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Jóvenes Construyendo el Futuro y sindicatos, la vinculación pendiente

 

Las agrupaciones sindicales no se han involucrado en el programa de la STPS, lo que lleva a desaprovechar una gran oportunidad para formar a las y los jóvenes participantes en el conocimiento de sus derechos laborales, señala Renata Turrent.

El programa de aprendices de la STPS ha beneficiado a 1.8 millones de jóvenes. Foto: Cortesía STPS

Los sindicatos podrían fortalecer el programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF) vigilando que las empresas respeten los derechos laborales, dando capacitación y, sobre todo, negociando la contratación de aprendices, propone una investigación de la economista y especialista en políticas públicas Renata Turrent Hegewisch.

Hasta ahora, ni la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) ni las propias organizaciones sindicales “han analizado las oportunidades que se pueden generar construyendo alianzas”, señala en el Diagnóstico de Jóvenes Construyendo el Futuro: Avances y desafíos, publicado por la Fundación Friedrich Ebert México (FES).

Este programa de entrenamiento laboral es el “más importante en la historia del país”, sostiene Renata Turrent en entrevista. Hasta esta administración federal, la juventud había sido abandonada por los gobiernos, dice. Y entre esa población quienes por diferentes circunstancias no continuaron estudiando y no tenían un empleo remunerado sufrieron mayor exclusión, agrega.

“Se les llamó ninis para poner en ellos y ellas la culpa por la falta de trabajo y de oportunidades de educación. La narrativa acerca de que son personas flojas y no quieren trabajar sigue tan instaurada en la gente que muchas personas aseguran que les están regalando el dinero”. Pero esto no es verdad, subraya, “todos los días acuden a trabajar y a aprender”.

De acuerdo con los últimos resultados de la Encuesta Nacional de Empleo (ENOE), la población entre 20 y 29 sigue siendo la que mayor número de personas desempleadas por la covid-19. Si bien una gran parte han ido recuperando sus trabajos, todavía casi medio millón que tenía una ocupación antes de la pandemia sigue sin un ingreso laboral.

En el primer trimestre de 2020, antes de la llegada pandemia a México, 12.3 millones de jóvenes de ese rango de edad tenían un empleo. Para el mismo periodo, pero de 2021, eran sólo 11.3 millones. Y según la ENOE de abril a junio de este año la cifra subió a 11.8 millones.

Estrategia de capacitación y de prevención

El programa JCF está dirigido a personas de entre 18 y 29 años de edad. La STPS vincula a las y los becarios con un centro de trabajo cercano al lugar donde viven y en el que reciben capacitación laboral por un año. Durante dicho tiempo el gobierno federal les otorgar un apoyo mensual de 4,310 pesos y afiliación al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), por lo que cuentan con seguro médico, de riesgos de trabajo y de maternidad.

Desde su arranque en 2019, han ingresado casi 1.8 millones de aprendices, el 57.5% es mujer y el 42.5%, hombre. “Muchas jóvenes entraron al programa porque estaban embarazadas y por esa razón nadie las contrataba”, comenta la investigadora feminista.

Esta estrategia gubernamental ha sido una importante oportunidad de reactivación económica para mujeres que de otra manera no podrían acceder a una capacitación o un empleo, dice. “En México, las mujeres en promedio dedican casi 42 horas a la semana al trabajo del hogar no remunerado, mientras que los hombres sólo dedican 14.7 horas a la semana”, recuerda la autora en su publicación.

Y mientras más tiempo pasen en casa, es más difícil que puedan incorporarse al mercado laboral, señala en la entrevista. “Claramente la falta de políticas públicas para las madres trabajadoras es un problema estructural que no resuelve por sí sólo Jóvenes Construyendo el Futuro”. Pero en un sistema en el que la repartición sexual del trabajo sigue imperando, este programa es una opción para ellas, apunta.

JCF también es una medida preventiva para evitar que esta población sea cooptada por el crimen organizado, opina. “No es una respuesta para sacar a quienes están super involucrados. Pero, hay una idea falsa que el factor económico es el más importante para tomar una decisión de vida, eso se ha desmentido en muchas teorías del crimen”.

El programa brinda la oportunidad a jóvenes que no cuentan con redes para entrar a un trabajo, recibir una recomendación para obtener un puesto o acceder a él de manera directa.

La población que atiende JCF está alejada de ese mundo, lo cual también les aleja de toda la experiencia que genera un empleo: “Responsabilidad, saber cómo presentarse, tener un currículum vitae, eso no se aprende en la escuela, sino en el trabajo”.

Así que el sentir que finalmente están siendo atendidas y atendidos les da ya cierta confianza para continuar, considera. Así es que funciona, en cierta medida, de manera preventiva, explica.

Las ventajas de la sindicalización

“Y claro que hay críticas válidas”, pondera. Se necesita más transparencia en los datos y hace falta una mayor diversificación en la oferta y calidad de la capacitación. El entrenamiento en los llamados trabajos del futuro, como la programación, por ejemplo, podría ser una solución. “Se podrían hacer convenios con compañías de tecnología para vincular a jóvenes y que éstas se comprometan a contratar al menos algunos de ellos”.

La otra observación que hace es que los sindicatos “se están durmiendo”. Podrían impartir parte del curso propedéutico en el centro de trabajo y darles formación sobre los derechos laborales, propone.

En caso de cualquier incumplimiento por parte del centro de trabajo, los y las aprendices tendrían acompañamiento, el sindicato les podría orientar o, en su caso, representar, explica. “Las capacidades institucionales de la STPS son limitadas y los sindicatos pueden convertirse en un importante aliado” para mantener la vigilancia de la debida operación del programa.

En México, casi 9 de cada 10 personas que tienen un empleo no están sindicalizadas, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Pertenecer a una de estas organizaciones ayuda a las personas a negociar mejores condiciones de trabajo, disminuye las restricciones al acceso a la justicia laboral, hay una mayor vigilancia al cumplimiento de los derechos y, en suma, hay más posibilidades de tener un empleo digno, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Pero también ayudaría a los propios sindicatos, dice Renata Turrent. En las últimas décadas “se han hecho de una reputación de corrupción. La gente joven ni siquiera tenemos en la cabeza sindicalizarnos. Claro que esto es resultado de un sistema neoliberal que trató de acabar con esas organizaciones para debilitar las luchas obreras”. Involucrase en el programa podría ser una vía para que se reivindicaran y para que por fin veamos un relevo generacional, señala.

 

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