Mineras ponen en peligro bosque de niebla en Chiapas

Se planea extraer oro, titanio, cobre y barita
Prevén que se incrementarán los derrumbes
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La mina Nueva Francia, en el municipio de Escuintla, la cual se encuentra en fase de exploración para su posterior explotación a cielo abierto, a dos kilometros de los límites de la reserva de la biosfera El TriunfoFoto Alianza Sierra Madre
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El Triunfo, hábitat del pavón y el quetzal, entre muchas otras especiesFoto Moysés Zúniga Santiago
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Atardecer en el mirador Costa, a mil 850 metros sobre el nivel del mar, en el núcleo de la zona protegidaFoto Moysés Zúniga Santiago
Moysés Zúñiga Santiago
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 30 de septiembre de 2013, p. 33
San Cristóbal de las Casas, Chis., 29 de septiembre.
La reserva de la biosfera El Triunfo, ubicada en lo alto de la Sierra Madre de Chiapas y declarada hace 23 años área natural protegida, está en peligro ante el número de concesiones mineras autorizadas en el estado; de 111, siete se encuentran en esta zona de 119 mil hectáreas, alertaron ambientalistas.
A dos kilómetros del polígono de El Triunfo, que abarca territorio de los municipios de Ángel Albino Corzo, Acacoyagua, La Concordia, Mapastepec, Pipijiapan, Siltepec y Villa Corzo, hay cinco proyectos en fase de exploración: Las Golondrinas, Los Cacaos, Titán, La Libertad y Cristina, de donde se planea extraer titanio, oro, cobre y barita.
Sin embargo, en la zona núcleo, de 25 mil hectáreas, se concentra la mayoría de las especies protegidas de la reserva. El resto comprende 29 ejidos, una zona comunal y 300 pequeñas propiedades, la mayoría dedicadas al cultivo de café.
A 2 mil 200 metros sobre el nivel del mar, El Triunfo es hábitat de especies en peligro de extinción y algunas endémicas, entre ellas el quetzal y el pavón. El tucancillo verde, el jaguar, el puma y el tapir, reptiles como la nauyaca, varios anfibios y salamandras conviven entre enormes helechos arborescentes, bromelias, orquídeas y palmas.
Genera 33% del agua del país
La reserva es hábitat de casi la mitad de las especies de Chiapas y 24 por ciento de las del país; además, es un regulador climatológico en la cadena montañosa que evita la erosión y los deslaves, y ella capta 33 por ciento del agua de México, que alimenta las hidroeléctricas del río Grijalva y La Angostura.
De acuerdo con la gerente de difusión del Fondo de Conservación de El Triunfo, Ana Paula Escobar, las amenazas para la reserva no son sólo la deforestación, los incendios forestales o los programas gubernamentales que subsidian a pequeños agricultores que invaden las selvas, sino también la minería a cielo abierto.
Explica que cinco concesiones mineras se encuentan a dos kilómetros del polígono en los municipios de Acacoyagua, Acapetahua, Escuintla, Mapastepec, Pijijiapan y La Concordia.
Para evitar la proliferación de la minería en el área protegida, varias organizaciones ambientalistas crearon la Alianza Sierra Madre de Chiapas. En 2012 sus representantes sobrevolaron la zona acompañados por un notario público que dio fe de la existencia de proyectos mineros.
Escobar Albores precisó que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no puede aplicar las mismas normas que en otras regiones del país para aprobar proyectos mineros, pues los ecosistemas son muy distintos en reservas como El Triunfo, La Sepultura, La Encrucijada y el volcán Tacaná.
Propone consultar a pobladores
Juan Carlos Castro, biólogo y director de la reserva El Triunfo, explicó que la zona de la cual se ha extraído material pétreo tardará mucho en recuperarse y se perderán árboles centenarios.
Si se quitan 10 metros de tierra, este material va a escurrir, a taponar ríos, aumentar el riesgo de derrumbes sobre poblaciones y provocar la desaparición de especies animales endémicas, advirtió.
Una mina de titanio exporta 5 mil toneladas al mes. Si su costo de producción es de 80 dólares por tonelada y su precio es de unos 180 dólares; es decir, obtienen una utilidad de 6 millones de dólares al año, a costa de la extinción de especies y la desaparición de ecosistemas por cientos de años, manifestó el ambientalista.
La única manera de detener la explotación minera, comentó Castro, es con una consulta pública en los municipios. Si los habitantes están de acuerdo, los alcaldes pueden negar el permiso local para explotar el suelo.

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