Vivimos rendidos al capital
martes 28 de septiembre de 2010
Jaime Richart(especial para ARGENPRESS.info)
Ayer decía que habría que abandonar la huelga como instrumento rancio de enfrentamiento al capitalismo; que el capitalismo evoluciona, se recicla y se va adaptando a los sucesivos avatares que el mundo del trabajo le plantea. Y que el trabajo debiera hacer lo mismo: evolucionar frente al capital, empezando por abandonar las débiles herramientas contra él empleadas en el capitalismo industrial recurriendo a otras armas y procedimientos. Porque el capitalismo, de las huelgas se ríe, no le hacen ninguna mella...
Pero también decía que las fórmulas para hacerle frente en pleno siglo XXI no se me alcanzan. Lo que sí es fácil de adivinar es cuál debiera ser el discurso de los portavoces de los trabajadores y de los representantes sindicales. Sus objetivos no deben ser algo puntual y parcial. Ahora el objetivo debiera ir al copo, es decir, desbancar poco a poco al capital con un discurso que debiera atronar con palabras, más o menos, como éstas:
"Durante siglos, los ricos y sus mercenarios han elogiado el "trabajo honrado", han alabado la vida sencilla, han profesado una religión que enseña que es mucho más probable que vayan al cielo los pobres que los ricos. Y ¿por qué?, pues porque así ellos podían darse más tranquilamente a la molicie. Ahora el "trabajar duro" y ser eficaz es la monserga que ha sustituido al "trabajo honrado", aunque la mayoría de las veces la eficacia, en el sector servicios, consista en el arte de engañar...
¡Estamos hartos! Mientras vosotros, los ricos y los patrones de las grandes y medianas empresas os aseguráis los beneficios y vivís a lo grande, los trabajadores viven apretados, no pueden formar familia ni llegar a fin de mes. Mientras los ejecutivos, los directivos y los jefes os blindáis vuestros sueldos, vuestros planes de pensiones y retozáis en una vida regalada, el mundo del trabajo roza la sordidez. Y, además, los gobiernos que se suceden, aunque se llamen socialistas, os lo patrocinan. Es más, los gobiernos, sean de derecha, de centro o de la izquierda nominal, así como el legislador y la justicia, os amparan, amparan al empresario, al rico, a la banca y a la gran industria. Y todos os protegéis entre vosotros.
Pero hemos dejado de ser idiotas desde hace mucho tiempo. La guerra civil, las privaciones, las dificultades y los abusos que a que el empresario capitalista somete a los trabajadores, ha enseñado también mucho a estos. Trabajamos para el empresario y la empresa porque no tenemos más remedio. Vivimos, sí, rendidos al capital y a la fatalidad. Somos esclavos de sueldos irrisorios en comparación con lo que ganáis. Y, ya que soportamos tanto abuso de la patronal y del sistema, exigimos que al menos ambos nos déis las gracias por no haber hecho todavía la revolución”.
Nada de huelgas. Esta es la locución, repetida mil veces, es la que cuadra con estos tiempos y los abusos a los que nos somete el capitalismo financiero, hasta que despertasen las conciencias y especialmente la conciencia social de la que carecen los patronos…
Pero, claro, estas palabras necesitan del sindicalista y del orador político, valientes que no existen...
Fuente
Jaime Richart(especial para ARGENPRESS.info)
Ayer decía que habría que abandonar la huelga como instrumento rancio de enfrentamiento al capitalismo; que el capitalismo evoluciona, se recicla y se va adaptando a los sucesivos avatares que el mundo del trabajo le plantea. Y que el trabajo debiera hacer lo mismo: evolucionar frente al capital, empezando por abandonar las débiles herramientas contra él empleadas en el capitalismo industrial recurriendo a otras armas y procedimientos. Porque el capitalismo, de las huelgas se ríe, no le hacen ninguna mella...
Pero también decía que las fórmulas para hacerle frente en pleno siglo XXI no se me alcanzan. Lo que sí es fácil de adivinar es cuál debiera ser el discurso de los portavoces de los trabajadores y de los representantes sindicales. Sus objetivos no deben ser algo puntual y parcial. Ahora el objetivo debiera ir al copo, es decir, desbancar poco a poco al capital con un discurso que debiera atronar con palabras, más o menos, como éstas:
"Durante siglos, los ricos y sus mercenarios han elogiado el "trabajo honrado", han alabado la vida sencilla, han profesado una religión que enseña que es mucho más probable que vayan al cielo los pobres que los ricos. Y ¿por qué?, pues porque así ellos podían darse más tranquilamente a la molicie. Ahora el "trabajar duro" y ser eficaz es la monserga que ha sustituido al "trabajo honrado", aunque la mayoría de las veces la eficacia, en el sector servicios, consista en el arte de engañar...
¡Estamos hartos! Mientras vosotros, los ricos y los patrones de las grandes y medianas empresas os aseguráis los beneficios y vivís a lo grande, los trabajadores viven apretados, no pueden formar familia ni llegar a fin de mes. Mientras los ejecutivos, los directivos y los jefes os blindáis vuestros sueldos, vuestros planes de pensiones y retozáis en una vida regalada, el mundo del trabajo roza la sordidez. Y, además, los gobiernos que se suceden, aunque se llamen socialistas, os lo patrocinan. Es más, los gobiernos, sean de derecha, de centro o de la izquierda nominal, así como el legislador y la justicia, os amparan, amparan al empresario, al rico, a la banca y a la gran industria. Y todos os protegéis entre vosotros.
Pero hemos dejado de ser idiotas desde hace mucho tiempo. La guerra civil, las privaciones, las dificultades y los abusos que a que el empresario capitalista somete a los trabajadores, ha enseñado también mucho a estos. Trabajamos para el empresario y la empresa porque no tenemos más remedio. Vivimos, sí, rendidos al capital y a la fatalidad. Somos esclavos de sueldos irrisorios en comparación con lo que ganáis. Y, ya que soportamos tanto abuso de la patronal y del sistema, exigimos que al menos ambos nos déis las gracias por no haber hecho todavía la revolución”.
Nada de huelgas. Esta es la locución, repetida mil veces, es la que cuadra con estos tiempos y los abusos a los que nos somete el capitalismo financiero, hasta que despertasen las conciencias y especialmente la conciencia social de la que carecen los patronos…
Pero, claro, estas palabras necesitan del sindicalista y del orador político, valientes que no existen...
Fuente
Comentarios