México SA - Felipe con disfraz de Cordero
Carlos Fernández-Vega
Lo único que le falta al país para terminar de hundirse es que Felipe Calderón repita en Los Pinos, ahora disfrazado de Ernesto Cordero. Sólo se requiere un empujoncito, y el aferrado inquilino de la residencia oficial está más que dispuesto a proceder en tal sentido. Para demostrarlo, armó y coordinó un grupo con 134 de sus incondicionales (entre gobernadores, alcaldes, legisladores y conexos) y ordenó la publicación de un "desinteresado pronunciamiento" para "destapar" al "candidato ideal" a la Presidencia de la República, quien por una casualidad de la vida resultó ser el actual secretario de Hacienda, el mismo que, al más puro estilo mouriñista, debe su "carrera política", como algunos la califican, íntegramente al michoacano.
En un operativo coordinado, por la vía del madruguete (que causó furor entre los blanquiazules) y al grito de "unidos con Ernesto, que Felipe hará el resto", ese grupo de descarados panistas oficializó el destape del carismático Cordero, con el objetivo, según dicen, de “garantizar la continuidad, el respeto y la defensa de los programas de gobierno que ha encabezado el Partido Acción Nacional en los últimos 10 años… Buscamos un candidato que sea capaz de representar y defender esos logros (que consolide) la ruta de crecimiento y desarrollo en la que el país se encuentra, y que hoy no debemos abandonar… Un candidato capaz de representar y defender los logros de los últimos diez años”. Y ¿quién es ese príncipe azul? El señor disfrazado de Cordero.
Cronometrado pronunciamiento de los abajo firmantes. Apenas la víspera, Ernesto Cordero presumía en París inexistentes empleos "históricos" y "logros" de saliva, cuando ¡zas!, que se publica el desplegado. Y, ¡oh, sorpresa!, bañadito y peinadito apareció el secretario de Hacienda en Palacio Nacional para "informar", en conferencia de prensa apresuradamente convocada, de su "exitoso" periplo europeo (cuatro párrafos) y, casualmente, mostrarse "sorprendido" –gratamente, desde luego– por el descubrimiento de los 134 oportuno-panistas, mientras al autodenominado dirigente nacional del blanquiazul, Gustavo Madero, una vez más lo agarraron papando moscas y se enteraba por los periódicos de lo que sucede en Los Pinos.
Modesto, Felipe Calderón, con rostro de mister bean, agradeció las "desinteresadas" muestras de "afecto", y con la misma sorpresa (falsa, desde luego) dijo: "el día de hoy he sabido de una carta que circula en México firmada por distinguidos panistas. Quiero decir que agradezco a mis compañeros que reconozcan el trabajo que hemos realizado. Es un gran honor ser considerado un posible abanderado de mi partido para continuar con lo que han sido ya diez años de logros y avances. Al respecto, puedo decir que aspiraciones sí tengo, pero por el momento cumplo con una altísima responsabilidad al frente de la Secretaría de Hacienda. Soy un miembro de Acción Nacional y un mexicano orgulloso y comprometido con México. Como panista y como demócrata estoy obligado a cumplir con los tiempos que marcan la ley y mi partido. Celebro la unidad con la que el PAN siempre ha trabajado, pues no me queda duda de que será esta unión y el compromiso de todos los mexicanos, lo que mantendrá a México en el camino del crecimiento y del progreso" (¡Uff!, que choro).
El senador panista Alejandro Zapata Perogordo, fallido candidato al gobierno de San Luis Potosí y uno de los principales oportuno-promotores y abajo firmantes del "desinteresado" pronunciamiento, intentó justificar el destape: Cordero, dijo, "no está tan posicionado en las encuestas, ya que sólo tiene contacto con áreas económicas y financieras del país, por ello el lanzamiento de la plataforma con la que, en su momento, se construirá su candidatura. Siendo secretario de Hacienda él tiene limitaciones, y tiene que estar cumpliendo con esa responsabilidad; por lo tanto, nos dimos a la tarea de ir creando una plataforma que permitiera, en su momento, crear un equipo de trabajo para lanzarlo hacia la candidatura, primero dentro del propio partido, y después en la contienda" presidencial. Si nosotros queremos construir una candidatura con Ernesto, teníamos que empezar a salir ya para ir haciendo que la gente pueda conocerlo”. De oportunismo, nada.
Pero Zapata Perogordo se equivoca rotundamente: los mexicanos no sólo lo conocen, sino que lo padecen, pues Ernesto Cordero es el de los 6 millones adicionales de pobres en el primer bienio del calderonato, el del "brínquense una comida" para paliar la crisis, el de los gasolinazos, el de los 6 mil pesos, el de la "clase media mexicana consolidada y en desarrollo", el de los inexistentes 750 mil empleos anuales, el de la economía inmóvil, el del desarrollo inexistente, el de los "logros", el de las "cifras históricas", y, en fin, el Felipe Calderón disfrazado de secretario de Hacienda. ¿Qué no lo conocen?
Pues bien, ¿qué méritos tiene Ernesto Cordero para recibir las innumerables flores lanzadas por los abajo firmantes? Los mismos que tuvo Juan Camilo Mouriño (cuyos padres y hermano se sumaron a la cargada de búfalos con tecnología tricolor), es decir, ser íntimo del actual inquilino de Los Pinos. Hasta allí. Fue director general de la Fundación Miguel Estrada Iturbide ("institución encargada de prestar servicios de asesoría técnica en proyectos legislativos y políticas públicas a los integrantes del Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados", según su propia descripción) cuando Felipe Calderón era líder de la bancada blanquiazul en San Lázaro (2000-2003); funcionario de Banobras cuando el tal Jelipe ocupó la dirección de ese banco; subsecretario de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico en la Secretaría de Energía, con el mismo personaje sentado en la oficina principal de la dependencia; durante la campaña presidencial de 2006 ocupó la Coordinación de Políticas Públicas del candidato panista, lo mismo que en el "equipo de transición"; subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda, secretario de Desarrollo Social y secretario de Hacienda por nombramiento del michoacano, ya instalado en la residencia oficial, y ahora el mismo personaje lo destapa mediante el viejo truco de los abajo firmantes.
En fin, Felipe se niega a dejar Los Pinos. Le agarró gusto a la residencia oficial, y por ello intenta imponer a su Cordero. Sólo eso falta, pues.
Las rebanadas del pastel
En abril creció la desocupación abierta en el país, reportó el Inegi. Pero, ¿a quién le importa?, si la grilla es más sabrosa, sobre todo desde que el "cambio" democrático erradicó el dedazo y la cargada.
cfvmexico_sa@hotmail.com • http://twitter.com/cafevega
Fuente
Lo único que le falta al país para terminar de hundirse es que Felipe Calderón repita en Los Pinos, ahora disfrazado de Ernesto Cordero. Sólo se requiere un empujoncito, y el aferrado inquilino de la residencia oficial está más que dispuesto a proceder en tal sentido. Para demostrarlo, armó y coordinó un grupo con 134 de sus incondicionales (entre gobernadores, alcaldes, legisladores y conexos) y ordenó la publicación de un "desinteresado pronunciamiento" para "destapar" al "candidato ideal" a la Presidencia de la República, quien por una casualidad de la vida resultó ser el actual secretario de Hacienda, el mismo que, al más puro estilo mouriñista, debe su "carrera política", como algunos la califican, íntegramente al michoacano.
En un operativo coordinado, por la vía del madruguete (que causó furor entre los blanquiazules) y al grito de "unidos con Ernesto, que Felipe hará el resto", ese grupo de descarados panistas oficializó el destape del carismático Cordero, con el objetivo, según dicen, de “garantizar la continuidad, el respeto y la defensa de los programas de gobierno que ha encabezado el Partido Acción Nacional en los últimos 10 años… Buscamos un candidato que sea capaz de representar y defender esos logros (que consolide) la ruta de crecimiento y desarrollo en la que el país se encuentra, y que hoy no debemos abandonar… Un candidato capaz de representar y defender los logros de los últimos diez años”. Y ¿quién es ese príncipe azul? El señor disfrazado de Cordero.
Cronometrado pronunciamiento de los abajo firmantes. Apenas la víspera, Ernesto Cordero presumía en París inexistentes empleos "históricos" y "logros" de saliva, cuando ¡zas!, que se publica el desplegado. Y, ¡oh, sorpresa!, bañadito y peinadito apareció el secretario de Hacienda en Palacio Nacional para "informar", en conferencia de prensa apresuradamente convocada, de su "exitoso" periplo europeo (cuatro párrafos) y, casualmente, mostrarse "sorprendido" –gratamente, desde luego– por el descubrimiento de los 134 oportuno-panistas, mientras al autodenominado dirigente nacional del blanquiazul, Gustavo Madero, una vez más lo agarraron papando moscas y se enteraba por los periódicos de lo que sucede en Los Pinos.
Modesto, Felipe Calderón, con rostro de mister bean, agradeció las "desinteresadas" muestras de "afecto", y con la misma sorpresa (falsa, desde luego) dijo: "el día de hoy he sabido de una carta que circula en México firmada por distinguidos panistas. Quiero decir que agradezco a mis compañeros que reconozcan el trabajo que hemos realizado. Es un gran honor ser considerado un posible abanderado de mi partido para continuar con lo que han sido ya diez años de logros y avances. Al respecto, puedo decir que aspiraciones sí tengo, pero por el momento cumplo con una altísima responsabilidad al frente de la Secretaría de Hacienda. Soy un miembro de Acción Nacional y un mexicano orgulloso y comprometido con México. Como panista y como demócrata estoy obligado a cumplir con los tiempos que marcan la ley y mi partido. Celebro la unidad con la que el PAN siempre ha trabajado, pues no me queda duda de que será esta unión y el compromiso de todos los mexicanos, lo que mantendrá a México en el camino del crecimiento y del progreso" (¡Uff!, que choro).
El senador panista Alejandro Zapata Perogordo, fallido candidato al gobierno de San Luis Potosí y uno de los principales oportuno-promotores y abajo firmantes del "desinteresado" pronunciamiento, intentó justificar el destape: Cordero, dijo, "no está tan posicionado en las encuestas, ya que sólo tiene contacto con áreas económicas y financieras del país, por ello el lanzamiento de la plataforma con la que, en su momento, se construirá su candidatura. Siendo secretario de Hacienda él tiene limitaciones, y tiene que estar cumpliendo con esa responsabilidad; por lo tanto, nos dimos a la tarea de ir creando una plataforma que permitiera, en su momento, crear un equipo de trabajo para lanzarlo hacia la candidatura, primero dentro del propio partido, y después en la contienda" presidencial. Si nosotros queremos construir una candidatura con Ernesto, teníamos que empezar a salir ya para ir haciendo que la gente pueda conocerlo”. De oportunismo, nada.
Pero Zapata Perogordo se equivoca rotundamente: los mexicanos no sólo lo conocen, sino que lo padecen, pues Ernesto Cordero es el de los 6 millones adicionales de pobres en el primer bienio del calderonato, el del "brínquense una comida" para paliar la crisis, el de los gasolinazos, el de los 6 mil pesos, el de la "clase media mexicana consolidada y en desarrollo", el de los inexistentes 750 mil empleos anuales, el de la economía inmóvil, el del desarrollo inexistente, el de los "logros", el de las "cifras históricas", y, en fin, el Felipe Calderón disfrazado de secretario de Hacienda. ¿Qué no lo conocen?
Pues bien, ¿qué méritos tiene Ernesto Cordero para recibir las innumerables flores lanzadas por los abajo firmantes? Los mismos que tuvo Juan Camilo Mouriño (cuyos padres y hermano se sumaron a la cargada de búfalos con tecnología tricolor), es decir, ser íntimo del actual inquilino de Los Pinos. Hasta allí. Fue director general de la Fundación Miguel Estrada Iturbide ("institución encargada de prestar servicios de asesoría técnica en proyectos legislativos y políticas públicas a los integrantes del Grupo Parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados", según su propia descripción) cuando Felipe Calderón era líder de la bancada blanquiazul en San Lázaro (2000-2003); funcionario de Banobras cuando el tal Jelipe ocupó la dirección de ese banco; subsecretario de Planeación Energética y Desarrollo Tecnológico en la Secretaría de Energía, con el mismo personaje sentado en la oficina principal de la dependencia; durante la campaña presidencial de 2006 ocupó la Coordinación de Políticas Públicas del candidato panista, lo mismo que en el "equipo de transición"; subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda, secretario de Desarrollo Social y secretario de Hacienda por nombramiento del michoacano, ya instalado en la residencia oficial, y ahora el mismo personaje lo destapa mediante el viejo truco de los abajo firmantes.
En fin, Felipe se niega a dejar Los Pinos. Le agarró gusto a la residencia oficial, y por ello intenta imponer a su Cordero. Sólo eso falta, pues.
Las rebanadas del pastel
En abril creció la desocupación abierta en el país, reportó el Inegi. Pero, ¿a quién le importa?, si la grilla es más sabrosa, sobre todo desde que el "cambio" democrático erradicó el dedazo y la cargada.
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