En estudio, nueva central nucleoeléctrica

Recorrido por Laguna Verde. Foto: Twitter @ManuelBartlett
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Aunque aún no resuelve los problemas que padece Laguna Verde, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) proyecta ya la construcción de otra nucleoeléctrica.
Para ello, el Instituto de Investigación de Energía Eléctrica (EPRI), con sede en California, realiza un estudio de factibilidad de la obra, que entregará a inicios de 2021 a petición de la CFE y la Secretaría de Energía (Sener), según documentos consultados por el reportero.

En una reunión sobre transferencia tecnológica –el pasado 16 de octubre, con funcionarios de la subsidiaria Generación, de CFE, y de la Gerencia de Centrales Nucleoeléctricas–, Adam Diamant, ejecutivo técnico, y Neil Kern, líder técnico senior de EPRI, presentaron las variables para erigir la generadora, que se sumaría a Central Nuclear de Laguna Verde (CNLV).
Los documentos revisados indican que EPRI elaborará un estudio técnico-económico de una nueva planta nuclear, en una locación por definir. El plan prevé estimar costos para una instalación de tercera generación, para la cual la institución recomienda el análisis del reactor de módulo pequeño (SMR) de la empresa estadunidense NuScale Power, cuya validación está en manos de la Comisión Regulatoria Nuclear de Estados Unidos.
Ese examen permitirá obtener datos de costos para el inicio de la planificación y comparación con otras tecnologías. “La nuclear proporciona energía sostenible, independiente y confiable”, arguye EPRI, que cuenta con un Programa Avanzado de Tecnología Nuclear.

La organización señala que una planta atómica en operación puede ser la base para desarrollar un reactor de tecnología avanzada a menor costo.
“Las perspectivas y el papel futuros de la generación nuclear –indica EPRI– varían ampliamente según el país y dependen en gran medida de los factores de mercado, políticas y reguladores. La energía nuclear puede soportar la demanda continua de electricidad a nivel mundial y aumentar la presión sobre las fuentes de generación de bajas emisiones”, como las renovables.
En esa línea, la adición de nucleoenergía podría minimizar la dependencia mexicana del gas natural y diversificar la cartera energética del país, según EPRI.
El argumento gubernamental a favor de la nucleoelectricidad gira en torno a las cuantiosas importaciones de gas natural de Estados Unidos y su poca inclinación hacia las alternativas renovables. Petróleos Mexicanos y sus socios produjeron hasta septiembre pasado un promedio diario de 4 mil 857 millones de pies cúbicos de gas, más que los 4 mil 847 millones extraídos en 2018. Mientras, el país importó casi mil 13 millones, principalmente de Estados Unidos, por debajo de los mil 316 millones comprados en 2018.
Los documentos de EPRI destacan que la nucleoenergía puede ayudar a alcanzar metas como reducciones de dióxido de carbono, el gas generado por las actividades humanas que ha ocasionado la crisis climática; independencia energética y generación de bajo costo –estos dos últimos, pilares de la visión estratégica del gobierno mexicano–, pero no mencionan la huella ambiental de la minería del uranio ni la generación y acumulación de residuos radiactivos.
La organización, fundada por la industria eléctrica y a la cual pertenecen empresas como CFE, las estadunidenses Dominion, Duke Energy, Entergy, Southern California Edison y la sudafricana Eskom, prevé que la matriz energética mexicana se vuelva más diversa, con menor contenido de carbono, y para 2040 la generación nuclear aumente ligeramente.
El valor de la nueva tecnología nuclear radica en “reducir la dependencia de los combustibles fósiles, incluidas las importaciones de gas natural, sin emitir dióxido de carbono. Los nuevos diseños flexibles pueden combinarse con la generación renovable y tienen características de seguridad” propios de los nuevos modelos.
Durante el foro Meet Energy Point de septiembre último, organizado por el periódico El Financiero y la empresa alemana Siemens, la secretaria de Energía, Rocío Nahle, declaró que esa dependencia analiza el incremento de la energía nuclear y que Estados Unidos ha mostrado el potencial de esas plantas.
La administración de Enrique Peña Nieto coqueteó con la idea de ampliar la capacidad nuclear. El Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional 2016-2030 (Prodesen) incluyó la construcción de tres reactores para 2028 en Veracruz y uno de los temas torales de la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027 era definir el alcance del programa nuclear. Ese apartado contempló la expansión de Laguna Verde, elaborar estudios para la construcción de centrales nucleares y fortalecer a la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardias (CNSNS).
Pero la versión 2019-2033 del Prodesen no incluye más capacidad atómica.
En 2014, la Academia de Ingeniería de México sugirió la construcción de al menos ocho plantas nucleoeléctricas para alcanzar las metas de generación de energía limpia.
La CNLV padece problemas técnicos, estructurales, de desempeño y de fugas radiactivas.
La CFE y la Sener no respondieron a la consulta de Proceso.

Vino viejo en odres nuevos


Pero los SMR enfrentan varias críticas alrededor del mundo.
Para Bernardo Salas, académico del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias de la UNAM y a quien la CFE despidió en 1996 por denunciar inseguridad en la nucleoeléctrica, la tecnología implica riesgos, pero el problema mayor es la corrupción. “Quizás funcione en Japón o Francia, pero acá no. Por eso Laguna Verde tiene problemas”, señala en entrevista.
El prototipo de NuScale de reactor de agua a presión, unidades ensambladas con partes prefabricadas, presume de ser más pequeño, más seguro y escalable. Los modelos que usan agua corriente para operar son los más usados en el mundo, como el de agua en ebullición que funciona en Laguna Verde: el calentamiento de agua genera vapor que activa una turbina, la cual a su vez genera energía, y el agua resultante sirve para mantener la temperatura.
Al respecto Edwin Lyman, director interino del Proyecto de Seguridad Nuclear de la Unión de Científicos Preocupados, señala a Proceso que ese mayor nivel de seguridad depende de los estándares regulatorios que rigen cómo los reactores son aprobados, construidos y operados.
Los SMR “son aún vulnerables a accidentes o sabotajes y deben ser equipados con las mismas características de seguridad de los reactores más grandes, como las estructuras robustas de contención. Si México quiere construirlos, debe asegurarse de que cumplen con altos estándares de seguridad mediante un análisis independiente y riguroso, y no simplemente aceptar los dichos de los vendedores o el gobierno de Estados Unidos”.
Como la generación eléctrica de estas unidades es más cara que en las convencionales, NuScale busca en Estados Unidos exenciones a requerimientos de seguridad, como la zona de evacuación de 16 kilómetros alrededor de la planta, como la que posee CNLV.
En junio último, dos científicos de la Sociedad Real de Edimburgo recomendaron, en el reporte El futuro energético de Escocia, la construcción de varios reactores nucleares pequeños para el combate a la crisis climática. En respuesta, tres expertos del Grupo de Consulta Nuclear, integrado por especialistas, lo reprobaron por su “decepcionante comprensión pobre de las realidades del tema nuclear” y lo llamaron “falso”.
“Estos modelos sólo existen en la mente de sus diseñadores; es difícil ver éxito en desarrollar estos conceptos a diseños comercialmente viables”, y resumieron: esta tecnología es incierta.
Actualmente 11 empresas fabrican tecnologías de tercera generación en Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, Japón y Rusia, con capacidades entre 700 y mil 700 megavatios, mientras que existen ocho tipos de reactores modulares pequeños de Argentina, China, Corea del Sur, Estados Unidos y Rusia, con capacidades entre 25 y 325 megavatios por reactor –están en construcción uno en Argentina y dos en Rusia, ambos con retrasos–.
El Reporte de la Industria Nuclear Mundial 2019 enlista 417 nucleoeléctricas en operación, aunque el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), órgano de la ONU, enumera 449.
En construcción, el documento recuenta 46 y la OIEA, 52. Al menos 27 proyectos en construcción presentan retraso, la mayoría de años.
El reporte cita casos de Argentina, Canadá, Corea del Sur, China, Estados Unidos, India, Rusia y el Reino Unido, en los cuales el denominador común ha sido el retraso. Respecto a los SMR, “no hay señales de un gran avance de los reactores modulares, tanto en relación con la tecnología como con el lado comercial”, concluye el informe.
La CNSNS aún no avala ese tipo de reactores.
Para EPRI, los pasos a seguir consisten en definir el alcance del proyecto entre la CFE y EPRI Nuclear, asociarse con una empresa con conocimiento específico de la industria de la construcción mexicana, calcular estimaciones para la tecnología nuclear seleccionada, elaborar un borrador del informe, la revisión técnica interna de EPRI y comentarios de CFE sobre los resultados preliminares, así como entregar y presentar el reporte final.
La transferencia tecnológica cuenta con la venia de Estados Unidos, pues Donald Trump envió en mayo de 2018 al Congreso un acuerdo de cooperación nuclear pacífica con México, bajo la Sección 123 del Acta de Energía Atómica, que cobró vigencia en septiembre de ese mismo año, por 30 años.
Ese Acuerdo 123 incluye exportaciones estadunidenses de reactores nucleares enteros, componente de unidades, equipo asociado y material nuclear.
Este texto se publicó el 8 de diciembre de 2019 en la edición 2249 de la revista Proceso

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