Expropiar el petróleo y nacionalizar la electricidad
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Autor:
Martin Esparza
La
voracidad del monopolio que controlaba la generación, distribución y
comercialización de la energía eléctrica en México a principios del
siglo pasado, orilló a los gobiernos de Álvaro Obregón y Plutarco Elías
Calles a emitir disposiciones que buscaban regular el servicio y
controlar sus excesivas ganancias.
Empero, tales medidas no lograron meter
al orden a las compañías extranjeras, al grado de que en 1933 los
consumidores del país se organizaron para presionar al gobierno en
contra de los abusos de la Mexican Light and Power y la American and
Foreign; años más tarde, el gobierno de Abelardo L. Rodríguez envío al
Congreso, el 2 de diciembre de ese año, una iniciativa para constituir
una empresa estatal; propuesta que se concretó años más tarde en el
gobierno del General Lázaro Cárdenas con la creación de la CFE, el 14 de
agosto de 1937.
De hecho, fue en la administración de
Cárdenas donde los obreros y campesinos obtuvieron todo el apoyo del
Estado para consolidar sus organizaciones y amalgamar un movimiento
social para apuntalar la política nacionalista, que permitió sentar las
bases del sector energético con la expropiación petrolera de 1938 y el
nacimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), contrapeso a
las trasnacionales y que años más tarde derivó en la nacionalización de
la industria eléctrica en 1960.
Cárdenas mostró una política de apoyo a
los obreros y los campesinos, tanto en materia legal como de respeto a
sus procedimientos para realizar sus demandas, lo que provocó en su
momento fuertes críticas del llamado entonces “líder de la revolución”,
Plutarco Elías Calles. Ante el auge de huelgas y movilizaciones de las
organizaciones obreras, el 12 de junio de 1935, apareció una entrevista
con el general Calles, donde el Jefe Máximo enfatizaba que el país requería cordura y se lamentaba porque la administración de Cárdenas “toleraba la ola de huelgas”.
Las declaraciones de Calles y la
inquietante presencia del grupo fascista conocido como Camisas Doradas,
conllevó a que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) lanzara una
convocatoria, el mismo 12 de junio, para una reunión de todas las
organizaciones obreras, con carácter de urgente.
Después de una ardua sesión, se
estableció: “El movimiento obrero y campesino de México, representado
por las organizaciones que la suscriben, protesta enérgicamente por las
declaraciones del general Calles, que aparecen en la prensa el día de
hoy, y declara que defenderá los derechos de la clase trabajadora”.
Tres días después, el 15 de junio de
1935, las mismas organizaciones acordaron en un pacto de solidaridad
constituir el Comité Nacional de Defensa Proletaria (CNDP), también bajo
los auspicios del SME, estableciendo entre algunas de sus principales
consideraciones las siguientes: “se constituye el CNDP ante las amenazas
contra los derechos conquistados por obreros y campesinos; se
establece la huelga general ante el asomo de manifestaciones fascistas
que pongan en peligro los derechos de los trabajadores”. Entre los
comisionados del SME para participar en el CNDP se encontró su entonces
dirigente Francisco Breña Alvírez.
El frente de solidaridad a Cárdenas,
propuesto por el SME, permitió al entonces presidente detener los
avances reaccionarios y realizar actos nacionalistas como la
Expropiación Petrolera de 1938; en su gobierno además de crearse la CFE,
nacieron organizaciones obreras y campesinas como la CTM y la CNC, y
fueron respetadas huelgas como la estallada por el SME el 16 de julio de
1936, ante la negativa de la Mexican Light and Power de negociar desde
meses atrás el Contrato Colectivo de Trabajo, días después, el 25 de
julio, se levantó el movimiento luego de que la empresa extranjera
aceptó íntegramente las condiciones del pliego petitorio.
La nacionalización de 1960
Desde que el general Cárdenas creó la
CFE, existía la plena conciencia de que las trasnacionales que
controlaban de forma mayoritaria la prestación del servicio en el país,
no tenían compromiso alguno en sus planes de inversión para fomentar y
fortalecer la economía nacional. Acostumbradas a ganar mucho invirtiendo
poco, sus planes de expansión eran en función de sus intereses, por lo
que amplias zonas rurales y urbanas carecían del servicio eléctrico,
básico para detonar su crecimiento.
Fue así que el 27 de septiembre de 1960,
México volvió a vivir uno de sus momentos históricos más importantes
del siglo pasado, cuando durante su segundo informe de Gobierno, el 1 de
septiembre, el entonces presidente Adolfo López Mateos anunció la
nacionalización de la industria eléctrica.
Nuevamente como en el gobierno del
general Cárdenas, el SME apoyó tal medida con la que se adquirieron las
acciones de las empresas que entonces detentaban el manejo de la
industria eléctrica en el centro del país, como la Mexican Light and
Power y la American and Foreing Power Company, el gobierno mexicano
entró en posesión de las plantas, instalaciones y redes de distribución.
En un documento emitido por el SME, el
30 de septiembre de 1960, se exponía: “Como mexicanos, los trabajadores
del Sindicato Mexicano de Electricistas aplaudimos la nacionalización de
la industria eléctrica del país y particularmente de la Compañía
Mexicana de Luz, porque estamos conscientes de la importancia que
representa para el progreso de nuestra patria. Como trabajadores de la
industria eléctrica sabemos la gran responsabilidad que hemos contraído y
la aceptamos patrióticamente, manifestando que pondremos nuestra mejor
voluntad”.
Días después, el 27 de septiembre, de
manera oficial los trabajadores electricistas y el gobierno pasaron a
tomar posesión de todas las instalaciones; el acto se convirtió en toda
una celebración popular, como ocurriera años atrás con la expropiación
petrolera del general Cárdenas.
Tras el izamiento del lábaro patrio en
las oficinas de Melchor Ocampo, trabajadores, funcionarios y líderes
como el entonces secretario general del SME, Luis Aguilar Palomino,
marcharon junto con el pueblo de México hasta el despacho del jefe del
Ejecutivo, en Palacio Nacional, desde cuyos balcones, López Mateos dijo
al pueblo de México:
“La nacionalización de la energía
eléctrica es una meta alcanzada por el pueblo en el camino de la
Revolución. Siempre hemos sostenido que alcanzar una meta debe ser punto
de partida para más importantes realizaciones, y ahora invitamos al
pueblo de México a que, en posesión de la energía eléctrica, acreciente
su industrialización para llevar a los hogares de todos los beneficios
de la energía eléctrica y los de la industrialización.
Hemos de velar todos porque la industria
eléctrica en México se maneje con limpieza, para que todos sus
beneficios sean para el pueblo y sólo para el pueblo. Y todos estaremos
atentos y vigilantes para señalar con índice de fuego y para castigar en
forma adecuada a quienes falten a la lealtad que deben a la patria y al
pueblo.
No habrá en la industria eléctrica ni
merinos ni ladrones, porque contamos no sólo con la energía del
gobierno, que habremos de poner en juego, sino con la lealtad de los
trabajadores electricistas, que habrán de ser soldados permanentes en la
vigilancia de los intereses del pueblo.
Confiamos en su esfuerzo y en su
patriotismo para responderle a México que su industria eléctrica se
manejará bien, en beneficio del país; honestamente, en beneficio del
pueblo; esforzadamente, en beneficio de México”.
Ese pacto histórico fue violentado el 11
de octubre del 2009 con el golpe fascista que el gobierno de Felipe
Calderón perpetró contra el SME, dejando sin empleo a 44 mil
trabajadores, iniciando el retroceso histórico del sector y su
privatización. (Continuará)
Martín Esparza/IIFuente
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