Un año después, el asesinato de Samir Flores sigue impune
“Nos dijo Andrés Manuel que somos ‘conservadores’. La verdad sí. Sí somos conservadores, porque aquí en este pueblo, nos gusta conservar nuestras tierras, nos gusta conservar el agua, nos gusta conservar nuestros espacios. Entonces sí, somos conservadores”, le dijo entre risas a su esposa luego de aquel encuentro con López Obrador.El líder campesino sintió que el presidente había “traicionado” su compromiso de cancelar la termoeléctrica de Huexca y el gasoducto Morelos al confirmar que operarían a pesar de la resistencia de decenas de comunidades en Morelos, Puebla y Tlaxcala.
“No hay avance, no hemos tenido ningún resultado y hasta ahorita seguimos exigiendo justicia”, dice Liliana Velázquez, esposa de Samir.Aquel miércoles, el activista se levantó como todos los días a las 5:00 de la mañana y se dispuso a recorrer las cuatro cuadras que apartan su casa de la radio comunitaria Amilcinko, que transmite por el 100.7 de FM. Ese día, alguien lo llamó en la puerta de su casa. Confiado salió a ver qué pasaba. No eran ni las 6:00 de la mañana cuando se escucharon detonaciones de arma de fuego. Familiares y amigos lo encontraron tirado en el suelo. A pesar de los esfuerzos por trasladarlo a un hospital no llegó con vida.
El poder de un micrófono
Samir fundó la radio comunitaria porque la consideraba una herramienta fundamental para “dar voz a quienes no la tienen”. Inició como un esfuerzo artesanal, pero fue tomando forma por el entusiasmo que Samir contagió a sus vecinos.A través del micrófono se informaba sobre lo que empresarios y autoridades querían hacer: operar un ducto que transportaría gas natural formando un cinturón alrededor del Popocatépetl, el volcán activo del centro de México.
“La radio comunitaria ha cambiado, porque obviamente él era uno de los locutores que tenía más audiencia. Prácticamente era el motor. Y pues ya no está, entonces, sí fue un golpe muy fuerte”, dice Liliana. Sin embargo, el equipo persiste. “Seguimos ahí de pie, echándole las ganas, para que este sueño que él tuvo y que se hizo realidad, siga”.
Amilcingo sin Samir
En la plaza central de esta comunidad del municipio de Temoac, en los límites con Puebla, Liliana Velázquez Fuentes, acepta charlar con Proceso. En la plancha juguetean niñas y niños que acaban de salir de la primaria “Samir Flores”, fundada por el activista y nombrada así después de su muerte, a pesar de la oposición de las autoridades estatales.
Liliana sonríe cuando se le inquiere acerca de cómo era la vida con Samir. Con apenas 36 años, tuvo tres hijas y un hijo con el activista. Actualmente tienen 17, 13, 7 y 3 años.
“La vida es difícil para ellas ahora que ya no está su papá, pero al mismo tiempo, recorrer la comunidad y ver cómo se le recuerda, les ha servido de consuelo”, narra.
Dice que Samir siempre tuvo ese espíritu de solidaridad, particularmente con su comunidad. “En estos años que pasé con él, me involucró en sus locuras. Me decía que estaba loco y yo le decía que estaba igual que él, ya me había contagiado. Yo aprendí muchas cosas. En esos 15 años, él siempre pensó en su comunidad, él traía eso. Para mi era algo que él de por sí traía. Sólo faltaba una chispa para que él sacara todo esto”.
“Él participaba mucho en la comunidad, pero el gasoducto fue la chispa que hizo que se metiera de lleno y se enfrentara con todo tipo de autoridades”, dice. De hecho, el último momento de tensión lo vivió el 19 de febrero de 2019, la víspera de su asesinato, en un intercambio que tuvo con el delegado del gobierno federal en Morelos, Hugo Eric Flores, mismo que quedó registrado en una transmisión en redes sociales.
La consulta de AMLO
Samir fue asesinado en el marco de la “consulta” a todas las comunidades de Morelos y varias de Puebla y Tlaxcala, sobre el funcionamiento del PIM. Como en consultas anteriores convocadas por Andrés Manuel López Obrador, la realizada 23 y 24 de febrero estuvo plagada de inconsistencias, mismas que fueron expuestas en su momento por Proceso.Sin embargo, el proyecto está detenido no sólo por la resistencia de decenas de comunidades afectadas directamente, sino por la lucha jurídica que iniciaron contra la imposición, el despojo de sus tierras y la violación a sus derechos.
Desde hace ocho meses, gasoducto y termoeléctrica están “suspendidos” por jueces federales, atendiendo a juicios de amparo, según informa Juan Carlos Flores, abogado del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua Morelos, Puebla, Tlaxcala.
Al fondo del panteón comunitario “por usos y costumbres”, como reza la entrada, se encuentra la tumba de Samir Flores.
Tiene un nicho en cuyo interior se hayan imágenes religiosas y del propio activista. Sobre la estructura hay una placa con su nombre, su fecha de nacimiento y de su asesinato. Dos cruces tiradas sobre la placa y varios ramos de flores conpletan el cuadro. Es sencilla, pero “le arreglaron bien bonito”, dice un campesino sentado a la entrada del panteón, a quien se le pregunta por la localización de la tumba.
Actividades luctuosas
Este es el epicentro de las Jornadas en Defensa del Territorio y la Madre Tierra “Samir Somos Todas y Todos”, que se realizan en el primer aniversario tras el asesinato de este joven “defensor de la vida”.Este jueves 20 se llevan a cabo acciones “dislocadas” en todas las comunidades que se unan.
El viernes tendrá lugar una marcha nacional en la Ciudad de México convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno.
Y el sábado 22, se realizará una asamblea nacional en Amilcingo para discutir el plan de acción que haga frente a “la continuación del modelo de capitalismo extractivista” que representa Andrés Manuel López Obrador, según dice Samantha César, compañera de lucha de Samir, entrevistada al respecto.
“Para nosotros la muerte de Samir fue un golpe muy duro. Supieron dónde pegarnos. Pero al mismo tiempo, ver cómo renace en muchas luchas a lo largo del país, nos hace sentir que vale la pena. Mataron a Samir, pero su lucha se sembró en decenas de pueblos y comunidades”, dice la joven activista, quien asegura que sí hay esperanza: “Está en la colectividad, ahí está la esperanza. La lucha tiene altas y bajas, pero permanece”, sostiene.
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Liliana Velázquez, su esposa, niega tener miedo. Ante la pregunta hace una pausa. Luego retoma el aliento: “más bien coraje, rabia, impotencia, por lo que pasó. Impotencia porque no sabemos quién lo hizo y por qué lo hicieron, cuáles fueron sus intereses, qué fue lo que les hizo arrebatarle la vida a él. Él no hacía nada malo, aunque yo creo que a muchos les estorbaba, muchos que no lo pudieron callar, que no lo pudieron comprar”.
Cuenta que, aunque compartió con él 17 años, en realidad “vivimos juntos como 11, porque los últimos seis ya no era nuestro, era del Movimiento.
“Me daba coraje. Llegó un momento en que sí, odiaba todo. Odiaba el movimiento porque, sí, cambió mucho nuestra vida, tanto como pareja, entre él y yo, como para mis hijas. Ya no salir juntos, ya no convivir ahí en la casa, porque él ya no estaba”.Ella forma parte de la brigada de salud, aprendió herbolaria, acupuntura, terapia con microdosis, flores de bach, reflexología, entre otras. Y con eso se gana la vida.
Sin embargo, explica que Samir decía que luchar por la comunidad es como “un vicio que va haciendo que te vayas metiendo cada vez más.
“Es un vicio que no afecta a nadie, porque lo haces por todos. Eso me ha hecho que yo quiera seguir, no de la misma manera que lo hacía él, porque mis hijos necesitan de mi. Pero sí quiero seguir. Me gusta apoyar en la radio, en la salud, son cosas que se necesitan. A mi manera y a mi tiempo, es como lo hago”.
Piensa que sus hijas e hijo se van a involucrar en el movimiento: “Para Samir, por lo menos uno de sus hijos, decía, ‘me va a seguir el patín’, es decir, va a continuar la lucha”.
Al final, dice, “luchar no es un crimen. La verdad me da mucha pena la gente que piensa que somos ‘conservadores’. Me da pena porque seguramente a ellos ya les quitaron sus tierras, ya no tienen agua, ya perdieron todo. Samir decía que la tierra es de quien la trabaja, como dijo Zapata, y un campesino sin tierra, pues simplemente significa que el país y el mundo, pues no comen. Así que sí somos conservadores, pero de lo que es nuestro y no queremos que nos arrebaten”, concluye.
La plaza se ha convertido en un ir y venir de gente que busca a sus hijos que han salido de la escuela y se entremezcla con los gritos de las comerciantes ofreciendo productos del campo. En la fachada de la Radio Comunitaria hay dos murales. En el de la izquierda se ve las figuras de Emiliano Zapata, Rubén Jaramillo, la Comandanta Ramona y el Subcomandante Galeano, antes Marcos. En el de la derecha están Lucio Cabañas, el héroe local Vinh Flores y Genaro Vázquez. Enseguida hay una nueva figura. El año pasado no estaba, es la de Samir Flores.
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