanco del
calderonismo nos regresa la mirada a Pemex: se trata de la inexistente
Refinería Bicentenario, obra también vinculada a la celebración de esas
revueltas populares. Y es que, aún sin construirse, ésta costó 3 mil 453
millones 395 mil pesos. Así es: el erario de Petróleos Mexicanos se
destinó a algo que ¡no existe!
El multimillonario recurso cubrió el
costo del terreno donde iba a construirse la refinería, ubicado en
Atitalaquia, Tlaxcoapan y Tula de Allende, Hidalgo. Un terreno
inutilizado que Pemex no necesitaba y por el cual se detuvieron otras
inversiones urgentes. Aunado a ello, en la barda perimetral del sitio se
gastaron otros 90.5 millones de pesos.
Pero al parecer Anaya no recuerda que el
PAN ha contribuido –y demasiado– a la destrucción de Pemex, pues en su
misma visita a Ciudad del Carmen argumentó que el actual gobierno
federal acabó con la industria petrolera, tanto por su mal manejo
financiero como por la corrupción.
Que alguien le explique al candidato
panista que Calderón y Fox no sólo saquearon las finanzas petroleras,
sino que iniciaron la crisis de las refinerías y las privatizaciones del
sector en áreas hasta entonces vedadas por la Constitución, al
“inventar” los contratos de servicios múltiples que claramente violaban
la ley.
No podemos dejar de mencionar otros elefantes blancos
sucedidos en sus sexenios, como el fraude de Enciclomedia; los
innumerables atrasos y sobrecostos de la Biblioteca Vasconcelos; la fuga
del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, el Chapo; y la
fracasada Plataforma México, por mencionar apenas los más emblemáticos y
multimillonarios atracos con sello panista. Tampoco olvidamos la
tragedia de Pasta de Conchos, porque la corrupción también cobra vidas, y
muchas.
Nancy Flores
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