Crimea: La península discutida

Simpatizantes de Putin en Rusia. "Crimea pertenece a Rusia", dice la consigna. Foto: AP
Simpatizantes de Putin en Rusia. "Crimea pertenece a Rusia", dice la consigna.
Foto: AP

MÉXICO, D.F.  (apro).- Otra vez en la historia la península de Crimea se convirtió en un foco de atención mundial: El Parlamento de la República Autónoma de Crimea anunció el pasado jueves que organizará un referéndum en el que los habitantes decidirán si se quieren separar de Ucrania e integrar la Federación de Rusia, así como si quieren adoptar la constitución de 1992.
Crimea se encuentra actualmente bajo la ocupación de 30 mil tropas rusas, según las estimaciones del nuevo gobierno ucraniano. Muchas de ellas provienen del puerto de Sebastopol, que aloja la flota militar rusa del Mar Negro. Los rusos mantienen cerrado el istmo de Perekop, el brazo de tierra que junta la península con el resto del territorio ucraniano.
Anteriormente inclinados hacia el voto comunista, los habitantes de Crimea votaron de forma masiva a favor del Partido de las Regiones durante los comicios legislativos de 2006 y 2010. El partido de las regiones, del que formaba parte el expresidente Viktor Yanukovich, promueve un acercamiento con Rusia a través de la integración al Espacio Económico Común.
En 2004, 81.99% de los votos de Crimea se inclinaron a favor de Yanukovich durante el segundo turno de la elección presidencial. La oposición liderada por Ioulia Timochenko rechazó los resultados y llevó a cabo la “revolución naranja”, por lo que se llevó a cabo un tercer turno. En Crimea, Yanukovich recibió 81.26% de las votaciones.
Los habitantes de Crimea eligieron en noviembre de 2011 a Anatoli Mohyliov, un primer ministro del Partido de las regiones y decididamente proruso.
Las manifestaciones que produjeron la destitución de Yanukovich estallaron en noviembre de 2013, cuando el expresidente se negó en firmar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, para finalmente acercarse a su principal socio comercial, Rusia.
El Parlamento de Crimea denunció la destitución de Yanukovich y reaccionó al proponer el referéndum en un territorio que cuenta con una mayoría de rusos, probablemente a favor de la partición de Ucrania.
Según la AFP, los “rusos étnicos” a favor de la separación de Crimea empezaron una campaña de seducción del electorado tátaro estos últimos días. Su voto podría ser crucial durante el referéndum, plantea la agencia.
Los diplomáticos occidentales sostienen el nuevo gobierno ucraniano y califican la intervención rusa en Crimea de “violación del territorio ucraniano”. La embajadora estadunidense en las Naciones Unidas, Samantha Power, anunció el pasado jueves que rechazará los resultados del referéndum.
Por su parte el gobierno ruso sigue denunciando un “golpe de Estado” operado por “radicales” –en referencia a varios integrantes del gabinete que pertenecen al partido de extrema derecha Svodoba—y sostenido por los occidentales. El pasado viernes, decenas de miles de personas tomaron las calles de Moscú en apoyo del referéndum, según la AFP.
Su lema: “Crimea es Rusia”.

Tierra de conquistas
Los tátaros, nómadas turco-mongoles que radicaban en las llanuras de Asia Central, conquistaron a la península de Crimea en el siglo 13, durante las invasiones mongoles.
Los tátaros siguieron a la Horda de Oro en su conversión al islam a lo largo del siglo 14. Se independizaron del imperio mongol y establecieron el Kanato de Crimea en 1441. En 1478 el Kanato se convirtió en un protectorado del Imperio Otomán, al que los tátaros vendían esclavos capturados en las estepas de Ucrania.
En paralelo el Rus de Kiev, el principado eslavo que ocupaba los territorios actuales de Ucrania, Bielorrusia y una parte de Rusia occidental, se fragmentó durante el siglo XII en una quincena de principados, entre ellos el Principado de Moscú. Los príncipes moscovitas extendieron su territorio a lo largo de los siglos, convirtiendo al principado en Zarato en 1547 y luego en el Imperio ruso, en 1721.
El control de la península de Crimea revirtió un sentido estratégico para Rusia a partir del siglo XVII: además de proteger a los campesinos que cultivaban las tierras fértiles de las estepas ucranias de las agresiones tártaras, le permitiría apoderarse de las costas norteñas del Mar Negro, y con ellas abrirse un acceso directo al estrecho del Bósforo y hacia el Mar Mediterráneo.
Después de las guerras ruso-otomanas que se llevaron a cabo entre 1736 y 1739, y entre 1768 y 1774, la imperadora rusa Catarina II expandió el territorio ruso hacia el occidente. Conquistó la “pequeña Rusia” y la “Rusia blanca” –las actuales Ucrania y Bielorrusia—, y en 1783 anexó la Crimea.
Rusia edificó en Crimea la ciudad de Simferopol, que designó como capital, implantó su flota de guerra en el puerto de Sebastopol y convirtió la pequeña ciudad de Yalta, en la costa, en un lugar de veraneo.
Con el fin de modernizar e industrializar su imperio, Catarina II trajo un gran número de colonos alemanes, artesanos y sabios.
Ante la colonización operada desde Moscú, los tátaros emigraron en masa de Crimea: 300 mil de ellos huyeron de la península en 1790 hacia el imperio otomán y Europa del Este, afirma el exministro de Justicia ucraniano Serhiy Holovaty en su ensayo Autonomía territorial en Ucrania – el caso de Crimea.
En 1854, los imperios francés (de Napoleón III), inglés y otomán se aliaron para contrarrestar la política expansionista del Zar ruso Nicolás I, sobre todo a partir de los estrechos del Mar Negro. La llamada “Guerra de Crimea” duró hasta el 30 de marzo de 1856, fecha en la que Rusia admitió su derrota. Aceptó cerrar los estrechos y neutralizar el Mar Negro.
A finales del siglo XIX, sólo quedaban 102 mil tátaros en Crimea, el 13% de la población en la península en este entonces, estima Holovaty, quién califica el proceso demográfico de “rusificación brutal”.
Provincia soviética
En otoño del 1917, el Soviet Supremo del Comisario del Pueblo hizo un llamado a “todos los trabajadores musulmanes de Rusia del Este” en el que declaró “el derecho a la autodeterminación” de los tátaros de Crimea ante el imperio ruso.
El Kurultaí –el congreso de los representantes de Crima—instauró entonces la República Democrática de Crimea el 14 de octubre de 1917, que posteriormente se alió con los “blancos” rusos –las fuerzas contrarrevolucionarias– y los alemanes.
Al terminarse la guerra civil en Rusia con la victoria de los bolcheviques, Crimea se convirtió en una República autónoma soviética el 18 de octubre de 1921, con el idioma tátaro reconocido en la Constitución. La nueva autoridad soviética emprendió una política de apertura hacia los pueblos indígenas. Esta política se acabó cuando Josef Stalin se apoderó de Moscú en 1928 y empezó a reprimir el nacionalismo tátaro naciente.
Durante la segunda guerra mundial, Crimea representó un objetivo estratégico para los nazis en su proyecto de “Gran Ucrania”. Atacaron la península en septiembre de 1941, y la tenían controlada en noviembre. Los tátaros, a quienes los líderes nazis habían prometido un estatuto administrativo autónomo y musulmán, dieron la vista buena a la invasión. Unos 20 mil tátaros se sumaron al ejército alemán, mientras que otros se movilizaron para luchar en contra de la resistencia soviética en Crimea.
El 13 de abril de 1944 los soviéticos reconquistaron Simferopol. El 18 de mayo del mismo año, los soldados del Ejército Rojo detuvieron a todos los tátaros de Crimea y deportaron 200 mil de ellos hacia Uzbekistán. Los soviéticos juzgaron que los soldados tátaros desertaron el ejército cuando llegaron los alemanes.
La Unión Soviética de Stalin decidió entonces trasformar a la República Autónoma de Crimea en una simple región administrativa (“oblast) en la Federación de Rusia y repartió a nuevos colonos rusos las tierras que pertenecían a los tátaros.
En septiembre 1953, poco después de su designación como Primer Secretario del Partido Comunista de la Unión Soviética, Nikita Khrouchtev realizó un viaje a Crimea, durante el cual se dio cuenta que los colonos rusos no se habían aclimatado, por lo que la producción agrícola se desplomaba.
Khrouchtev, nativo de Kiev, decidió en 1954 separar a Crimea de la Federación Rusa y juntarla a Ucrania como el acto simbólico que celebraría los 300 años de la firma del tratado de Pereyaslav, que selló la unión entre ambos países el 8 de enero de 1654.
Crimea, cómo simple “oblast”, fue transferida sin mayor dificultad constitucional a Ucrania el 28 de abril de 1954.
Cuatro años más tarde, un decreto del Soviet Supremo liberó a los tátaros del estatuto de “colonia especial” y de vigilancia administrativa. Algunos de ellos regresaron a Crimea a pesar de las prohibiciones.
El 14 de noviembre de 1989 el Soviet Supremo reconoció que los actos de represión contra los pueblos sometidos a la deportación forzada eran “ilegales y criminales”. Dos años después, el Parlamento ruso avaló la “ley sobre la rehabilitación de los pueblos víctimas de represión”. Esto provocó el regreso de aproximadamente 170 mil tátaros a su tierra de origen.
El gobierno de Kiev prometió a los tátaros acordarles un régimen de autonomía político-administrativa.

Ruptura
El 19 de noviembre de 1990 Rusia y Ucrania firmaron un tratado de amistad mediante el cual se reconocían recíprocamente “Estados Soberanos” y afirmaban su voluntad de crear un espacio económico común.
El Parlamento de Kiev proclamó la independencia de Ucrania el 24 de agosto de 1991 y la sometió a un referéndum en diciembre. Si bien 90.3% de los ucranianos se pronunciaron a favor, en Crimea –donde vivían más de 65% de rusos– sólo el 54.2% lo aprobó. La capital Simferopol registró menos de 50% de votos a favor.
Muchos rusos consideraron ilegítimo el hecho que Crimea se quedara en Ucrania. En la narrativa histórica, Crimea se convirtió en un símbolo patriótico, un lugar donde se derramó mucha sangre rusa durante su conquista, su defensa contra los imperios aliados en el siglo XIX, así como durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1991, gracias a fondos provenientes del exPartido Comunista, el movimiento republicano de Crimea llevó a cabo una campaña para organizar un referéndum de autodeterminación en la península.
La campaña causó mucho temor tanto en Kiev como en varias provincias de Crimea, dependientes de los intercambios comerciales y energéticos con el resto de Ucrania.
En respuesta a esta campaña, Kiev otorgó una larga autonomía a la Crimea, pero se quedó con la administración directa de la ciudad de Sebastopol.
No fue suficiente. El 5 de mayo de 1992 el Parlamento de la península proclamó la independencia de la República de Crimea y adoptó una nueva constitución. Kiev rechazó la Carta Magna, argumentando su no-conformidad con la legislación del país y la amenaza a la integridad territorial de Ucrania que generaba. Los artículos de la constitución que contradecían las leyes de Kiev se quedaron suspendidos.
El 30 de enero de 1994 el 73% de los habitantes de Crimea eligieron a Ioury Mechkov como Presidente de la entidad. Él fundó su programa sobre el regreso de Crimea en la zona del rublo y la reunificación con Rusia.
Ante las tensiones crecientes entre Kiev y Simferopol, el Parlamento de Ucrania abolió la constitución de Crimea en marzo de 1995 y suprimió la función presidencial en la península.

Tensiones
El 21 de mayo de 1992 el Soviet Supremo de la Federación de Rusia trató de cancelar la decisión de transferir Crimea a Ucrania de 1954. Argumentó que las decisiones carecían de valor jurídico “porque fueron adoptadas en violación de la ley fundamental” en vigor en Rusia entonces.
El gobierno ucraniano se ofuscó del gesto ruso. Invocó el “principio de inviolabilidad de las fronteras” y argumentó que Rusia aceptó las fronteras ucranianas al firmar el tratado de amistad. El pleito se convirtió en crisis diplomática, en la que los representantes europeos apoyaron a Kiev.
Una posible salida de crisis se encontró el 3 de agosto de 1992, cuando Rusia y Ucrania firmaron en Yalta un acuerdo para compartir la flota del Mar Negro, que seguía fondeada en el puerto de Sebastopol. Según el acuerdo, la flota se quedaría bajo la responsabilidad directa de ambos presidentes.
Pero el 9 de julio de 1993 el Parlamento ruso aprobó una ley que afirmaba la pertenencia de Sebastopol a Rusia. Boris Elstine, entonces presidente ruso, se opuso a esta decisión que Ucrania calificó de “declaración de guerra”. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas abordó el problema y reiteró su apoyo a la “integridad territorial de Ucrania”.
El conflicto se resolvió en mayo de 1997, cuando Ucrania acordó “rentar” el puerto de Sebastopol a Rusia por una duración de 20 años, mientras ambos países firmaban un acuerdo de amistad y cooperación.
Voces de políticos se elevaron en Rusia para denunciar los acuerdos de 1997, lo que planteaba las divisiones entre el ejecutivo y el legislativo del país.
El miembro del comité encargado de asuntos del mercado común Nasima Stoljarova declaró en 1998 “Crimea es una tierra rusa, arraigada de sangre rusa y a pesar de esto Rusia deberá desembolsar enormes cantidades de dinero para mantener su flota ahí”. Durante una visita en Crimea en 2001, el alcalde de Moscú aseveró “Crimea es un territorio ruso. Siempre ha sido ruso y nunca perteneció a Ucrania”.
Si bien en 2005 la mayoría de los habitantes de Crimea apoyaba un acercamiento hacia Europa sin romper los lazos con Rusia, según un estudio que realizó el Centro Razumkov, se mostraba muy hostil a una entrada en la Organización del Tratado de Atlántica del Norte (OTAN), la organización militar del hemisferio occidental.
El 27 de mayo de 2006, los habitantes de la ciudad costera de Feodossia manifestaron su rechazó la presencia de una nave militar estadounidense en el puerto. Bloquearon el puerto y protestaron durante dos semanas, a tal punto que la nave tuvo que abandonar el lugar.
El 6 de junio siguiente el Parlamento de la república autónoma decretó la península “territorio libre de OTAN”, argumentando que “la escalada de la presencia militar extranjera sobre el territorio de Crimea pondría en peligro la situación socio-política”.
Aprovechando esta oportunidad, el diputado ruso Nikolaí Kourianovich propuso a su gobierno la anexión de la península a Rusia, proposición rechazada debido a fallas jurídicas.
El ejecutivo ruso negó tener pretensiones acerca de Crimea. El 16 de diciembre de 2006 en Sotchi, el presidente Vladimir Putin aseveró: “no habrá problema en el futuro entre Ucrania y Rusia con respecto a Crimea”.

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