Normales rurales, siempre insumisas: Comité Central de la FECSM
Con la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el embate contra las normales rurales no concluyó, considera la semiclandestina Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México. En entrevista con Contralínea, su Comité Central señala que continúa el asedio y se declara “en pie de lucha”
“Los golpes del Estado contra las normales rurales no han terminado. Ahora son de manera estratégica. Tal vez ya no de manera muy directa. Pero todas las normales rurales que aún existen están siendo golpeadas”. Es la voz de Jonathan, de 21 años, estudiante de la Escuela Normal Rural Pantaleón Domínguez, de Mactumactzá, Chiapas.
Por él habla el Comité Central de la Federacion de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM), la organización estudiantil decana del país que está cumpliendo 85 años y que aglutina a todos los estudiantes de las 16 escuelas normales que subsisten en 15 estados de la República Mexicana.
Jonathan es parte del Comité Central
(CC), el organismo nacional que encabeza una estructura semiclandestina
que cuenta con un Comité de Orientación Política e Ideológica Nacional
(COPIN) y un Comité Nacional de Vigilancia (CNV), además de otros
organismos nacionales y regionales, a los que llaman “fraternos”.
La desaparición de los 43 hace 5 años
–entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014– fue
un golpe al corazón del normalismo rural, reconoce. El ataque contra los
estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de
Ayotzinapa, Guerrero, a manos de narcotraficantes, policías y servidores públicos cimbró uno de los “pilares” de la propia FECSM. La andanada contra Ayotzinapa
en ese septiembre, de la cual la desaparición de los estudiantes fue el
saldo más trágico pero no el único, buscaba cerrar la escuela y poner a
las demás normales rurales de rodillas.
En la entrevista, el estudiante destaca
que todo el proyecto del normalismo rural sigue amenazado. Explica que
ahora las agresiones no son directas, pero pueden ser más eficaces. Se
impulsa una “transformacion” de estas escuelas que, en los hechos,
significaría el fin del modelo del normalismo rural. Es decir, se
seguirían llamando “normales rurales” aunque en realidad ya no lo sean.
En esta “estrategia” gubernamental, advierte la infiltración de alumnos de nuevo ingreso y maestros en cada uno de los planteles para socavar la organización estudiantil.
Señala que la FECSM está al pendiente de este reto y hacer valer el
primer requisito que deben cubrir quienes aspiren a estudiar en una
normal rural: ser pobres. El estudio socioeconómico, a cargo de los
comités de lucha de cada plantel, busca garantizar que quienes ingresen a
estas escuelas realmente necesiten de un modelo educativo que incluye
internado, beca alimenticia y apoyo semanal para gastos académicos.
Además, se asegura que los normalistas adquieran y mantengan su
conciencia de clase.
Jonathan señala que el
principal cometido de la FECSM en estos momentos es demandar el
esclarecimiento de los hechos por los cuales perdieron la vida tres
afiliados suyos y por los que 43 más están desaparecidos.
El otro es velar por que no decaigan en las escuelas ninguno de los
cinco ejes que distinguen al normalismo rural de cualquier otro modelo
educativo: el académico, el deportivo, el cultural, el productivo y el
político.
Sobre este último, Jonathan
declara con orgullo que la FECSM es una organización marxista leninista y
que los normalistas rurales aspiran a construir una sociedad socialista
y, posteriormente, comunista. Asegura que esta determinación ideológica
es la que ha permitido sobrevivir tanto a la organización como a las propias normales.
Rechaza que los normalistas estén
relacionados con el movimiento armado, pero no condena a las
organizaciones que tienen que tomar las armas para defender al pueblo y
hacerse escuchar por los gobiernos. Explica que el contexto actual es
muy distinto al de la época en que florecieron guerrillas por decenas, y
se muestra orgulloso de los normalistas rurales –como los estudiantes
de otras escuelas y universidades– que en su momento optaron por la
lucha armada: Lucio Cabañas Barrientos, fundador del
Partido de los Pobres y su Brigada Campesina de Ajusticiamiento,
estudiante de Aytozinapa a principios de la década de 1960 y secretario
general del CC de la FECSM, y alumnos de la hoy cerrada Normal Rural de
Salaices, Chihuahua, participantes en el Grupo Popular Guerrillero
encabezado por Arturo Gámiz y que cayeron en el asalto al cuartel
militar de Madera, o los integrantes de la Liga Comunista 23 de
Septiembre que fueron estudiantes de la Escuela Normal Rural de El
Quinto, Sonora.
Camiseta clara a rayas, pantalón de mezclilla, cabello ensortijado, Jonathan
le toma la palabra al presidente de la República: es necesaria la
creación de más escuelas normales rurales; pero advierte: para que
realmente sean escuelas normales rurales deben contar con los cinco ejes
antes mencionados. De otro modo, sólo lo serán de nombre, como la
recién reabierta de El Mexe, Hidalgo.
Le reconoce al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, sin ambages, su trato con “seriedad” para con los padres de los 43 desaparecidos, la promesa de apoyo a las normales y la asignación de plazas de maestros a todos los egresados de las escuelas normales públicas.
—Qué cambió para las normales rurales luego de la desaparición de los 43 de Atyotzinapa –se le pregunta.
—La normal de Ayotzinapa es una de las
que han sido más golpeadas. El presidente López Obrador dijo hace 1 año
que iba a apoyar las investigaciones de este caso. Ha pasado 1 año.
Señala que el presidente se ha reunido
en varias ocasiones con los padres y las madres y siempre ha dicho estar
comprometido con la investigación y el esclarecimiento de lo ocurrido
hace 5 años. “Sin embargo, hasta el momento, no ha mostrado el avance
que se tiene. No ha investigado más a fondo. No se ha tenido un avance mayor, al que se quiere llegar, que es conocer cómo sucedió todo y quiénes son los responsables”.
—El embate contra las normales que ya
duraba décadas tuvo como corolario trágico la desaparición de los 43. De
entonces a la fecha, ¿cambió la relación del Estado con las normales?
–se le insiste.
—Los golpes del Estado a las normales
rurales no han terminado. Ahora son de manera estratégica. Tal vez ya no
de manera muy directa [como lo fueron antes de Ayotzinapa]. Pero todas
las normales rurales que aún existen han sido golpeadas. A pesar de lo
que pasó, el Estado no deja que las normales rurales sigan tranquilamente. Tiene infiltrados para que desde ahí, internamente, atacar al modelo del normalismo rural.
Considera que las normales rurales siempre han sido una piedra en el zapato.
Su solidaridad con los movimientos sociales y sus constantes
movilizaciones no son bien vistas por los gobiernos estatales ni por el
federal. A esta animadversión achaca las “estrategias” que socavan
a las normales rurales. Incluso, acepta que “la organización interna
que tienen las normales rurales ha decaído, pero todo se debe a la
estrategia que lleva a cabo el gobierno”.
—El actual gobierno ha abierto una
normal que el propio presidente calificó de “emblemática”, la de El
Mexe, Hidalgo, Luis Villarreal –se le provoca.
—Sí, pero eso se está checando.
Como ya se sabe, El Mexe se reabrió sin internado. Se está luchando por
eso. El internado es esencial para las normales rurales. Debe ccontar
con este punto y trabajar los [cinco] ejes, que son la esencia del
normalismo rural.
—¿Todas las normalesrurales afiliadas la Federación cuentan con los cinco ejes?
—En la actualidad se sigue llevando a cabo una unión para seguir con la FECSM; prero los ejes han decaído –acepta–. Los ejes sí se siguen manejando pero en algunas escuelas de manera muy breve. Las normales son atacadas académicamente.
Se refiere a la represión académica con
la que se busca alejar a los estudiantes de participar en otras
actividades que no sean las que les marca el plan de estudios. Pero en
seguida, Jonathan se repone: “El propósito del gobierno es cerrarlas o transformarlas,
que de cierta manera ya lo está cumpliendo. Pero para eso está la
Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, para estar
en constante apoyo de las normales.
—¿Este decaimiento de los cinco ejes ocurren en todas las normales rurales?
—No. Las escuelas que tienen los cinco
ejes trabajando con fuerza son Ayotzinapa (Guerrero), Mactumactzá
(Chiapas), Tiripetío (Michoacán), Amilcingo (Morelos), Tenería (Estado
de México), Saucillo (Chihuahua), Aguilera (Durango), Cañada Honda
(Aguascalientes), Tamazulapan (Oaxaca), Panotla (Tlaxcala).
—¿En las demás se han perdido los cinco ejes?
—No. Ha habido decamiento en alguno o algunos de ellos, pero en todas se hace el esfuerzo porque se lleven a cabo.
—¿Cuáles son las de mayor problema?
—Hecelchakán (Campeche) ha decaído un
poco: tiene mucha represión académica y eso no permite a veces trabajar
en su totalidad los cinco ejes. El problema está en los profesores que
intervienen en dichas actividades. El Quinto (Sonora) es una de las
normales que está muy reprimida académicamente. Y toda la organización
la maneja la directiva. Ellos, los directivos, son los que organizan
todo. No permiten que los estudiantes retomen esa forma de trabajo. Pero
todo es estrategia del gobierno. En El Cedral (San Luis Potosí) no nos
permiten fácilmente acceder. El Cedral es una normal que aún pertenece
al Federación [FECSM]. Sin embargo está tan restringido el trabajo: hay
policías y todo eso. No permiten el acceso. Pero se tiene comunicación y
se pretende recuperar la forma de trabajo, la organización. Para eso
existe la Federación. Lo que se pretende es ecuperar esos cinco ejes
para todas las normales rurales. Un problema es que el gobierno ha infiltrado personajes de tal manera que trabajen desde adentro por la desaparición del modelo de los cinco ejes.
El integrante del CC de la FECSM explica
una de las prácticas llevadas a cabo por las autoridades contra la
organización de los normalistas rurales. Enviados de los gobiernos
estatales visitan a los alumnos de nuevo ingreso en sus domiclios para
ofrecerles mayores becas a cambio de no participar en las actividades de
la FECSM ni en ninguno de los ejes que no sea el académico. “Van a
intentar sobornarlos”, considera Jonathan. Señala que esta problemática
se presenta hoy en Saucillo y Mactumactzá.
En Tiripetío, las
autoridades han buscado que ingresen a esta escuela alumnos que
provienen de los estratos sociales medio y medio alto. Además, del
ámbito urbano. Con ello, buscan romper la identidad campesina del
estudiantado.
—En el gobierno y en el sector
empresarial hay quienes dicen que las normales rurales ya no tienen
razón de ser, que su misión en el país fue cumplida en otro tiempo –se
le inquiere.
—En México aún existen muchos pueblos
marginados. Y las normales rurales son, en especial, para que estos
alumnos integren estas escuelas. Vienen de origen campesino y del
proletariado. Trabajan en el campo. Sí son necesarias. La pobreza nunca
va a dejar de existir bajo este sistema capitalista. Las normales
rurales son las que intervienen en comunidades marginadas. Son las que
siembran esa conciencia y hacen ver al pueblo esas necesidades que
tienen. Y a su vez hacen que despierten, que alcen la voz, que no se
callen. Normalmente en las ciudades no se ven estas necesidades, pero en
las comunidades marginadas aún existe pobreza y analfabetismo.
Explica que los egresados de las otras
normales no están dispuestos a ir a las comunidades más pobres del país.
Los normalistas rurales, sí. Por ello, estas escuelas “son importantes
para el pueblo; la pobreza siempre está. Aún no ha terminado. Se dan
ciertos apoyos económicos a diversas comunidades marginadas, a los
ancianos, a los estudiantes; pero aún sigue la pobreza. Y mientras haya
pobreza, las normales rurales tendrán razón de ser”.
Agrega: “Las normales rurales no van a
desaparecer. Y por eso está la Federación [FECSM], para estar en
constante movimiento y no permitir que estas sean cerradas o
‘transformarlas’ y hacer que éstas ya no tengan esa forma de trabajo. Y
si pretenden cerrar una sola no les será tan fácil; no la vamos a dejar
caer, vamos a levantarla”.
—La FECSM, fundada en 1935, en
Guanajuato, nació con todo el empuje de la Revolución Mexicana, pero
incluso más allá. Se asumió marxista-leninista. ¿Mantiene esta posición
hoy?
—Sí y nunca la va a cambiar. Nosotros
llevamos esa ideología: el marxismo leninismo. Queremos un sistema
socialista, comunista. A eso queremos llegar. Trabajamos por el sistema
socialista y comunista.
—Cómo mantienen este conocimiento si ya no está dentro de los planes de estudio formales.
—Llevamos el marxismo leninismo en
cículos de estudio. Hacemos debates. Tenemos que conocer. Hay organismos
[la estructura nacional y fraterna de la FECSM], con el consejo
estudiantil [de cada normal] que organizan y llevan a cabo el estudio.
Es una de las principales causas que mantiene a las normales rurales
vivas. Sin esta ideología, sin esta política, no tendríamos esta
capacidad de responder a los intentos de cierre. Y sí, nuestra ideología
es el marxismo leninismo: transformar completamente al país.
—Se les ha acusado a las normales
rurales de ser “semilleros de guerrilleros”, precisamente quienes han
tratado de transformar al país por la vía de las armas.
—Sí, pero nosotros no estamos por las
armas. Es a través del conocimiento y la educación. Y los movimientos
armados ya no se dan como antes. Ya no hay tantos grupos que se levanten en armas.
Las normales rurales han creado líderes. Ahí está la historia. Líderes
que hacen la lucha social, la lucha popular. No pretendemos crear un
movimiento armado o formar parte de uno. No iremos contra el gobierno
con armas. No queremos en las normales rurales llegar a eso; pero sí nos
preparamos para poder reclamar los derechos de los pobres, de
comunidades marginadas que necesitan ese apoyo, educación, centros de
salud, diversas áreas de recreación y luchamos tambien por preservar el
medio ambiente.
—¿No hay simpatía, al menos ideológica, con los movimientos armados?
—Los movimientos tienen un objetivo. Y
nosotros no estamos a favor ni en contra de ellos. Vemos que por lo que
ellos luchan es algo que no podemos decir que no tienen necesidad de
hacerlo. Han habido muchas represiones a las organizaciones. Y cuando
hay un movimiento armado es muy complicado que el gobierno vaya querer
atacar a la población. Hay que recordar que el movimiento armado no deja de ser una organización social.
Es algo que ya tiene su propia estructura, su forma de trabajo. Y
cualquier situación, están ahí. Pero nosotros, cuando una lucha es por
algo bueno, lo vamos a ver bien. Las normales rurales pretenden apoyar a
toda la comunidad, en especial a los pobres. Y si vemos que un
movimiento armado está apoyando a ésta, lo podemos clasificar como una
buena acción. Y ya.
—Por un lado, persisten los embates
contras todas las normales. Por el otro, el presidente dice que se van a
abrir más normales y se asegurará que cada egresado cuente con una paza
de maestro. ¿Qué expectativas tienen del gfobierno de López Obrador?
—Sí esperamos mucho. Ponemos nuestra
confianza. Ha mencionado que quiere todo transparente, sin nada de
corrupción. Eso nosotros lo vemos muy bien, quién no lo va a ver así.
Dijo que va a retomar el caso Ayotzinapa; que en meses se va a llevar a
cabo la aclaración de esto. Damos nuestro voto de confianza en que así lo haga.
Zósimo CamachoFuente
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