BID: robots agravarán la brecha laboral de género
Sólo 3 de cada 10 trabajadores en el sector de
tecnología son mujeres; la mayoría está dedicada a tareas repetitivas,
susceptibles de ser reemplazadas por máquinas.
Las mujeres realizan los trabajos más susceptibles de ser reemplazados por la Inteligencia Artificial (IA). Conforme esas tareas se vayan automatizando, ese sector de la población tendrá más probabilidades de quedarse sin empleo.
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 21% de las trabajadoras requieren de apoyo para la transición hacia un nuevo empleo, frente a 19% de los hombres. “Detrás de estas cifras promedio, sin embargo, hay diferencias entre países”, se aclara en el documento.
La Cuarta Revolución Industrial “representa un gran desafío para el mercado laboral”, en especial para las mujeres, señala Monserrat Bustelo, especialista sénior de la División de Género y Diversidad del BID. “Pero también hay muchas oportunidades”, agrega.
Bustelo coordinó la investigación ¿Cómo será el mercado laboral para las mujeres? Se trata de la nueva entrega de la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, en la que el BID ha descrito cómo las nuevas tecnologías están cambiando los empleos y obligando al desarrollo de nuevas competencias.
Los hombres tienen más ventaja en las habilidades demandadas por las nuevas tecnologías. En cambio, “las mujeres estamos rezagadas en competencias digitales, cuantitativas y matemáticas. Y hacemos más actividades rutinarias que son más reemplazables”, comenta en entrevista desde Washington.
Esto tiene que ver con dos momentos de segregación en la vida de las mujeres: el trabajo y la escuela. En el ámbito laboral aún prevalece una división de género del trabajo. El 30% de ellas tiene empleos vinculados con áreas de cuidado: salud, educación y servicio doméstico, mientras que sólo 6% de los hombres se dedica a esos sectores.
Apenas tres de cada 10 trabajadores de las áreas de ciencia, matemáticas o computación son mujeres. El hecho de que ellos se dediquen menos a tareas repetitivas y estén “más involucrados en sectores que requieren habilidades de gestión y comunicación, que son las habilidades del siglo XXI”, hace que, al mismo tiempo, desarrollen más las capacidades que requiere la automatización.
En general, la tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina es una de las más bajas del mundo: cerca de 58%, para los hombres es de 82 por ciento. Además, ellas ganan entre 5 y 30% menos que sus compañeros con igual nivel educativo, edad, estado civil y área de residencia.
Uno de los principales desafíos que enfrentan las trabajadoras “es la expectativa cultural sobre su papel como principales cuidadoras”. Las mujeres en la región dedican más de 38 horas a esas tareas no remuneradas, sus pares masculinos, 16 horas.
Ese tiempo aumenta si tienen hijos menores de cinco años. De los países latinoamericanos, México está peor. Las mexicanas casi duplican el promedio de horas, que son 33, pues dedican cerca de 60 horas semanales a cuidar de alguien.
“He entrevistado a adolescentes para tratar de entender por qué no quieren estudiar esas carreras”, cuenta en entrevista Adriana Islas Molinar, directora de Tecnologías de la Información de Estafeta. Descubrió que existe la creencia de que las ingenierías son aburridas o se tiene poco contacto social.
La ingeniera en Sistemas Electrónicos del Tec de Monterrey pertenece al grupo Mujeres en IT (WIT por sus siglas en inglés) de la multinacional Dell, y a Mujeres Líderes en Tecnologías de Información, de Microsoft. Poco antes de participar en esas iniciativas, incluso cuando comenzó a integrarse, creía que no eran necesarias.
En el área de tecnología hay muy pocas mujeres y muchas menos en puestos directivos, reconoció tras un tiempo. Luego, “me di cuenta de que la suerte que yo había corrido al estar en una empresa en la que no me ponen trabas por ser mujer, no era la de las demás y que se requería mucho apoyo”.
Lo positivo es que, a diferencia de las otras, en ésta se requiere más que nunca la diversidad. “Tenemos que ser innovadores para crear productos y servicios que le hagan sentido a la mayor parte de la población”. Para eso se necesita pluralidad de pensamiento, “porque si no, abarcarás sólo a una porción de los usuarios”.
Monserrat Bustelo, especialista senior de la División de Género y Diversidad del BID, señala otra buena noticia: la tendencia de crecimiento del empleo en los sectores educativos y de salud, “donde las mujeres están bien representadas”.
Eso es a futuro, dice, en el presente hay que mejorar su remuneración, su acceso a la seguridad social y su perspectiva de crecimiento laboral. Para lograrlo no hay una solución única, se necesitan acciones colectivas del Estado y de las empresas. Y esas acciones incluyen sistemas de cuidado infantil, licencias maternas y paternas, así como flexibilidad laboral para ambos.
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Escrito por:
Blanca Juárez
Las mujeres realizan los trabajos más susceptibles de ser reemplazados por la Inteligencia Artificial (IA). Conforme esas tareas se vayan automatizando, ese sector de la población tendrá más probabilidades de quedarse sin empleo.
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), 21% de las trabajadoras requieren de apoyo para la transición hacia un nuevo empleo, frente a 19% de los hombres. “Detrás de estas cifras promedio, sin embargo, hay diferencias entre países”, se aclara en el documento.
La Cuarta Revolución Industrial “representa un gran desafío para el mercado laboral”, en especial para las mujeres, señala Monserrat Bustelo, especialista sénior de la División de Género y Diversidad del BID. “Pero también hay muchas oportunidades”, agrega.
Bustelo coordinó la investigación ¿Cómo será el mercado laboral para las mujeres? Se trata de la nueva entrega de la serie El futuro del trabajo en América Latina y el Caribe, en la que el BID ha descrito cómo las nuevas tecnologías están cambiando los empleos y obligando al desarrollo de nuevas competencias.
Los hombres tienen más ventaja en las habilidades demandadas por las nuevas tecnologías. En cambio, “las mujeres estamos rezagadas en competencias digitales, cuantitativas y matemáticas. Y hacemos más actividades rutinarias que son más reemplazables”, comenta en entrevista desde Washington.
Esto tiene que ver con dos momentos de segregación en la vida de las mujeres: el trabajo y la escuela. En el ámbito laboral aún prevalece una división de género del trabajo. El 30% de ellas tiene empleos vinculados con áreas de cuidado: salud, educación y servicio doméstico, mientras que sólo 6% de los hombres se dedica a esos sectores.
Apenas tres de cada 10 trabajadores de las áreas de ciencia, matemáticas o computación son mujeres. El hecho de que ellos se dediquen menos a tareas repetitivas y estén “más involucrados en sectores que requieren habilidades de gestión y comunicación, que son las habilidades del siglo XXI”, hace que, al mismo tiempo, desarrollen más las capacidades que requiere la automatización.
En general, la tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina es una de las más bajas del mundo: cerca de 58%, para los hombres es de 82 por ciento. Además, ellas ganan entre 5 y 30% menos que sus compañeros con igual nivel educativo, edad, estado civil y área de residencia.
Uno de los principales desafíos que enfrentan las trabajadoras “es la expectativa cultural sobre su papel como principales cuidadoras”. Las mujeres en la región dedican más de 38 horas a esas tareas no remuneradas, sus pares masculinos, 16 horas.
Ese tiempo aumenta si tienen hijos menores de cinco años. De los países latinoamericanos, México está peor. Las mexicanas casi duplican el promedio de horas, que son 33, pues dedican cerca de 60 horas semanales a cuidar de alguien.
Educación, el primer filtro
El otro momento de segregación en realidad viene antes del trabajo, es la escuela. Las mujeres ya representan el 60% de los graduados de carreras técnicas y universitarias. Pero en las de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM) son tan sólo 30% de los egresados, según la investigación de Bustelo, en la que también participaron Agustina Suaya y Mariana Viollaz, consultoras de la División de Género y Diversidad del BID.“He entrevistado a adolescentes para tratar de entender por qué no quieren estudiar esas carreras”, cuenta en entrevista Adriana Islas Molinar, directora de Tecnologías de la Información de Estafeta. Descubrió que existe la creencia de que las ingenierías son aburridas o se tiene poco contacto social.
La ingeniera en Sistemas Electrónicos del Tec de Monterrey pertenece al grupo Mujeres en IT (WIT por sus siglas en inglés) de la multinacional Dell, y a Mujeres Líderes en Tecnologías de Información, de Microsoft. Poco antes de participar en esas iniciativas, incluso cuando comenzó a integrarse, creía que no eran necesarias.
En el área de tecnología hay muy pocas mujeres y muchas menos en puestos directivos, reconoció tras un tiempo. Luego, “me di cuenta de que la suerte que yo había corrido al estar en una empresa en la que no me ponen trabas por ser mujer, no era la de las demás y que se requería mucho apoyo”.
Capacitación, la clave
En Estafeta están desarrollando tecnología “para hacer más con menos”. La directora de TI asegura que no habrá despidos, pues están capacitando a las personas que hacían “tareas repetitivas para que sean más estratégicas y se ocupen de otras cosas”. Islas reconoce que muchas posiciones serán automatizadas, “pero eso ha pasado en cada revolución tecnológica. Desaparecen ciertos tipos de trabajo para transformarse en otro tipo de actividades”.Lo positivo es que, a diferencia de las otras, en ésta se requiere más que nunca la diversidad. “Tenemos que ser innovadores para crear productos y servicios que le hagan sentido a la mayor parte de la población”. Para eso se necesita pluralidad de pensamiento, “porque si no, abarcarás sólo a una porción de los usuarios”.
Monserrat Bustelo, especialista senior de la División de Género y Diversidad del BID, señala otra buena noticia: la tendencia de crecimiento del empleo en los sectores educativos y de salud, “donde las mujeres están bien representadas”.
Eso es a futuro, dice, en el presente hay que mejorar su remuneración, su acceso a la seguridad social y su perspectiva de crecimiento laboral. Para lograrlo no hay una solución única, se necesitan acciones colectivas del Estado y de las empresas. Y esas acciones incluyen sistemas de cuidado infantil, licencias maternas y paternas, así como flexibilidad laboral para ambos.
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