La sociedad amaestrada
Tenemos
que aceptar la realidad y confrontarla. Sí somos parte del sistema y
lo reproducimos aunque mucho lo critiquemos y nos contrariemos.
Revista EMET
Como el cuento del escritor mexicano Juan José Arreola "La mujer amaestrada" en donde el significado externo del mismo nos lleva a descorrer los velos de las relaciones que se entablan entre cada uno de los individuos y hasta instituciones de una sociedad, e incluso entre géneros de la humanidad, es que pareciera un buen título el de La sociedad amaestrada para relatar todos los sucesos y juegos de poder que se entablan entre los gobernados y los gobernantes. Círculos viciosos con leves visos de rebeldía del sometido.
En el texto del cuento referido de Arreola pueden leerse sentencias como las siguientes:
"Hoy me detuve a contemplar este curioso espectáculo: en una plaza de las afueras un saltimbanqui polvoriento exhibía una mujer amaestrada.… La cadena que iba de su mano izquierda al cuello de la mujer, no pasaba de ser un símbolo, ya que el menor esfuerzo habría bastado para romperla. Mucho más impresionante resultaba el látigo de seda floja que el saltimbanqui sacudía por los aires, orgulloso, pero sin lograr un chasquido… Un pequeño monstruo de edad indefinida completaba el elenco… Lo único que yo puedo decir con certeza es que el saltimbanqui, a juzgar por sus reacciones, se sentía orgulloso y culpable… El guardián del orden público se acercó nuevamente a hostilizar al saltimbanqui. Según él, estábamos entorpeciendo la circulación… El representante de las autoridades se fue para siempre, mediante la suscripción popular de un soborno".
Justo como describe Arreola la situación circense en plena calle y con el consentimiento de todos y el soborno y la corrupción de las autoridades, es que los mexicanos hemos permitido que nos traten con un látigo revestido de poder y hemos actuado en consecuencia, como amaestrados; entrenados para perpetrar las condiciones existentes entre quienes tienen y pueden y entre los que no tienen y no quieren.
Cuando el día lunes el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna presumió el sistema penitenciario que se erigió en estos últimos años de gobierno como uno de los mejores a nivel internacional, recordé que para esta administración es más importante dar cabida y rehabilitación a los que infringen la ley, que a quienes aspiramos a que eso no se multiplique.
También advertí cómo los programas sociales de esta administración federal –como de otras anteriores— ganaron el voto ciudadano por encima de cualquier oferta contraria partidista o de cohecho.
Tenemos que aceptar la realidad y confrontarla. Sí somos parte del sistema y lo reproducimos aunque mucho lo critiquemos y nos contrariemos. Nos han aleccionado sin duda; no obstante, aún podernos colocarnos como los domadores y no como los domados.
Claudia Rodríguez - Opinión EMET
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