Las cadenas entrelazadas de la solidaridad obrera, cooperativa y plástica
Breve historia del logo monumental de la Fundación Cultural Pascual
El logotipo de la Fundación Cultural Trabajadores de Pascual fue elaborado con alma de aleación obrera y acero inoxidable. Fue diseñado por el artista plástico, Ernesto Mallard, y construido por las manos de los propios trabajadores de Pascual.
Hace 16 años, Gerardo Nieto, hoy socio jubilado de la cooperativa Pascual, tuvo el encargo directo del artista plástico de realizar la versión monumental del logo, ese entramado de letras y ángulos, cargado de significado, que hoy descansa en la planta de producción de Tizayuca, Hidalgo, a una altura de tres metros con todo y basamento de concreto.
El obrero soldador
Nieto era soldador de Pascual
cuando conoció al maestro Mallard. Lo recuerda como una persona sencilla
que le dejó grandes enseñanzas. El artista plástico solía recoger
“cosas”, piedras, alambre, yute, para con ellas elaborar sus obras,
recuerda.
Desde ahí Gerardo tomó la manía de recoger “chatarra” para hacer figuras y con ellas participar en los concursos de creación de piezas plásticas que organiza la propia cooperativa Pascual para el Día de Muertos.
El soldador pailero, especializado en metales y estructuras, Gerardo comenzó en febrero de 2005 con el armado de las letras del logo de la Fundación. La maqueta y primera versión del logo habían sido hechas hace 30 años por el artista plástico, y el obrero debía concretar la obra de manera precisa.
“Una idea del maestro Mallard para elaborar el logotipo, era apoyarse en los mismos trabajadores de la cooperativa para cerrar el círculo de la solidaridad”, recuerda Eduardo Vélez, socio cooperativista y curador por muchos años de la obra de la Fundación Cultural Pascual.
El legado de Mallard
Ernesto Mallard legó un documento donde explica el significado profundo de los trazos.
Consideró tres principios básicos que constituyen el lema de la
fundación: trabajo, arte y cultura. Retomó también las letras F de
Fundación, C de Cultural, T de Trabajadores y P de Pascual “ligadas en
una línea continua, armónica y dinámica que sugieren entrelazamiento de
tres eslabones de una cadena”.
El artista visual decía que esa cadena era el símbolo de la Unión, la Interrelación y la Comunión. Desde diferentes ángulos, el logotipo permite apreciar las siglas y los eslabones de acero inoxidables.
Además, su diseño “proporciona una amplia riqueza de imagen, de significado y comunicación que va de lo visual a lo táctil, conservando su impacto visual en cualquier posición”, escribió Mallard.
Finalmente tenía el sello nacionalista propio de una cooperativa refresquera que le hacía frente a trasnacionales como la Coca Cola y que el artista plástico siempre gustaba destacar: “la línea pesada y continua recuerda a un sello prehispánico”.
Mallard murió en marzo de 2021. El también arquitecto, se enfocó en la investigación plástica del cinetismo, movimiento artístico basado en el movimiento y las ilusiones ópticas. En 1985 se unió a la solidaridad de artistas plásticos para echar a andar la cooperativa Pascual, donación que fue la semilla de la Fundación Cultural Pascual.
Tan unido estaba a Pascual que además diseñó el monumento pirámide con los nombres de los cooperativistas fundadores, así como el lema de la Fundación Cultural: “nutriendo y rehidratando la cultura”. Además, fue pionero, junto con el pintor Mario Orozco, de mezclar agave con Boing de guanábana, para festejar el triunfo obrero.
Juan Espinal, socio fundador de la cooperativa y segundo responsable de la Fundación Cultural Pascual le dio una segunda significación al logotipo diseñado por Mallard: “Implicaba este vínculo entre los trabajadores y los artistas plásticos, se crea este concepto de las cadenas entrelazadas, que significa un vínculo fuerte, prácticamente indivisible, nunca frágil”.
Entre personas sencillas
Cinco meses tardó
Gerardo Nieto y una cuadrilla de otros tres trabajadores en construir la
escultura. Medir, cortar, calibrar, soldar, pulir, integrar todos los
elementos y significados fue hecho de febrero a junio, cuando Nieto
tenía 44 años.
De soldador pailero se convirtió después en soldador eléctrico, aprendió a soldar con argón y a dar mantenimiento a la máquina lavadora de botellas de la cooperativa.
Con palabras sencillas, como el carácter de su maestro Mallard, Gerardo Nieto se refiere a lo que significó hacer el logotipo de la fundación: “Fue agradable porque participé en algo que va a estar mucho tiempo. La enseñanza es que trabajé con un gran maestro y la obra no fue tan fácil hacerla”.
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