Cuidemos y defendamos la UNAM

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Cuidemos y defendamos la UNAM
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Malos vientos soplan cuando nuestra Universidad Nacional se ve violentada en sus propias instalaciones y un grupo de sus jóvenes estudiantes agredidos por grupos armados de piedras, bastones, bombas molotov, navajas, únicamente por marchar a entregar a Rectoría un pliego petitorio, relativo a temas de sus planteles. La agresión no puede quedar impune y desvanecerse con el manto del olvido, por el simple trascurrir del tiempo.
Estos episodios violentos han venido ocurriendo en tiempos recientes con cierta recurrencia y ahora se presentan en una difícil coyuntura de cambio de gobierno y de conmemoración de los 50 años del movimiento estudiantil de 1968. Se dice que en política nada es casual y estos condenables hechos no son, no pueden ser producto de la casualidad, tampoco del celo desmedido de un burócrata menor, por lo que comienza a emerger, fue resultado de una acción perfectamente planeada.
Al escribir estas líneas en la mañana del día 5 de septiembre, comienza a saberse la logística del ataque; la identificación de los golpeadores; la participación de jóvenes lumpen y su dependencia con grupos de poder; el involucramiento de personeros que han manejado la ciudad en los últimos veinte años y actualmente están divididos; la participación de los grupos autodenominados “anarcos” y desde luego el control territorial del Campus por los distribuidores de droga de la ciudad. Y se alzan voces para denunciar a la propia vigilancia de la UNAM. Por eso es importante investigar, deslindar responsabilidades y castigar a los responsables.
Es increíble la velocidad con que se han venido presentando los efectos de la agresión a los jóvenes de los CCH. Ese mismo día, se fueron al paro las Facultades de Filosofía y Letras y Psicología. Al día siguiente, se realizaron asambleas estudiantiles y hoy miércoles toda la Universidad está en paro.
En ese vértigo, el rector anuncio la expulsión de 18 supuestos participantes, sujeto a la determinación final del Tribunal Universitario. Y es lamentable, pero debe decirse, el rector ha equivocado la comunicación social con la comunidad universitaria y con la sociedad en su conjunto. El primer boletín parece escrito de barandilla de los años setenta, y luego se equivocó en cancelar la rueda de prensa, sustituirla por otro boletín y, por si hiciera falta, emitir un video “casero” buscando dar explicaciones. El señor rector, nuestro rector, tiene que encabezar la defensa de la autonomía universitaria personalmente.
El rector tiene que tener la entereza de ponerse al frente de la comunidad: alumnos, académicos, investigadores, trabajadores administrativos y de base, para exigir castigo a los responsables. La defensa de la dignidad de la Universidad requiere de hombres con la serenidad, ponderación y compromiso social de un Javier Barros Sierra.
El proceso sucesorio en Rectoría tiene que mantenerse ajeno a las luchas político partidarias del momento. La universidad como Institución de la republica debe salvaguardarse. Todos los universitarios tenemos ese compromiso. Heredamos de nuestros mayores la autonomía, hoy tenemos que defender ese legado.
Todas las luchas políticas tienen su arena donde se dirimen las diferencias. Que no se pretenda secuestrar a la UNAM para resolver conflictos políticos que corresponden a otros ámbitos.

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