“Nueva era” en Oaxaca
viernes 18 de febrero de 2011
Eduardo Ibarra Aguirre
Menos de 45 minutos de estancia de Felipe Calderón en el Palacio de Gobierno y de nueve horas en la capital oaxaqueña, costaron al país, el estado y los manifestantes que repudiaron su presencia: siete horas de enfrentamientos entre profesores de la sección 22 del SNTE, la APPO y los cuerpos represivos, destacadamente la Policía Federal; 28 heridos –13 manifestantes y 15 agentes de la PF, sin contar a los reporteros golpeados--, y un litigio de alcance incierto, pero que ya colocó a decenas de miles en movimiento frente al gobierno de Gabino Cué.
Gobernador producto de la alianza entre el partido del presidente, Acción Nacional, de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia; además de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, enseguida satisfizo la exigencia de pronunciar una disculpa por la represión, a cargo de elementos de la PF que, en dos aviones gigantes, acompañaron a Calderón en su visita al estado tras concluir, el pasado 1 de diciembre, 81 años de gobiernos priístas.
En la primera de las que seguramente no serán “muchas visitas a Oaxaca”, como anunció Calderón con desparpajo que raya en el cinismo, se inauguró el martes 15 el repudio organizado y masivo al visitante que de por sí arrastra un déficit de legitimidad, agudizado con la creciente irritabilidad social por la carestía de la vida y la falta de empleo; la desesperanza por la convergencia de la crisis de seguridad --que ya cobró en el agente Jaime Zapata a su primera víctima mortal estadunidense desde 1985--, y con la alimentaria que ya toca a la puerta.
No son para omitirse los malabarismos de los conductores de los noticiarios del duopolio televisivo para subrayar que la movilización se produjo “en el marco de la visita del presidente Calderón”, pero no en su rechazo. Tanto así que “Calderón borracho, la estás regando gacho”, fue de las consigas más coreadas sin que los oídos del destinatario se enteraran, tampoco de los gritos y los hechos de confrontación entre manifestantes y subordinados de Genaro García Luna, productor televisivo de detenciones que Nicolas Sarkozy exhibe como ausencia del debido proceso para Florence Cassez, y exprime al máximo como lo hizo con Ingrid Betancourt para recomponer la baja aceptación ciudadana.
La anunciada por el abogado, economista y administrador público como “una nueva etapa”, “una nueva era” –como si fueran sinónimos--, devino para Cué Monteagudo en un litigio con la 22 y la APPO que el miércoles 16 paralizaron el sistema educativo, marcharon por decenas de miles e iniciaron un plantón para respaldar su exigencia de que sean removidos los secretarios general de Gobierno y de Seguridad Pública –golpeado por presuntos manifestantes con los que pretendió dialogar--, además del director del Instituto Estatal de Educación Pública. Los tres cargos los ocupan figuras de Elba Esther Gordillo Morales, La maestra que se acerca a marchas forzadas al primer cuarto de siglo de dominio del SNTE, pero también al precandidato presidencial Enrique Peña Nieto, en la misma medida en que se aleja del declinante michoacano de Morelia.
Los excesos de violencia de la Policía Federal, mas por desgracia también de algunos manifestantes, o bien de “infiltrados” que se identifican con Ulises Ruiz Ortiz o auspiciados por Gordillo Morales, como aseguran los dirigentes de la sección 22, obligan a una investigación como la anunciada por el novel gobernador al que sus detractores priístas acusan de “ingobernabilidad”.
Convertir a la Junta de Coordinación Política del Congreso de Oaxaca en “puente de comunicación” con el magisterio para iniciar un debate a fondo que dé respuestas a demandas históricas, pareciera formar parte de la solución.
Fuente
Eduardo Ibarra Aguirre
Menos de 45 minutos de estancia de Felipe Calderón en el Palacio de Gobierno y de nueve horas en la capital oaxaqueña, costaron al país, el estado y los manifestantes que repudiaron su presencia: siete horas de enfrentamientos entre profesores de la sección 22 del SNTE, la APPO y los cuerpos represivos, destacadamente la Policía Federal; 28 heridos –13 manifestantes y 15 agentes de la PF, sin contar a los reporteros golpeados--, y un litigio de alcance incierto, pero que ya colocó a decenas de miles en movimiento frente al gobierno de Gabino Cué.
Gobernador producto de la alianza entre el partido del presidente, Acción Nacional, de la Revolución Democrática, del Trabajo y Convergencia; además de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, enseguida satisfizo la exigencia de pronunciar una disculpa por la represión, a cargo de elementos de la PF que, en dos aviones gigantes, acompañaron a Calderón en su visita al estado tras concluir, el pasado 1 de diciembre, 81 años de gobiernos priístas.
En la primera de las que seguramente no serán “muchas visitas a Oaxaca”, como anunció Calderón con desparpajo que raya en el cinismo, se inauguró el martes 15 el repudio organizado y masivo al visitante que de por sí arrastra un déficit de legitimidad, agudizado con la creciente irritabilidad social por la carestía de la vida y la falta de empleo; la desesperanza por la convergencia de la crisis de seguridad --que ya cobró en el agente Jaime Zapata a su primera víctima mortal estadunidense desde 1985--, y con la alimentaria que ya toca a la puerta.
No son para omitirse los malabarismos de los conductores de los noticiarios del duopolio televisivo para subrayar que la movilización se produjo “en el marco de la visita del presidente Calderón”, pero no en su rechazo. Tanto así que “Calderón borracho, la estás regando gacho”, fue de las consigas más coreadas sin que los oídos del destinatario se enteraran, tampoco de los gritos y los hechos de confrontación entre manifestantes y subordinados de Genaro García Luna, productor televisivo de detenciones que Nicolas Sarkozy exhibe como ausencia del debido proceso para Florence Cassez, y exprime al máximo como lo hizo con Ingrid Betancourt para recomponer la baja aceptación ciudadana.
La anunciada por el abogado, economista y administrador público como “una nueva etapa”, “una nueva era” –como si fueran sinónimos--, devino para Cué Monteagudo en un litigio con la 22 y la APPO que el miércoles 16 paralizaron el sistema educativo, marcharon por decenas de miles e iniciaron un plantón para respaldar su exigencia de que sean removidos los secretarios general de Gobierno y de Seguridad Pública –golpeado por presuntos manifestantes con los que pretendió dialogar--, además del director del Instituto Estatal de Educación Pública. Los tres cargos los ocupan figuras de Elba Esther Gordillo Morales, La maestra que se acerca a marchas forzadas al primer cuarto de siglo de dominio del SNTE, pero también al precandidato presidencial Enrique Peña Nieto, en la misma medida en que se aleja del declinante michoacano de Morelia.
Los excesos de violencia de la Policía Federal, mas por desgracia también de algunos manifestantes, o bien de “infiltrados” que se identifican con Ulises Ruiz Ortiz o auspiciados por Gordillo Morales, como aseguran los dirigentes de la sección 22, obligan a una investigación como la anunciada por el novel gobernador al que sus detractores priístas acusan de “ingobernabilidad”.
Convertir a la Junta de Coordinación Política del Congreso de Oaxaca en “puente de comunicación” con el magisterio para iniciar un debate a fondo que dé respuestas a demandas históricas, pareciera formar parte de la solución.
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