La receta para dar certidumbre a la inversión en infraestructura energética en México
Noé Sáenz, presidente de la ISME (International Society for Mexico Energy) Sociedad Internacional para la Energía en México
En principio, se debe considerar que cualquier inversión en infraestructura energética debe realizarse a través de proyectos de capital, que comprometan recursos tanto para construir, mejorar o proporcionar mantenimiento a sus activos. Asimismo, debe obedecer a los intereses de la industria, el mercado, la comunidad y el gobierno.
Los proyectos de capital son sumamente complejos. De acuerdo con el “Global Construction Project Owner Survey” de KPMG, alrededor del 80% de los proyectos de energía y recursos naturales terminan sin cumplir los objetivos por los cuales fueron aprobados. Sin embargo, al analizar una diversidad de factores, tanto internos como externos, se ha identificado una serie de mejores prácticas para lograr que éstos alcancen sus objetivos y sean concluidos satisfactoriamente. Por ello, es necesario promover un diálogo en el que se comparta conocimiento con base en experiencias reales y casos de éxito registrados, tanto globales como locales, a fin de promover iniciativas que puedan replicarse o adaptarse en beneficio del país.
Durante su planeación se debe considerar, entre otras, la viabilidad económica, ambiental, social y técnica. Los estudios que complementan las evaluaciones de viabilidad preliminares son una ventaja competitiva que pueden ayudar a identificar su factibilidad antes de realizar la inversión. De acuerdo al Construction Industry Institute (CII) de la Universidad de Texas, el uso de mejores prácticas aumenta significativamente las probabilidades de éxito. Por ejemplo, el utilizar una metodología comprobada de desarrollo y planeación integral (CII’s front-end planning) puede reducir el costo y el tiempo de un proyecto hasta en un 25% y 39% respectivamente.
Por otra parte, la inversión en este tipo de proyectos debe atender a las necesidades de las partes interesadas con la intención de que sean viables y atractivos desde todos los frentes: seguridad, costo, calidad, operabilidad y resiliencia. En mayo pasado, durante su participación en el “Energy Innovation Forum 2019”, Abel Hibert, subjefe de Innovación y Análisis de la Oficina de la Presidencia, señaló que en México “se han identificado 53 proyectos energéticos que presentan problemáticas para continuar, los cuales representan inversiones por casi 20,000 millones de dólares, equivalente a la generación de alrededor de 35,157 empleos en los próximos seis años. Esto debido a complicaciones en contratos, permisos, conflictos sociales, incertidumbre y consultas con comunidades indígenas”.
Las mejores prácticas se deben promover y utilizar a través de toda la cadena de proveeduría. Desde la planeación y administración de los recursos, hasta las relaciones con la comunidad, todos estos son factores clave que pueden afectar los resultados de las inversiones a largo plazo. De esta manera, el cumplimiento de los objetivos de un proyecto de capital está implícito en todas sus fases: planeación, diseño, adquisiciones, logística y su construcción.
La infraestructura energética, en un país como México, es fundamental para su desarrollo económico y social. Este tipo de proyectos solo puede realizarse cuando existe certidumbre sobre las inversiones, tanto públicas como privadas, y por eso la importancia de la promoción de las buenas prácticas que nos ayudan a tomar en cuenta a todos los actores que pueden estar involucrados.
Para lograr lo anterior; el próximo 8 de noviembre, la ISME y CII, junto con la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey (EGADE), llevarán a cabo en la Ciudad de México el “Primer Foro de Proyectos de Capital en la industria energética: mejores prácticas a través de la cadena de proveeduría”. La intención es promover un espacio de discusión en el que se planteen necesidades y soluciones para contribuir a una nueva etapa en el desarrollo y ejecución de proyectos de inversión para el mercado mexicano.
Para la ISME, es esencial comenzar a construir una visión a futuro y un diálogo entre la industria, el gobierno y la academia, con el fin de lograr proyectos de inversión exitosos dentro del sector energético mexicano, al tiempo de definir un panorama desde el corto, mediano y largo plazo con los elementos necesarios para su diseño e implementación.
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