México: Quien se oponga a los subsidios, que pague salarios reales y apoye seguros contra el desempleo
viernes 20 de mayo de 2011
Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
1. Al contrario de lo que afirman la OCDE y el gobierno de Felipe Calderón, señalaron funcionarios priístas (que hoy dicen estar en la oposición) no existe ningún subsidio a las gasolinas y el diesel. Los incrementos mes a mes de los combustibles en México, dicen, obedecen a una política de venta barata de crudo a trasnacionales e importación de refinados caros, señaló. Sobre los precios de los combustibles al 17 de mayo –dos días después del más reciente aumento–, se muestra que la gasolina Magna ha pasado de 6.74 pesos por litro a 9.16 (39.09 por ciento más) en el sexenio calderonista, y la Premium de 8.29 a 10.30 pesos (23.76 superior). Los perredistas han respondido también: ¿Por qué los EEUU no retiran subsidios a sus agricultores exportadores y por qué no sugerir que se cobren impuestos equivalentes a las ganancias de los más poderosos capitalistas?.
2. Los empresarios y sectores derechistas del gobierno mexicano –así como hoy la OCDE- han exigido siempre el fin de la “economía ficción”, es decir, que no haya servicio de salud y educación gratuita, que no se subsidien la tortilla, la leche, la luz, el agua, el transporte y que todo se proporcione o se venda a su “precio real”. ¿Qué pasaría en México con una población de 113 millones con 70 por ciento de pobres, 40 por ciento de miserables, más de 15 por ciento de desempleados y un 40 por ciento de personas trabajando como vendedores ambulantes y en la llamada economía informal? ¿Qué cada quien sin ayuda resuelva sus problemas? Si no se otorgaran algunos subsidios, el desempleo y los salarios miserables ya estuvieran provocando rebeliones. Más aún, pienso que yo sólo por eso –por las rebeliones- aplaudiría la suspensión de los subsidios.
3. Los empresarios capitalistas, los políticos y la clase media acomodada, no tienen problema alguno para obtener lo que necesitan, menos para dilapidar las riquezas que controlan. No compran tortillas, comen en restaurantes, no ocupan servicios de salud del IMSS o el ISSSTE, sus hijos van en escuelas privadas y no usan transporte público; ellos están contra los subsidios que no usan y que, según dicen, es “una sangría para el presupuesto nacional”. Los ricos pelean para que bajen los impuestos o que no se los cobren, así como los precios de los aviones, de los viajes de placer, de los hoteles de cinco estrellas, del whisky y el coñac. Todo esto de los subsidios se acabaría si pagaran los capitalistas salarios para que los trabajadores cubran todas sus necesidades; pero si siguen pagando salarios de hambre -10 por ciento de los necesarios- pues las rebeliones deberían florecer.
4. Recuerdo que uno de los ideólogos del PAN y de la derecha fascista, Luis Pazos, publicó en los ochentas una decena de libros –propagados ampliamente por los grandes empresarios en sus tiendas de autoservicio- combatiendo la intervención del Estado en la economía y exigiendo que los empresarios asuman directamente el poder. Decía que los principios del neoliberalismo debían de imponerse y los resumía: Propiedad privada, libertad, predominio del mercado, orden e individualismo. Exigía predominio de la economía sobre la política, competencia y competitividad, mundialización, menos Estado, desreglamentación, indeferencia por la ecología. En resumen: un programa neoliberal que sería un asesinato contra los seres humanos con salarios miserables o de plano desempleados, con el fin de beneficiar a la llamada “iniciativa privada” o empresariado.
5. En México, como en todo el mundo, el neoliberalismo destruyó a los pequeños y medios empresarios, así como la economía estatal, para impulsar a los grandes y gigantescos empresarios con capacidad para competir en el mercado internacional. El neoliberalismo, como una nueva etapa de la dominación imperialista “modernizó” la economía y profundizó la miseria de la población que pertenece a los “sectores atrasados” o tradicionales de la economía y del trabajo. Por ese motivo el gobierno trata de imponer una Ley del Trabajo que haga desaparecer la contratación colectiva, las prestaciones sociales, las huelgas y los sindicatos. La “modernización” ya no puede permitir la existencia de esas “figuras contractuales antiguas” que impiden que la productividad fabril se incremente y hacen que las ganancias de las empresas sean menores.
6. En tanto los malditos empresarios silenciaban que se les entregaban gigantescos subsidios en fletes baratos en ferrocarril, en energía eléctrica y petróleo barato para mover sus fábricas, en exención de impuestos por varios años, por otro lado gritaban cuando de subsidiar a los sectores pobres se trataba. Me recuerda a las falsas y engañosas “damas de la caridad” –esposas de hacendados y empresarios en los siglos XIX y principios del XX- que acudían cada año a casas de los miserables explotados por sus mismos maridos para regalar ropa usada, cobertores, juguetes y demás. Los explotados y miserables no necesitan regalos, subsidios ni caridad, lo único que exigen es que se les pague por su trabajo lo suficiente para vivir decorosamente y que les garanticen que cuando no tengan empleo, se invaliden o estén viejos, sigan teniendo los ingresos necesarios.
7. ¿Qué pasaría si todo: alimentación, servicios de salud, educación, transporte, vestidos, paseos, diversiones, estuviera “subsidiado” y no fuera necesario pagar nada ni usar dinero? No se llamaría subsidio, sino sería una política que caminaría hacia la mayor igualdad puesto que el dinero iría perdiendo su valor y presencia, el trabajo sería obligación de todos, al mismo tiempo que todo el mundo tendría el derecho de gozar de todo sin pagar nada. Me parece que sería una sociedad ideal porque todo sería gratuito, no habría necesidad de acumular dinero y, por tanto no habrían millonarios, explotadores y opresores. En conclusión: en vez de una economía donde los precios de las mercancías alcances su valor real, “no ficticio”, es preferible que se subsidien todos los servicios y productos con el fin de que todos pudieran tener acceso a ellos. Obviamente estos son inaceptables para las clases dominantes.
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Pedro Echeverría (especial para ARGENPRESS.info)
1. Al contrario de lo que afirman la OCDE y el gobierno de Felipe Calderón, señalaron funcionarios priístas (que hoy dicen estar en la oposición) no existe ningún subsidio a las gasolinas y el diesel. Los incrementos mes a mes de los combustibles en México, dicen, obedecen a una política de venta barata de crudo a trasnacionales e importación de refinados caros, señaló. Sobre los precios de los combustibles al 17 de mayo –dos días después del más reciente aumento–, se muestra que la gasolina Magna ha pasado de 6.74 pesos por litro a 9.16 (39.09 por ciento más) en el sexenio calderonista, y la Premium de 8.29 a 10.30 pesos (23.76 superior). Los perredistas han respondido también: ¿Por qué los EEUU no retiran subsidios a sus agricultores exportadores y por qué no sugerir que se cobren impuestos equivalentes a las ganancias de los más poderosos capitalistas?.
2. Los empresarios y sectores derechistas del gobierno mexicano –así como hoy la OCDE- han exigido siempre el fin de la “economía ficción”, es decir, que no haya servicio de salud y educación gratuita, que no se subsidien la tortilla, la leche, la luz, el agua, el transporte y que todo se proporcione o se venda a su “precio real”. ¿Qué pasaría en México con una población de 113 millones con 70 por ciento de pobres, 40 por ciento de miserables, más de 15 por ciento de desempleados y un 40 por ciento de personas trabajando como vendedores ambulantes y en la llamada economía informal? ¿Qué cada quien sin ayuda resuelva sus problemas? Si no se otorgaran algunos subsidios, el desempleo y los salarios miserables ya estuvieran provocando rebeliones. Más aún, pienso que yo sólo por eso –por las rebeliones- aplaudiría la suspensión de los subsidios.
3. Los empresarios capitalistas, los políticos y la clase media acomodada, no tienen problema alguno para obtener lo que necesitan, menos para dilapidar las riquezas que controlan. No compran tortillas, comen en restaurantes, no ocupan servicios de salud del IMSS o el ISSSTE, sus hijos van en escuelas privadas y no usan transporte público; ellos están contra los subsidios que no usan y que, según dicen, es “una sangría para el presupuesto nacional”. Los ricos pelean para que bajen los impuestos o que no se los cobren, así como los precios de los aviones, de los viajes de placer, de los hoteles de cinco estrellas, del whisky y el coñac. Todo esto de los subsidios se acabaría si pagaran los capitalistas salarios para que los trabajadores cubran todas sus necesidades; pero si siguen pagando salarios de hambre -10 por ciento de los necesarios- pues las rebeliones deberían florecer.
4. Recuerdo que uno de los ideólogos del PAN y de la derecha fascista, Luis Pazos, publicó en los ochentas una decena de libros –propagados ampliamente por los grandes empresarios en sus tiendas de autoservicio- combatiendo la intervención del Estado en la economía y exigiendo que los empresarios asuman directamente el poder. Decía que los principios del neoliberalismo debían de imponerse y los resumía: Propiedad privada, libertad, predominio del mercado, orden e individualismo. Exigía predominio de la economía sobre la política, competencia y competitividad, mundialización, menos Estado, desreglamentación, indeferencia por la ecología. En resumen: un programa neoliberal que sería un asesinato contra los seres humanos con salarios miserables o de plano desempleados, con el fin de beneficiar a la llamada “iniciativa privada” o empresariado.
5. En México, como en todo el mundo, el neoliberalismo destruyó a los pequeños y medios empresarios, así como la economía estatal, para impulsar a los grandes y gigantescos empresarios con capacidad para competir en el mercado internacional. El neoliberalismo, como una nueva etapa de la dominación imperialista “modernizó” la economía y profundizó la miseria de la población que pertenece a los “sectores atrasados” o tradicionales de la economía y del trabajo. Por ese motivo el gobierno trata de imponer una Ley del Trabajo que haga desaparecer la contratación colectiva, las prestaciones sociales, las huelgas y los sindicatos. La “modernización” ya no puede permitir la existencia de esas “figuras contractuales antiguas” que impiden que la productividad fabril se incremente y hacen que las ganancias de las empresas sean menores.
6. En tanto los malditos empresarios silenciaban que se les entregaban gigantescos subsidios en fletes baratos en ferrocarril, en energía eléctrica y petróleo barato para mover sus fábricas, en exención de impuestos por varios años, por otro lado gritaban cuando de subsidiar a los sectores pobres se trataba. Me recuerda a las falsas y engañosas “damas de la caridad” –esposas de hacendados y empresarios en los siglos XIX y principios del XX- que acudían cada año a casas de los miserables explotados por sus mismos maridos para regalar ropa usada, cobertores, juguetes y demás. Los explotados y miserables no necesitan regalos, subsidios ni caridad, lo único que exigen es que se les pague por su trabajo lo suficiente para vivir decorosamente y que les garanticen que cuando no tengan empleo, se invaliden o estén viejos, sigan teniendo los ingresos necesarios.
7. ¿Qué pasaría si todo: alimentación, servicios de salud, educación, transporte, vestidos, paseos, diversiones, estuviera “subsidiado” y no fuera necesario pagar nada ni usar dinero? No se llamaría subsidio, sino sería una política que caminaría hacia la mayor igualdad puesto que el dinero iría perdiendo su valor y presencia, el trabajo sería obligación de todos, al mismo tiempo que todo el mundo tendría el derecho de gozar de todo sin pagar nada. Me parece que sería una sociedad ideal porque todo sería gratuito, no habría necesidad de acumular dinero y, por tanto no habrían millonarios, explotadores y opresores. En conclusión: en vez de una economía donde los precios de las mercancías alcances su valor real, “no ficticio”, es preferible que se subsidien todos los servicios y productos con el fin de que todos pudieran tener acceso a ellos. Obviamente estos son inaceptables para las clases dominantes.
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